Stanislav Grof
La evolución de la conciencia y la supervivencia humana
Karan Singh
Me parece que el futuro de la raza humana se encuentra hoy en grave peligro. Arthur Koestler ha sugerido la escalofriante hipótesis de que el hombre es una criatura programada para la autodestrucción: que existe algo dentro de su psique que lo conducirá finalmente a su destrucción. En este contexto, el antiguo mito de la Atlántida me resulta fascinante. La Atlántida fue una gran y gloriosa civilización, próspera más allá de lo imaginable, que relucía con todos los logros de la ciencia y la tecnología. Y se nos dice que la Atlántida se sumergió un día bajo las aguas, incapaz de sobrevivir a su propia ingeniosidad tecnológica. ¿Podría acaso ser que fuéramos la nueva Atlántida? Les pediría que reflexionaran sobre esta pregunta, ya que la ciencia y la tecnología nos han entregado nuevamente todas las relucientes maravillas, pero la sabiduría languidece. El conocimiento crece y la sabiduría languidece.
El hombre está alcanzando literalmente las estrellas, y los fantásticos logros de la medicina y la ingeniería están a la vista. Sin embargo, el hombre parece haberse topado hoy con este terrible veneno: el odio, la envidia, el temor, la falta de paz interior, el conflicto constante entre las fuerzas hostiles que parecen dominar al mundo actual.
Creo que la clave reside en el futuro de la conciencia humana. Este gran regalo de los Dioses, el don de la conciencia, ha crecido durante millones de años desde los organismos unicelulares hasta llegar actualmente al estado humano. ¿Hacia donde seguimos? ¿Existe algún motivo para suponer que la evolución de la conciencia llega a su fin con nuestro actual estado humano? ¿O nos hallamos acaso equilibrados en el umbral de un salto a un nuevo nivel de conciencia? ¿Por qué motivo debiera la evolución terminar con nosotros? Algo que se halla inserto dentro de todo el proceso evolutivo parece estar empujando a la conciencia a un nuevo salto, que es lo único que puede asegurar la supervivencia humana. Es importante recordar la gran diferencia que existe entre este salto de conciencia y los que ocurrieron con anterioridad. Los animales no participaron activamente en su evolución hacia los seres humanos; fue una evolución a ciegas. Pero hoy tenemos, por primera vez, una especie capaz de cooperar con la fuerza evolutiva, y eso puede contribuir a producir esa mayor conciencia. No somos sólo instrumentos ciegos. Somos individuos concientes de nosotros mismos, y es allí donde hallamos la clave de la importancia del esfuerzo espiritual.