Fuente: Esquire
El interruptor de la luz podría encenderse mucho antes de lo que pensamos.
Durante milenios, los científicos y filósofos (y, más recientemente, los expertos en Inteligencia Artificial) se han dedicado a definir la conciencia, tanto lo que es como cuándo surge. Y uno de los mayores agujeros negros de nuestro conocimiento, a pesar de que todo ser humano lo ha experimentado, es la exploración de la conciencia cuando somos jóvenes. Recién nacidos.
Para explorar esta confusa laguna en nuestra comprensión, neurocientíficos y filósofos de la Universidad australiana de Monash, la Universidad alemana de Tubinga, el Trinity College de Dublín (Irlanda) y la Universidad de Minnesota (EE.UU.) llevaron a cabo una amplia revisión de la bibliografía en torno a la conciencia prenatal y neonatal.
Aunque la teoría predominante a lo largo del siglo XX era que la conciencia no se desarrollaba hasta muchos meses después del nacimiento, esta nueva investigación sostiene que la conciencia podría producirse mucho antes, e incluso posiblemente en el último mes de embarazo. (Nota: el estudio deja claro que cualquier conciencia que pudiera desarrollarse durante el embarazo sólo se produce en torno a las 35 semanas de gestación). Los investigadores publicaron sus conclusiones en la revista Trends in Cognitive Sciences.
«Casi todo el mundo que ha sostenido en brazos a un recién nacido se ha preguntado qué se siente, si es que se siente algo, al ser un bebé», afirma Tim Bayne, coautor y profesor de Filosofía en la Universidad de Monash, en un comunicado de prensa. «Pero, por supuesto, no podemos recordar nuestra infancia, y los investigadores de la conciencia han discrepado sobre si ésta surge ‘pronto’ (al nacer o poco después) o ‘tarde’ -al año de edad, o incluso mucho más tarde».
Aunque es tentador pensar que la conciencia es como un interruptor de la luz -un momento está oscuro y, de repente, voilá-, este estudio sostiene que la conciencia se despierta lentamente, y que los más pequeños susurros de conciencia pueden comenzar durante el embarazo.
El estudio rastreó la conciencia a través de cuatro marcadores clave: la conectividad funcional, las redes cerebrales frontales, la integración multisensorial y los marcadores neurales de la conciencia perceptiva. Aunque es posible que estos cuatro marcadores comiencen en momentos distintos -la integración multisensorial, por ejemplo, aparece en último lugar-, muestra el proceso dinámico por el que podría surgir la conciencia humana.
«Nuestros hallazgos sugieren que los recién nacidos pueden integrar respuestas sensoriales y cognitivas en desarrollo en experiencias conscientes coherentes para comprender las acciones de los demás y planificar sus propias respuestas», afirma en el comunicado de prensa Lorina Naci, coautora y profesora asociada de Psicología en el Trinity College de Dublín.
El estudio admite que esto es sólo la punta del iceberg de la conciencia, pero afirma con seguridad que la idea de los recién nacidos como seres en su mayoría inconscientes puede darse por zanjada. Para seguir analizando los primeros días del entendimiento humano, las innovaciones en magnetoencefalografía fetal (MEG), así como la mejora de los métodos de análisis de las lecturas de fMRI en bebés despiertos, podrían arrojar datos aún más ricos.
Así pues, mientras el debate filosófico que se ha prolongado durante miles de años continúa (y probablemente continuará en el futuro), la ciencia va aclarando poco a poco lo que significa ser un nuevo ser consciente.
Ver más notas de Neurociencia