Fuente: Scielo
El sujeto de la comunidad y de la sociedad: un tratamiento desde la psicología política
Subject, community and society: a study from the perspective of political psychology
Fernández, Omar D.1; Benbenaste, Narciso2; Biglieri, Jorge3; Estévez, Marilú3
1 Lic. en Psicología, Facultad de Psicología, UBA. Jefe de Trabajos Prácticos, Cátedra II de Psicología Política, Facultad de Psicología, UBA. Becario de Maestría UBACyT. omfer9@yahoo.com
2 Doctor en Psicología, Universidad de Buenos Aires. Categoría 1 Sistema Nacional de Investigadores. Profesor Titular, Informática, Educación y Sociedad y Psicología Política Cátedra II, Facultad de Psicología, UBA. Director del Proyecto de Investigación UBACyT P 023, 2004-2007 «La madurez Política en los Argentinos». narciso@psi.uba.ar
3 Lic. en Psicología, Facultad de Psicología, UBA. Docente en la Cátedra II de Psicología Política, Facultad de Psicología, UBA. Investigador en Proyecto UBACyT P 023.
Resumen
El objetivo principal es analizar las diferencias entre las nociones de sociedad y comunidad y los tipos de sujetos implicados. Se sostiene que existe una cercanía entre la noción de comunidad y el concepto de masa así como una asociación entre la noción de sociedad con la de individuo. Según Weber la diferencia es que en el concepto de sociedad la actitud de los actores se basa en una «compensación de intereses» por motivos racionales; en tanto en la comunidad la actitud se apoya en el «sentimiento subjetivo» de los integrantes de constituir un todo. Para este análisis se toman aportes de pensadores socio-políticos como Durkheim y Kornhauser. Pero sustantivamente para considerar los tipos de sujetos implicados nos apoyamos en los desarrollos que al respecto realizara Sigmund Freud. En particular en lo referente al concepto de masa y al vinculo con el líder. Por ultimo, se muestra como la noción de «comunidad»-tomada como reemplazo de «sociedad»- y el vinculo libidinal líder-masa, son características de los regimenes políticos populistas. Esto es que en el Populismo el sujeto no es propiamente el ciudadano en el sentido dado por Aristóteles.El sujeto en el populismo más bien tiende a ser el de pueblo en el sentido de un comportamiento más cercano a lo definible desde el psicoanálisis como Masa.
Palabras clave: Comunidad; Sociedad; Masa; Individuo
Abstract
The aim of this work is to analyze the differences between the notions of community and society, and the type of subject they imply. Relations are established between community and mass, society and individual. According to Weber, the attitudes of the diverse subjects in a society are oriented towards a compensation of interests based on rational motives, whereas in a community, their attitudes rely on the sense of being part of a whole. The social and political theories of authors such as Durkheim and Kornhauser are also relevant to this study, but Freud’s theoretical developments constitute the basis for the proposed analysis, especially those related to the concept of mass and its bond to the leader. It is suggested that the features included in the notion of community -as replacement for that of society- and the libidinal bond between leader and mass are characteristic of populist regimes, in which the subject is not the citizen in the classical Aristotelian sense, but rather «the people» displaying behavior close to that characteristic of a mass as defined in psychoanalytic terms.
Key words: Community; Society; Mass; Individual
Introducción
El objetivo principal es analizar las diferencias entre las nociones de sociedad y comunidad así como los tipos de sujetos implicados. Se sostiene que existe una cercanía entre la noción de comunidad y el concepto de masa así como una asociación entre la noción de sociedad -entendida como la sociedad contemporánea desarrollada- con la de individuo. Para Weber (1922) el concepto de relaciones sociales caracteriza ambas nociones. Pero en el concepto de sociedad la actitud de los actores en la acción social se basa en una «compensación de intereses» por motivos racionales; en tanto en la comunidad la actitud se apoya en el «sentimiento subjetivo» de los integrantes de constituir un todo. Es en las comunidades familiares y en general en las formas de vida reguladas por la tradición donde las relaciones tienden a ser cerradas y entonces, muy probable, que la situación de solidaridad pueda ser el estado monopólico- que en E. Durkheim se corresponde con lo que se denomina solidaridad mecánica-. En la noción de comunidad cada uno de los integrantes realiza un tipo de acción social que, dirá Weber, está imputada al resto. No hay entonces un sujeto individual sino algo más cercano a lo que Lebon y de manera más elaborado S. Freud (1921) caracterizará como masa. Autores como Kornhauser (1969) explican que en épocas de crisis sociales gente adulta- incluso normalmente muy racionales- ante una amenaza de desorganización puede devenir «masa» haciendo lugar entonces para que advenga un líder que la ordene.
En cambio la noción de sociedad está estrechamente relacionada con la conciencia de individuo -y desde la perspectiva política con la idea de representante-.
Históricamente el pasaje de una sociedad entendida como Comunidad a una sociedad propiamente en el sentido moderno del término esto es con alta diferenciación y desarrollo económico, conlleva el pasaje desde organizaciones hieráticas y trascendentalistas a organizaciones justificadas de manera inmanentista.
Para el análisis de estas cuestiones nos centramos en dos pensadores socio-políticos, E. Durkheim y W. Kornhauser. Pero, sustantivamente, para el análisis de los tipos de sujetos implicados en las nociones de comunidad y de sociedad nos valemos de lo aportado, al respecto, por S. Freud. Por ultimo, en este trabajo se muestra como la noción de «comunidad» tomada como reemplazo de «sociedad» y, solidariamente, el vinculo libidinal líder-masa, son características de los regimenes políticos populistas. Esto es que en el Populismo el sujeto no es propiamente el ciudadano en el sentido dado por Aristóteles, o sea un sujeto libre y racional.
Por eso se dice, y esto con razón, que no se puede mandar bien sin haber sido mandado. La virtud de estos es distinta, pero el buen ciudadano debe saber y estar en condiciones de dejarse mandar y mandar. Esa es precisamente la virtud del ciudadano: conocer el mando de los hombres libres en uno y otro sentido (1995, pp.115).
El sujeto en el populismo más bien tiende a ser el pueblo tomado como un todo y entonces de un comportamiento más cercano a lo definible, desde el psicoanálisis, como Masa.
Desarrollo
Max Weber define la acción social como una acción en donde el sentido conocido por el sujeto que la realiza, o los sujetos, esta referido a la conducta de otros, y de esta manera orientándose por ésta en su desarrollo.
Así, para este pensador, no toda clase de acción es»social» en el sentido aquí aceptado. La conducta íntima, por ejemplo, es acción social sólo cuando está orientada por las acciones de otros.
De esta manera, no toda clase de contacto entre los sujetos tiene carácter social; sino sólo una acción con sentido dirigida a la acción de otros.
La acción social no es igual a una acción homogénea de muchos; tampoco es igual meramente a la acción de alguien influido por conductas de otros.
Es un hecho conocido que los individuos se dejan influir fuertemente en su acción por el simple hecho de estar incluidos en una masa especialmente limitada; se trata, pues, de una acción condicionada por la masa. Este mismo tipo de acción puede darse también en un individuo por influjo de una masa dispersa (por el intermedio de la prensa, por ejemplo), percibido por ese individuo como proveniente de la acción de muchas personas. Algunas formas de reacción se facilitan, mientras que otras se dificultan, por el simple hecho de que un individuo se sienta formando parte de una masa. (Weber, 1974, pp. 19)
Otro concepto de Weber que necesitamos dejar en claro para nuestro análisis, es el de relación social, que debe entenderse como una conducta plural -de variosque, por el sentido que encierra, se presenta como recíprocamente referida, orientándose por esa reciprocidad. La relación social consiste, pues, plena y exclusivamente, en la probabilidad de que se actuará socialmente en una forma con sentido indicable.
La relación social consiste sola y exclusivamente -aunque se trate formaciones sociales como estado, iglesia, corporación, matrimonio, etc- en la probabilidad de que una forma determinada de conducta social, de carácter recíproco por su sentido, haya existido, exista o pueda existir (M. Weber, 1974, pp. 22).
De ningún modo significa que, los partícipes en la acción mutuamente referida, pongan el mismo sentido en esa acción. Bien puede encontrarse en los otros actitudes completamente diferentes. Los partícipes pueden unir un sentido distinto a su conducta: la relación social es así, objetivamente unilateral. Pero no deja de estar referida en la medida en que el actor presupone una determinada actitud de su contrario frente a él y en esa expectativa orienta su conducta. Sólo es objetivamente bilateral cuando el sentido de la acción mutuamente se corresponde -según las expectativas de cada uno de los partícipes-.
Ahora sí tenemos los términos básicos de Max Weber para una mayor explicitación, y distinción, de sus conceptos de Comunidad y Sociedad, centrales para este trabajo. Se llama comunidad a una relación social cuando y en la medida en que la actitud en la acción social se inspira en el sentimiento subjetivo (afectivo o tradicional) de los partícipes de constituir un todo.
Llamamos sociedad a una relación social cuando y en la medida en que la actitud en la acción social se basa en una compensación de intereses por motivos racionales, de fines o valores, o también en una unión de intereses con igual motivación.
Weber señala que una comunidad no implica cualquier participación común en determinadas cualidades, de la situación o de la conducta. Como ejemplo, la participación en una determinada herencia biológica -lo que se llaman caracteres raciales- no implica en sí misma una comunidad de los que tienen tales características.
Al respecto dice:
Comunidad sólo existe propiamente cuando sobre la base de ese sentimiento la acción está recíprocamente referida- no bastando la acción de todos y cada uno de ellos frente a la misma circunstancia- y en la medida en que esta referencia traduce el sentimiento de formar un todo. (Weber, 1974, pp.34).
Podemos comenzar a vislumbrar que el concepto de sociedad conlleva al concepto de individuo, mientras que el concepto de comunidad refiere más al concepto de masa tal como se ha entendido desde Lebon y Freud1.
W. Kornhauser sostiene que cuando un individuo forma parte de un movimiento de masa reemplaza la imagen individualizada de sí mismo por una indiferenciada; a la pregunta eterna de «¿Quién soy?», responde con la fórmula:»Soy como todos los demás». Y explicita:
A menudo hay una reacción activista subyacente en la participación en movimientos masivos, ya que los individuos buscan reemplazar las identidades internas por externas, sustituir un yo indeseado o desconocido por una imagen colectiva. De esa manera, el hombre-masa, resulta vulnerable al llamado de los movimientos de masa, que le ofrecen un modo de vencer el sufrimiento causado por la autoalienación desviando la atención de sí mismo y concentrándola en el movimiento (Kornhauser, 1969, pp. 109)
En la noción de sociedad Weber dice que en la relación social la acción de un participe determinado es diferenciada del resto; mientras que en la comunidad la acción de cada uno de los participes que llevan a cabo una relación social es imputada a los demás (el todo). Esto, en el pensador alemán, se corresponde a las nociones de solidaridad y representatividad respectivamente.
El sujeto de la comunidad
En un significado lato puede hablarse de sociedad para cualquier tipo de organización humana relativamente amplia y estable. Pero, en sentido riguroso, cabe distinguir la noción de comunidad de la noción de sociedad ubicando como modelo de esta última a la sociedad de mercado contemporánea. Max Weber (1974) es uno de los que ha considerado esta distinción entre el concepto de comunidad y el de sociedad en sentido riguroso:
La sociedad, de un modo típico, puede especialmente descansar (pero no únicamente) en un acuerdo o pacto racional, por declaración recíproca. Entonces la acción, cuando es racional, está orientada a) racionalmente con arreglo a valores: en méritos de la creencia en la propia vinculación; b) racionalmente con arreglo a fines: por la expectativa de la lealtad de la otra parte (pp. 33).
La sociedad en el sentido de una comunidad presenta un orden en el que predomina en cada uno de los integrantes el sentimiento de ser parte de un todo.
Psicológicamente considerado, las dos categorías más jerarquizadas en el sujeto de la comunidad son la de creencia y lo semejante; una, como modalidad para hallar sentido a la vida y, la otra, como criterio de reconocimiento mutuo. Históricamente el predominio de la creencia y lo semejante, como categorías psicosociales, se corresponde a un desarrollo pobre de la racionalidad. Esta aseveración no obsta para que en la sociedad contemporánea la creencia pueda ser un rasgo aún en sujetos con importante desarrollo en su racionalidad instrumental (saberes y aptitudes). Pero no tiene el papel regulador de las sociedades tradicionales y no hace obstáculo con la racionalidad económica de la práctica cotidiana. Además, en general, el sujeto de la sociedad de mercado tiende a considerar la justificación racional de los hechos como más aceptable que la creencia en designios divinos. Este tipo de sujeto no se siente parte de un todo; por el contrario, sus relaciones son desde posiciones e intereses diferenciados. (Benbenaste, N. 2006)
El sujeto de la sociedad
El sentimiento de individualidad emerge cuando cada uno deja de estar sujeto a pautas que lo significan como parte de un todo.
La conciencia de ser individual, en el sentido de un sujeto con voluntad para ejercer su comportamiento social en función de sus intereses privados y del desarrollo racional alcanzado – correlativamente una legalidad que lo permita- se hace posible con un mercado desarrollado (y más solidamente en la medida que aparece su correlato político o sea el carácter republicano de las instituciones).
El crecimiento del mercado produce una sociedad diferenciada, muchos tipos de trabajo y subsecuentemente de múltiples y heterogéneos roles en la vida cotidiana y, subsecuentemente que la gente no dependa de manera absoluta de las jerarquías -religiosas o políticas-. Son esas condiciones las que permiten la emergencia del individuo como tipo de sujeto histórico2.
Ahora bien la emergencia de esta clase de sujeto, como propio de la sociedad de mercado, es de una forma tal que conviene, psicológicamente, denominarlo individualista. El individualista, el sujeto del mercado, supone una racionalidad instrumental adecuada para incluirse en alguna de las diferenciaciones propias de la sociedad.
Cada rol se ejerce con una cierta conducta cualificada, pero, en tanto son propios de una sociedad de mercado, todos quedan, directa o indirectamene, cuantificados económicamente. Cada rol se evalúa, si bien desde su especificidad, por su encaje en el funcionamiento general de los intercambios regulados por el valor mercantil3. Al igual que cualquier transacción de mercancías la evaluación de los roles se hace, aunque de manera ordinal, por un cálculo de costo-beneficio. Cierto que el cálculo costo-beneficio es más explícito en el ámbito de los objetos, tradicionalmente llamado económico, pero existe implícitamente también en el juego de los roles, aún en el ámbito informal de la sociedad de mercado4. El cálculo implícito se ejerce por la presión de lo que en un momento aparece como lo socialmente esperable (aún cuando los actores mismos que componen esa presión no son conscientes de los determinantes que lo hacen ejercer esa presión).
Definimos «individualismo» como el estado subjetivo de que se vive para los roles, y, solidariamente, a la competencia mercantil como dinámica social. Quien no ajusta sus roles para lograr venderse, sea en el plano laboral, la esfera psicosexual o psicosocial en general, se experimenta como ineficiente; y si esto se hace duradero en el sujeto adviene un sentimiento de culpa por no ser socialmente aceptable (competente).
Emile Durkheim, por su lado, plantea en su tesis doctoral «La división del trabajo social», el pasaje de la solidaridad mecánica a una denominada solidaridad orgánica, como característica para distinguir una sociedad de poco desarrollo tradicional a una moderna lo que coincide con la noción de comunidad y sociedad (en sentido riguroso) que, tomando a Weber, venimos analizando.
Así, es una ley histórica que la solidaridad mecánica, que primero se sostiene sola o casi sola, progresivamente pierde pie, y que la solidaridad orgánica gradualmente se vuelve preponderante. Pero cuando la solidaridad cambia, la estructura de las sociedades no puede dejar de cambiar. (…) Consecuentemente, si la proposición precedente es correcta, debe haber dos tipos sociales que se corresponden con estos dos tipos de solidaridad. (Durkheim, 1993, pp. 141)
Durkheim destaca la creciente división del trabajo como factor para ese pasaje de un tipo de solidaridad a otra. Este gran pensador francés de fines del siglo XIX y comienzos del XX plantea que cuando la solidaridad mecánica domina una sociedad- en el sentido amplio del término- los individuos difieren poco entre sí. La sociedad es coherente porque los individuos aún no se han diferenciado. En cambio la solidaridad orgánica es aquella en la cual el consenso, es decir la unidad coherente de la colectividad, resulta de la diferenciación o se expresa en ella. Los individuos ya no son semejantes, sino diferentes; y hasta cierto punto precisamente porque son distintos se obtiene el consenso.
Es muy diferente la solidaridad que produce la división del trabajo. Mientras que (la solidaridad mecánica) implica que los individuos se parezcan los unos a los otros, este último presume que difieren. El primero es posible solo en tanto la individualidad personal se ve absorbida en la personalidad colectiva. El último es posible solo si cada uno tiene una esfera de acción peculiar para él, es decir si posee una personalidad. Entonces es necesario que la conciencia colectiva deje abierta una parte de la conciencia individual para que esas funciones especiales puedan establecerse allí, funciones que ella no puede regular. (…) cada individuo depende más directamente de la sociedad a medida que el trabajo se divide más, y por el otro lado, la actividad de cada individuo se hace más personalizada en la medida en que es más especializada (…) en consecuencia, la individualidad de todos crece al mismo tiempo que sus partes: la sociedad se vuelve más capaz de acción colectiva, a la vez que cada uno de sus elementos tiene mas libertad de acción. (Durkheim, 1993, pp. 140)
Durkheim denomina orgánica a una solidaridad fundada en la diferenciación de los individuos por analogía con los órganos del ser vivo, cada uno de los cuales cumple su propia función, y no se asemejan a los demás, pese a lo cual todos son igualmente indispensables para la vida.
Para el sociólogo francés la toma de conciencia de la individualidad se desprende del propio desarrollo histórico. En las sociedades primitivas, cada uno es lo que son los otros (se definen por similitud); en la conciencia de cada uno dominan, tanto por el número como por la intensidad, los sentimientos comunes a todos, o sentimientos colectivos.
La oposición de estas dos formas de solidaridad se combina con la oposición entre las sociedades segmentarias (un segmento designa a un grupo social en que los individuos están integrados estrechamente, pero el segmento es también un grupo situado localmente, relativamente aislado de los demás y que desarrolla su propia vida). Implica una solidaridad mecánica por similitud; pero supone también la separación con el mundo exterior, y las sociedades en que aparece la división moderna del trabajo.
La conciencia colectiva, es simplemente «el conjunto de creencias y sentimientos comunes el término medio de los miembros de una sociedad». De acuerdo con las diferentes sociedades, esta conciencia colectiva implica más o menos extensión o fuerza. En las sociedades en que domina la solidaridad mecánica, la conciencia colectiva engloba a la mayor parte de las conciencias individuales. En las sociedades arcaicas, la fracción de las existencias individuales sometidas a los sentimientos comunes es casi coextensiva de toda existencia.
En cambio, donde reina la solidaridad orgánica, Durkheim cree observar simultáneamente una reducción de la esfera de existencia correspondiente a la conciencia colectiva, un debilitamiento de las reacciones colectivas contra la violación de las prohibiciones, y sobre todo un margen más amplio de interpretación individual de los imperativos sociales.
Por último, al tomar los aportes del Psicoanálisis, se recurre a Sigmund Freud teniendo como referente uno de sus escritos sociales más relevantes, Psicología de las masas y análisis del Yo (1921), en tanto nos permite establecer una relación entre el concepto de masa en sentido psicológico, el concepto de Comunidad (Max Weber) y Solidaridad Mecánica (E. Durheim).
Freud dice al respecto:
«Las masas humanas vuelven a mostrarnos la imagen familiar del individuo hiperfuerte en medio de una cuadrilla de compañeros iguales, esa misma imagen contenida en nuestra representación de la horda primordial. La Psicología de estas masas, según la conocemos por las descripciones tantas veces citadas-la atrofia de la personalidad individual conciente, la orientación de pensamientos y sentimientos en las mismas direcciones, el predominio de la afectividad y de lo anímico inconsciente, la tendencia a la ejecución inmediata de los propósitos que van surgiendo-, responde a un estado de regresión a una actividad anímica primitiva, como la que adscribíamos justamente a la horda primordial. De este modo, la masa se nos aparece como un renacimiento de la Horda primordial. Así como el hombre primitivo se conserva virtualmente en cada individuo, de igual modo la hora primordial se restablece a partir de una multitud cualquiera de seres humanos; en la medida que estos se encuentren de manera habitual gobernados por la formación de masa.» (1921, Pág. 117).
Pero la masa no puede existir sola, Freud hace notar la relación no solo complementaria sino, en rigor, suplementaria con el líder, para existir necesita de un conductor. Cuando alude a las dos masas artificiales, el ejército y la iglesia, plantea:
«Notemos que en estas dos masas artificiales cada individuo tiene una doble ligazón libidinosa: con el conductor y con los otros individuos de la masa».
Esta ligazón se establece merced a los mecanismos de idealización y de identificación, de los miembros de la masa con el líder y de los miembros de la masa entre sí. La ilusión de que ese líder «ama a todos por igual» es crucial para sostener el todo.
«… Ya columbramos que la ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene la naturaleza de una identificación de esa clase (mediante una importante comunidad afectiva), y podemos conjeturar que esa comunidad reside en el modo de ligazón con el conductor» (1921, Pág. 101).
La libido de meta inhibida es promovida hacia una fuerte identificación entre los individuos con un objeto común y la culpa compartida, hace a lo básico de los lazos comunitarios.
A la vez, esta masa se caracteriza por la relación que tiene con su conductor, ubicado en el ideal del Yo de los miembros, siendo esta la base de la identificación recíproca, de yo a yo, a este rasgo común.
«Pero no olvidemos que la exigencia de la igualdad de la masa sólo vale para los individuos que la forman, no para el conductor. Todos los individuos deben ser iguales entre sí, pero todos quieren ser gobernados por uno. Muchos iguales que pueden identificarse entre sí, y un único superior a todos ellos». (1921, Pág. 105).
De acuerdo a este recorrido, el concepto de masa resulta, entonces, solidario con el concepto de comunidad de Max Weber, en tanto predomina el sentimiento de los individuos que la componen de constituir un todo y sobre la base de ese sentimiento la acción está recíprocamente referida. También está relacionada con la noción de Solidaridad Mecánica de Durkheim, en tanto es un tipo de sociedad, en donde cada individuo es lo que son los otros (se definen por similitud); en la conciencia de cada uno dominan, tanto por el número como por la intensidad, los sentimientos comunes a todos, o sentimientos colectivos.
El sujeto de la Comunidad y la Sociedad: su relación con el sujeto del Populismo
La emergencia de líderes nacionales populistas por fuera – o a pesar – de las estructuras de los partidos políticos tradicionales es un dato destacable de los últimos años en la política de América Latina. La debilidad de las instituciones de la democracia – uno de cuyos factores decisivos ha sido la corrupción de los partidos políticos tradicionales, justamente también de corte populistas aunque orientados en lo que se ha dado en llamarse neo-liberalismo5 – intenta ser reparada, ya no por golpes militares sino por líderes que ostentan un discurso y consignas anti corrupción, anti-neoliberal pero también, en lo fundamental, tienen un carácter populistas.
En la literatura política se ha asociado el populismo a gobiernos que facilitaron el acceso de importantes sectores de la población al consumo y a la cultura urbana6. En Argentina, uno de los factores que permitieron este ingreso ha sido una política de sustitución de importaciones que comienza a verificarse en la década del ’30, siendo Juan Perón en Argentina, entre la décadas del’40 y ’50, el líder emblemático de este proceso.
Debido a aquella circunscripción del concepto, los gobiernos que más adelante, como política económica, impulsaron privatizaciones y cierto grado de apertura de la economía, fueron etiquetados de «neoliberales» intentando significar con este término una posición contrapuesta a «populistas».
Sin embargo, esta aparente contradicción se desdibuja al momento de considerar que las privatizaciones fueron realizadas de manera tal que en cierta medida dieron lugar a oligopolios privados en sectores claves de la economía como los servicios, con beneficios que pueden estimarse prebendarios7 a la par que se descuidaba una reforma racional del Estado8 así como su responsabilidad de atender y subsanar las crecientes
desigualdades sociales.
Ahora bien como punto de este trabajo nos interesa mostrar que el Populismo, cualquiera sean sus variedades coyuntarales en cuanto a políticas económicas se caracterizan por la subalternización de las instituciones y una relación, centralmente libidinal, entre líder – pueblo.
A continuación desglosamos las notas principales del discurso populista:
• La búsqueda por parte del líder de una relación directa y carismática con el pueblo, subordinando o desconociendo la validez de las mediaciones institucionales9.
• La instalación de la categoría pueblo en lugar de ciudadano como sujeto de la política10; este constituye un aspecto crucial de la eficacia de este discurso.
• El pueblo -noción cercana a masa- es ubicado como protagonista y destinatario de cambios sociales trascendentes que deben realizarse, aludiendo así a un derecho natural afectado por causa de los poderes antipueblo. Por lo mismo, los actores encargados de esta tarea -líder y pueblo mancomunados- quedan investidos de un carácter trascendentalista, sacro.
• Énfasis en el nacionalismo. La presencia de contenidos de corte nacionalista sirve para amortiguar los conflictos entre sectores sociales internos al mismo tiempo que construye y ubica la agresividad en una minoría poderosa generalmente vinculada a lo extranjero. Lo nacional así evocado requiere, entonces, de un sujeto no universalista. Simultáneamente, la identidad de cada uno se realiza desde la representación de ser parte de y, por ende, en una actitud más cercana a lo místico que a la racional.
• La cuestión de la riqueza es planteada casi exclusivamente en términos de necesidad de una redistribución justiciera y no de desarrollo, lo que supone subalternizar la iniciativa individual como valor positivo para el progreso personal y de la sociedad. Esta forma de considerar al sujeto en las dimensiones económica y política, hace que la iniciativa individual, y eventualmente la búsqueda de riqueza individual, aparezcan como un disvalor.
• La demagogia11. En su discurso, el líder incorpora pocos o ningún dato empírico acerca de la factibilidad de las propuestas y promesas.12
• Fuerte predominio de la dimensión retórica del lenguaje como correlato de la falta de base empírica. Ello tiene como objetivo construir y generar en los receptores del discurso una escena imaginaria donde se tornen verosímiles los objetivos y la épica que se proponen. Se procura crear una trama novelada donde todos los factores y vicisitudes son interpretables desde el vínculo libidinal idealizado líder-pueblo. Por otra parte, esto supone que la gesta que deben librar, es decir, resolver una situación de degradación nacional y de injusticia que padece el pueblo, no puede ser lograda por los mecanismos institucionales republicanos, al menos tal como se encuentran. Este planteo justifica la reducción de la individualidad ciudadana a un comportamiento de masa: pues para ser un respaldo eficaz del líder, es menester que los individuos se unifiquen.
• La insinuación de que después de la victoria la imagen de nación, que equivale a obtener una más amplia unificación libidinal, deberá incluir a los indiferentes o a los que no apoyaron la lucha. No así a los poderosos extranjeros y sus agentes, pues es menester que aún en estado latente siempre se encuentren enemigos que sigan justificando el vínculo libidinal líder-masa por encima de las instituciones.
• La tendencia a una indiferenciación entre Partido, Gobierno, Estado y, subsecuentemente, entre los tres poderes republicanos. Esto constituye además un objetivo que hace al desideratum del populismo: el control social.
• Importante incidencia del Estado sobre variables del mercado -nivel macroeconómico-, lo que resulta decisivo para garantizar el control social que es el sentido principal del populismo.
Conclusiones
El comportamiento de masa tiende a ser el sujeto del populismo. Se trata de un sujeto que tiene dificultades para asumir un análisis crítico sobre la realidad y necesita entonces ser conducido y creer en una trama novelada y dualista sobre ella.
La relación líder / masa es la principal característica del populismo. El líder populista se halla en el lugar del ideal, en el sentido psicoanalítico del término, de aquellos los que así devienen en un comportamiento de masa. De este modo se subordinan o desconoce la validez de las mediaciones de la representación política institucionalizadas.
Por consiguiente, psicológicamente, no se desarrolla la conciencia individual ni, en correspondencia, se puede hablar, desde una perspectiva política, de la idea de ciudadano en el sentido dado por Aristóteles.
El sujeto del discurso populista se asemeja al de la Comunidad y de la Solidaridad Mecánica descritos por Weber y Durkheim respectivamente.
Notas
1 Según Le Bon los principales rasgos del individuo integrante de la masa son: la desaparición de la personalidad conciente, de los sentimientos e ideas en el mismo sentido por sugestión y contagio. A diferencia de Le Bon, Freud descarta la idea de sugestión y sostiene que lo que cohesiona a la masa es la libido: «se llama así a la energía, considerada como magnitud cuantitativa, de aquellas pulsiones que tienen que ver con todo lo que puede sintetizarse como amor.» (Laplanche-Pontalis, 1999, pp. 86)
Otra diferencia central que marca Freud respecto a Le Bon se relaciona con el líder. En Le Bon éste tendrá un papel secundario, en cambio, Freud demostrará cómo el líder es condición de posibilidad de existencia de la masa.
2 Esto ya había sido reconocido por K. Marx. Ver por ejemplo Prólogos de Marx y Engels, Manifiesto del Partido Comunista (1848).
3 Valor mercantil indica que se ha mercantilizado la trama psicosocial. En tanto no hay otra forma de intercambio social que permita vivir sino a través del dinero; el valor mercantil es vivenciado como el modo de los intercambios sociales y de adaptación a la vida social (Benbenaste, N. 2005). Una extensión mayor de este concepto excede a los fines de este trabajo.
4 En los ámbitos informales el cálculo es más desde una escala ordinal, no tan preciso entonces como cuando se trata de transacciones con mercancías-objetos en la que cuenta una escala de cociente
5 El Consenso de Washington fue formulado originalmente por John Williamson en un documento de noviembre de 1989 «What Washington Means by Policy Reform». Sus 10 medidas han sido: Disciplina fiscal; Reordenamiento de las prioridades del gasto público; Reforma Impositiva; Liberalización de las tasas de interés; Una tasa de cambio competitiva; Liberalización del comercio internacional (trade liberalization); Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas; Privatización; Desregulación; Derechos de propiedad.
6 Para un análisis clásico de las características generales de la economía del populismo puede verse Dornbusch, R & Edwards, S. (1992). Otras referencias son: Cardoso, E. & Helwege, A. (1991) y Di Tella, T. (1969).
7 Correlativamente se produjo una distorsión de los precios relativos a favor de ese sector. Ello tuvo dos efectos disímiles. Por un lado, y a favor de un tipo de cambio que igualaba al peso con el dólar, permitió la importación de bienes de capital y modernización de ese sector y otros; por otra, perjudicó la competitividad de los bienes transables.
8 Este Estado poco racional ha jugado, sin duda, como factor relevante para el incremento del gasto público improductivo, lo que determinó una carga impositiva -en particular sobre el consumo y el área laboral- a la vez que un fuerte incremento de la deuda externa y de la deuda pública en general
9 En Argentina, el Partido Justicialista -fundado por J. Perón- en lo fundamental ha funcionado como movimiento, es decir por una vertebración dada por el vínculo líder-masa, siendo el partido la forma jurídica para arribar al manejo del Estado.
10 La noción de ciudadano se apoya en la de individuo. Se debe entender la noción de individuo no como opuesto a lo social sino al contrario. El desarrollo individual es función de la interiorización de los productos sociales. En ese sentido, el concepto de individuo no coincide con la noción intuitiva de individualismo. Teniendo en cuenta esta distinción, el desarrollo individual es el sujeto de la democracia. El sujeto de la democracia es alguien que no sólo vota sino que puede elegir o, incluso, ser elegido. Ambas opciones supone un nivel racional muy distinto al comportamiento de masa. Este pensamiento se halla en línea con el de Aristóteles (1995, p.41): «Por eso se dice, y esto con razón, que no se puede mandar bien sin haber sido mandado. La virtud de estos es distinta, pero el buen ciudadano debe saber y estar en condiciones de dejarse mandar y mandar. Esa es precisamente la virtud del ciudadano: conocer el mando de los hombres libres en uno y otro sentido.»
11 Desde nuestro marco teórico la demagogia es una de las formas del autoritarismo. Se caracteriza por desresponsabilizar a quienes son objeto del discurso a cambio de promesas o prebendas. Ver Benbenaste, N. (2001) Democracia Mercantil. EUDEBA. Bs.As.
12 La demagogia aparece como ingrediente en casi todo discurso político, pero en líderes o regímenes populistas ese tipo de discurso tiende a ser excluyente.
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