Radiografía del dolor

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La Nación 


Investigadores norteamericanos que trabajan con animales de laboratorio descubrieron que machos y hembras sufren de distinto modo y que esto depende en parte de los genes

Una investigación que estudió las diferentes respuestas al dolor halló que no sólo las personas varían notablemente en cómo lo sienten, sino también que las mujeres y los varones presentan diferencias en el mecanismo que se los permite sentir.

“Si puedo descubrir esas distinciones, podríamos hacer que las terapias mejoren”, dijo Jeffrey Morgil, del Departamento de Psicología de la Universidad de Illinois.  Sus estudios mostraron que el 50 por ciento de las diferencias en sentir el dolor es genética.

El equipo de Morgil trabaja con dos tipos de ratones: unos que son extremadamente sensibles al dolor y otros que son resistentes.  “Esta es una variación natural y si pudiéramos averiguar en que consiste, podríamos encontrarle una utilidad”, dijo.

Sugirió que la terapia génica podría ser usada para calmar el dolor, o que los tests genéticos podrían predecir que pacientes responderían mejor a una determinada medicación.

Morgil dijo en una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que ha confirmado que en ratones los machos y las hembras sienten el dolor de una manera distinta.

“Uno y otro sexo lo experimentan, pero responden de una manera distinta porque activan diferentes circuitos cerebrales”, afirmó el científico.  Las células de los varones utilizan un receptor distinto para permitir que las drogas trabajen en las células cerebrales de una manera diferente de lo que lo hacen las células femeninas.

El dolor aparece en dos áreas del cerebro: las regiones sómato sensorial y la límbica, que está ligada a las emociones y se cree que refleja la respuesta emocional de una persona ante el dolor.

Ignorar el dolor

Catherine Bushnell, de la Universidad de Montreal, dijo que los investigadores que intentaron bloquear el dolor cortando los circuitos han fallado porque el cerebro simplemente desvió la señal dolorosa.  Las habilidades cerebrales para desarrollar resistencia incluso en las dosis más altas de narcóticos son bien conocidas pero Bushnell dice que investigaciones muy recientes sugieren que si el dolor no puede ser bloqueado, quizás sí puede evitarse el trauma emocional que causa.  “Cuando haces algo tan simple como utilizar alguna distracción para cambiar una percepción del dolor en el paciente, hay una reducción del dolor”, dijo.

Su equipo recolectó voluntarios y los conectaron a un mecanismo que distribuyó una sensación de calor similar a la de levantar una taza de café muy caliente.  Se les pidió que encontraran diferencias en las temperaturas y que explicaran cuál de todas era la que dolía más.  “El nivel de dolor era más intenso cuando le prestaban atención”, dijo Bushnell.

La especialista afirmó que podía ser un importante mensaje.  “Esto no hace que el dolor desaparezca – dijo- pero prueba que las personas pueden controlar sus propias percepciones.”

De todas maneras los científicos piensan dirigir sus investigaciones para atacar el dolor de un órgano: el cerebro.  “El dolor no se encuentra en la espina dorsal ni en el lugar lastimado.  El dolor está en el cerebro”, dijo Alan Basbaum, de la Universidad de California, San Francisco.



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