GEPAMA-CEA, por Walter Alberto Pengue
Por Walter Alberto Pengue-Ingeniero Agrónomo especializado en mejoramiento genético, maestría en políticas ambientales, GEPAMA-CEA-Universidad de Buenos Aires.
La semilla es para el agricultor la base de todo su sistema productivo. Ha formado parte de una necesidad y búsqueda de mejora, transmitida culturalmente por generaciones, en un sistema de intercambio entre los pueblos que persiste hasta nuestros días. La apropiación de parte de nuestro conocimiento popular ha sido siempre un objetivo comercial de muchos empresarios, que de la mano de ciertas técnicas desarrolladas por ingeniería genética pueden poner en riesgo la seguridad alimentaria de las naciones.
Históricamente, el proceso de selección y mejora de variedades agrícolas estuvo en manos del agricultor, quien recurrentemente guardaba e intercambiaba con otros productores distintas semillas para las siguientes estaciones. Pero el proceso de manejo de la propia semilla por parte del productor y los programas convencionales de mejora comienzan a revertirse en muchas regiones, a comienzos de este siglo, con la llegada de los nuevos conocimientos del “vigor Híbrido”.
Las semillas híbridas son la primera generación descendiente de dos líneas parentales distintas dentro de una misma especie. Su éxito estaba en que son muy pocos –los breeders y sus empresas- los que conocen estas líneas parentales que tienen en general un mayor rendimiento pero que, de querer reproducir en generaciones sucesivas, segregan y pueden dar una nueva generación con plantas y rendimientos desuniformes. El agricultor se ve obligado a comprar la semilla todos los años para asegurar su cosecha, trasladando parte de su renta a las manos de las compañías dueñas del manejo del material genético y sus cruzamientos.
Con esta práctica, las empresas de semillas comienzan a acumular un creciente desarrollo económico y manejo de la agricultura mundial. “Las corporaciones transnacionales vinculadas a la producción agropecuaria y la salud, han concentrado un enorme poder”, y Argentina ha sido uno de los nichos mundiales donde este crecimiento se ha hecho notable [i] (1).
El éxito en la hibridación comercial se ha dado en cultivos como el maíz, el girasol y el sorgo, pero aun no se ha podido ampliar el arroz, el trigo y la soja, especies que a diferencia de las anteriores –que se utilizan como alimento para el ganado- son la base alimentaria de una importante porción del mundo. En estas variedades los agricultores han pretendido continuar guardando sus semillas, lo que según las compañías atenta contra sus intereses comerciales, puesto que ven en esta ancestral práctica un riesgo y daño económico y una de las fuentes del atraso en que se encuentran vastas regiones de nuestro planeta.
La seguridad alimentaria mundial, o por lo menos de las regiones más pauperizadas del mundo, no puede dejarse al albedrío y juicio del interés privado. En el mundo desarrollado el sistema de protección de invenciones y patentes funciona por el propio flujo de la renta entre los distintos actores, pero en el subdesarrollado ejercer acciones no meditadas ni analizadas puede condenar a la inanición y al desamparo.
Semillas Suicidas
Así como en el siglo pasado fueron los híbridos, en este las nuevas vedettes de alta respuesta ofrecidas a los productores son las semillas trasgénicas. Estas semillas están protejidas por el sistema de patentes, que pretende asegurar beneficios extraordinarios como premio a los planes de investigación y desarrollo.
Pero para cuando las patentes, los fees a la investigación incorporados en el costo de las semillas y los sistemas de regalías extendidas o la propia estructura de control jurídico fallan (especialmente en los países subdesarrollados), las compañías han logrado crear un sistema que permite controlar de forma absoluta la producción y el abastecimiento: la tecnología Terminator. Esta es la principal aplicación de una patente genérica para el “control de la expresión de los genes de las plantas”[ii]. Se trata básicamente de un mecanismo suicida, genéticamente diseñado para activarse por un estímulo exterior específico. Estas semillas se autodestruyen, y por lo tanto no es posible resembrarlas. Inclusive se están desarrollando en la actualidad semillas suicidas, cuyas características genotípicas pueden ser activadas o desactivadas mediante el uso de un inductor químico externo mezclado con los agroquímicos patentados por la misma compañía que las comercializa.[iii]
La dependencia alimentaria
Para los países en vías de desarrollo, el riesgo –no ya ambiental ni comercial- sino para la propia seguridad alimentaria, es incalculable. Esto ha motivado que organismos del mundo desarrollado y agencias internacionales presionaran a las compañías multinacionales para que renuncien a este tipo de controlador biológico. Pero el conflicto no ha terminado y la intención de patentar una nueva generación de tecnologías Terminator con el mismo objetivo –el control final de los genes y su inviabilidad como semilla- sigue vigente.
Terminar con Terminator
Una discusión amplia en el ámbito nacional y supranacional sobre los riesgos de estos sistemas de expresión y control biogenético en la agricultura podría conducir a recomendaciones sobre la eliminación definitiva de la tecnología Terminator y de cualquier alternativa que suponga reemplazarla. La búsqueda de opciones más inteligentes y de menor riesgo para los actores más desprotegidos y para el ambiente, que además aseguren a las empresas el retorno adecuado por sus patentes y a los agricultores pobres el desarrollo en su propio marco y criterio, debería surgir de esta discusión. También, por ejemplo, un sistema dual de patentes, en el cual a países ricos o a productores ricos de países pobres se les exija el pago correspondiente, mientras a los países o agricultores pobres se les permita la libre utilización y disposición de la semilla.[iv]
Todo esto debería comenzar a tenerse en cuenta en un mundo que seguirá albergando a millones de personas que padecerán hambre y desnutrición crónica, incluso considerando la aplicación de estas nuevas alternativas biotecnológicas.
Le Monde Diplomatique / Septiembre 2000
[i] J. Morello y S. Matteucci, “Ambiente y Territorio. La Argentina agredida”. Realidad Económica, Nº 169, IADE. Buenos Aires, 2-00
[ii] R. Steinbucher y P. Mooney, “Tecnología Terminator: Una amenaza para la seguridad alimentaia mundial”, The Ecologist, Vol 28, Nº5, sept/oct 1998, versión española, Madrid, mayo 1999.
[iii] RAFI. Tecnologías Traitor: Nuevas implicaciones de Terminator. En RAFI: www.rafi.org.
[iv] Justin Gillis, “A gift from Monsanto:genetically altered rice”, International Herald Tribune, 5/6-8-00