(La Nación) Una alianza de mutua conveniencia: cada persona tiene diez veces más células microbianas que humanas LONDRES.- El ser humano promedio es más microbio que mamífero, un verdadero superorganismo que comprende 10 veces más células microbianas que humanas. Se piensa que el número total de genes microbianos en nuestro cuerpo excede el de genes humanos en una proporción de 1000 a 1. Con tantos parásitos uno puede afrontar el desparramar unos cuantos, pero estaría en problemas si no tuviera ninguno. De hecho, uno no sería humano, una paradoja que los científicos tratan de dilucidar. El único momento en que estamos libres de ellos es durante los 9 meses que pasamos dentro del vientre materno. Luego, somos lanzados al mundo de los gérmenes. Pero una vez que los más fuertes han reclamado su lugar, las condiciones favorables que propician abren la puerta a sucesivas oleadas de migrantes, provenientes de otras personas, de los animales, de la casa; en realidad, de todo lo que el bebe toca y no es estéril. Dentro de los primeros años de vida, los niños adquieren una colonia microbiana estable en todas las partes del cuerpo, excepto en el cerebro, los riñones, la sangre y los pulmones. Luego, microbios y anfitrión coexisten por el resto de sus vidas. Sin embargo, nuestras colonias estables no son meros pasajeros. Dependemos de ellas para sobrevivir. Los microbios normales -que incluyen virus, hongos, protozoos y bacterias- nos brindan un escudo contra gérmenes más desagradables, que están en el ambiente. Y, más aún, sin nuestros microbios normales no podríamos realizar muchas funciones corporales. Sin embargo, si se perturba la armonía natural, nuestros microbios aparentemente benignos pueden enfermarnos. Por eso los científicos quieren saber exactamente qué hay allí y cómo nuestros huéspedes microbianos interactúan entre ellos y con nosotros. Hasta hace poco, nuestro conocimiento era limitado, en parte porque sólo era posible identificar los microbios que podían ser cultivados en laboratorio, un mero 1 o 2 por ciento del total. Sin embargo, en años recientes se ha visto una explosión de conocimiento acerca de los habitantes microbianos de algunas partes de nuestro cuerpo, posible gracias a las nuevas herramientas de la biología molecular. Los microbiólogos pueden analizar hoy los genomas de comunidades microbianas enteras al cortar sus ADN en pequeñas partículas y realizar secuencias de esos fragmentos, para luego conectar las piezas como si reordenaran un rompecabezas. Hoy, esta área, conocida como metagenómica, está lista para despegar. Los Institutos Nacionales de Salud, de los Estados Unidos, aprobaron un plan de cinco años para investigar el microbioma humano, que es el contenido total microbiano del cuerpo humano. Estos microbios han evolucionado dentro de nosotros a través de milenios. En los bordes, sin embargo, hay un flujo que cambia constantemente en respuesta a las condiciones ambientales. Como resultado de ello, los científicos están arribando a la idea de que hay una continuidad entre nuestros microbios internos y los que habitan en el mundo exterior. Con este cambio de visión se llega a la conclusión de que podría ser posible manipular el microbioma humano para mejorar nuestra salud. El yogur probiótico que contiene bacterias vivas es sólo el comienzo; hay proyectos que incluyen a las bacterias que producen caries y microbios que ayudan a perder peso. Otra idea es que la huella microbiana de cada persona provee un registro histórico que puede ser utilizado para señalar el origen de nuestros antiguos ancestros. Y cómo la composición total del microbioma humano rastrea nuestra evolución conjunta con sus microbios refleja también los cambios que hemos tenido en nuestra manera de vivir. Desde el comienzo del siglo XX, y más notablemente desde la introducción de los antibióticos, nuestro microbioma ha estado cambiando más rápido que nunca. Si esto finalmente es bueno o malo para la salud humana, lo dirá sólo una mejor comprensión del microbioma humano. El zoológico cutáneo Uno de los objetos de estudio es la piel, que comprende seis o siete hábitats diferentes, desde los espacios húmedos entre los dedos del pie hasta la parte externa de la oreja. «No hay que asombrarse de que sea un verdadero zoológico», asegura Martin Blaser, de la Universidad de Nueva York. En febrero, Blaser publicó el informe más completo sobre la piel que jamás se haya realizado. Aun así, sólo observó una pequeña superficie del antebrazo, donde encontró 240 especies en seis voluntarios sanos mediante una técnica que identifica diferentes microbios sobre la base de comparaciones genéticas. Al incrementar su muestra a 12 personas, Blaser contabilizó 360 especies. También descubrieron que no hay dos individuos con el mismo componente microbiano y que éste hasta cambia con el paso del tiempo en cada persona, pero todos comparten un núcleo o andamio bacteriano. Dado que la piel es el límite entre uno y el mundo exterior, es poco sorprendente que su comunidad microbiana sea tan variable. El equilibrio es extremadamente sensible a fluctuaciones ambientales y cambia cada vez que uno toma una ducha o hasta cuando se usa una nueva marca de jabón. A pesar de que una gran variedad de microbios puede vivir en la piel sin causar ningún daño, no siempre son benignos. Estas bacterias pueden producir infecciones si penetran en la sangre, dice Mike Wilson, microbiólogo del University College de Londres. Pero ninguno es tan frecuente como el Acné propionibacterium , una bacteria anaeróbica que se alberga en las glándulas y poros pobres en oxígeno y que causa el acné. Este microbio también ofrece una saludable lección a cualquiera que desee manipular la colonia microbiana de la piel. Durante más de tres décadas, el acné ha sido tratado con antibióticos. En 2002, investigadores de la Universidad de Leeds encontraron que en la década pasada hubo casi el doble de pacientes cuyas cepas eran resistentes a los antibióticos usados para tratarlo. Peor aún, dice Wilson, otros microbios cutáneos están adquiriendo resistencia. «Estudios recientes han demostrado que las gargantas de los individuos con acné tratados con tetraciclinas se colonizaron con bacterias resistentes que son responsables de enfermedades que pueden ser mortales.» Por Laura Spinney De New Scientist Traducción: María Elena Rey Bacterias contra la obesidad Desde hace mucho tiempo se sabe que la flora intestinal cambia con la edad, la dieta y otros factores. Así, hay una diferencia significativa en la tasa de grupos microbianos entre los bebes alimentados a pecho y los que toman biberón. «En los primeros, la colonia es cualitativamente menos patógena», dice Wilson. La metagenomía ha permitido revelar algunas asombrosas relaciones entre la microflora y la salud humana. Jeffrey Gordon, de la Universidad de Washington en St. Louis, utilizó la metagenomía para revelar que los obesos tienen una tasa de firmicutas y bacteroidetes -gérmenes presentes en el intestino- más alta que los delgados, lo que sugirió que la obesidad pudiera estar ligada con una habilidad incrementada para absorber nutrientes del intestino, gracias a la tasa de los microbios allí alojados. Cuando los obesos fueron puestos en una dieta de baja calorías, la proporción de bacteroidetes aumentó acercando su perfil microbiano al de la gente delgada. En otro estudio, Gordon identificó a un posible candidato para una intervención terapéutica: el Methanobrevibacter smithii, presente en el intestino e importante para la digestión de azúcares complejos que no pueden ser degradados por las enzimas humanas. Los ratones obesos tienen más M. Smithii en sus intestinos que los delgados, y cuando Gordon transplantó esa colonia en ratones con intestinos estériles, aumentaron de peso más que otros ratones a los que se les dio microflora intestinal de ratones delgados. Ahora, Gordon ha secuenciado el genoma del M. Smithii como un primer paso hacia la manipulación de su presencia en el intestino, y quizás hacia el ataque contra la obesidad. |
Fuente: Intramed.
Web: http://www.intramed.net