Fuente: 20 minutos
El equipo de meteorólogos del tiempo espacial del NWS-NOAA ha modelado la trayectoria de la eyección de masa coronal que se está dirigiendo a la Tierra en el día de hoy. Su impacto podría provocar tormentas geomagnéticas fuertes que se verían reflejadas como auroras boreales en países como Australia, Escocia, el sur de Suecia y los estados del norte de EE.UU.
Una tormenta solar puede provocar que toda la red de energía y comunicación quede fuera de servicio. Sin embargo, no hay por qué preocuparse dado que su naturaleza es débil y las previsiones de los expertos no apuntan a que pueda pasar algo extremo.
¿Cuáles son sus características?
Pero, ¿qué es realmente una tormenta geomagnética? Como explican los expertos del Instituto Geográfico Nacional (IGN), estas tormentas son «perturbaciones del campo magnético de la Tierra, que duran desde varias horas hasta incluso algunos días».
Se producen por «un aumento brusco de las partículas emitidas en las erupciones solares».
¿Y cuál es su origen? Se producen por causas externas, concretamente por «un aumento brusco de las partículas emitidas en las erupciones solares que alcanzan la magnetosfera, produciendo alteraciones en el campo magnético terrestre«, añaden los especialistas.
El gran problema de una tormenta de este tipo es que tiene un carácter global y que comienza «simultáneamente en todos los puntos de la Tierra». Sin embargo, las amplitudes son diferentes dependiendo de la zona, «siendo mayores cuanto más altas son las latitudes».
¿Cómo se forman y cuál es su frecuencia?
Una tormenta geomagnética o solar puede ser potencialmente peligrosa, según reconocen los expertos de las agencias espaciales y la más grave se produjo en 1859 originando problemas electromagnéticos a escala global, auroras boreales y otras dificultades eléctricas.
La frecuencia con que se producen está relacionada «con los periodos de la actividad solar, de unos 11 años de duración y que se conoce como ciclo solar», detallan. El Sol emite constantemente partículas, que es lo que conocemos como «viento solar».
Dichas partículas no penetran en la atmósfera de la Tierra al ser desviadas por la magnetosfera terrestre. No obstante, la actividad solar varía por estos ciclos solares, que se cuantifican «en función del número de manchas solares que presenta en cada momento».
Estas manchas corresponden «con zonas más frías de la fotosfera solar en las que el campo magnético es muy fuerte». Así, en estas zonas se originan «las fulguraciones solares y las eyecciones de masa coronal (CME) que se corresponden con violentas erupciones que arrojan inmensas cantidades de materia coronal al medio interplanetario, modificando la densidad del viento solar y su velocidad».
Por tanto, cuando esta eyección de masa coronal es realmente grande y se dirige dirección a la Tierra, el incremento de la densidad y de la velocidad del viento solar dan lugar a las famosas tormentas geomagnéticas.
ver más noticias de Magnetismo