La pandemia del coronavirus está teniendo efectos sin precedentes en la vida cotidiana de los ciudadanos de América Latina y el Caribe, con repercusiones especialmente graves en los hogares de menores ingresos, que van desde la pérdida de empleo e ingresos hasta la falta de información sobre la propia enfermedad. La situación está cambiando rápidamente y requiere acciones de política rápidas.
Esas son las conclusiones iniciales de una encuesta en línea creada por un grupo de investigadores del Departamento de Investigación del BID y de la Universidad de Cornell sobre los efectos de la pandemia en la región. La encuesta se lanzó en Chile el 3 de abril y se ha extendido a otros países de América Latina y el Caribe desde entonces, a los que se añadirán varios países en los próximos días (visite el sitio web de la encuesta aquí). La respuesta ha sido tremenda. Ya han participado en la encuesta más de doce mil personas de diferentes regiones de Chile y de diversos orígenes socioeconómicos. Similarmente, después de sólo un par de días, se han recibido alrededor de cinco mil respuestas de Bolivia, Panamá y Uruguay. Un claro mensaje del proyecto es que la gente de América Latina y el Caribe quiere que sus voces sean escuchadas.
Los primeros datos obtenidos en Chile ilustran el importante costo que la pandemia está imponiendo sobre la situación económica de los hogares. Un tercio de los encuestados informó que había perdido su trabajo en la última semana y casi dos tercios informaron que los ingresos totales de sus hogares habían disminuido durante ese tiempo. Casi el 90% de los encuestados dijo que los precios de los artículos de uso cotidiano en el hogar habían aumentado, lo que apretó los presupuestos familiares desde ambos flancos.
Los resultados también indican que la pandemia del coronavirus está exacerbando la desigualdad. Los encuestados con ingresos más bajos antes de la pandemia son más propensos a reportar pérdidas de empleo durante la semana anterior (véase la figura), tal vez porque los hogares de ingresos más altos tenían mejores condiciones para trabajar desde casa. La pandemia también ha afectado de manera desproporcionada a las personas de bajos ingresos que operaban sus negocios, quienes tuvieron que cerrar sus negocios debido a la disminución de la demanda (véase la figura).
Los ricos, por su parte, están mejor preparados ya que tienen más reservas de alimentos y es más probable que dispongan de los recursos financieros necesarios para hacer frente a una crisis financiera inesperada.
Pérdidas de empleo y cierre de negocios
Durante la semana pasada
Fuente: Encuesta del BID/Cornell Covid-19
Las inmensas perturbaciones económicas indican que los hogares necesitarán la ayuda del gobierno para llegar a fin de mes. Además, dados los efectos desproporcionados en las personas con ingresos más bajos, una selección cuidadosa de los beneficiarios magnificaría los efectos de los programas de asistencia pública. De hecho, entre los encuestados más vulnerables -por ejemplo, las personas de ingresos más bajos que perdieron su empleo- sólo el 40% informó de que eran beneficiarios de los programas de subsidios en efectivo ofrecidos por el gobierno antes de la pandemia.
También hay otros factores que deben tenerse en cuenta. Los encuestados de mayores ingresos reportan obtener información relacionada al COVID-19 a través de la televisión y los periódicos en mayor proporción que los encuestados de menores ingresos, quienes a su vez reportan un mayor uso de las redes sociales para obtener información relacionada al COVID-19. El uso de diferentes fuentes de información podría generar disparidades en el conocimiento. De hecho, los encuestados de menores ingresos tienen menos probabilidades de saber cómo se transmite el coronavirus o de haber oído hablar de distanciamiento social. Esto significa que las respuestas de política deben ir más allá de las transferencias o subsidios en efectivo. Las campañas de información desplegadas rápidamente a través de diversas fuentes podrían jugar un papel importante para garantizar que todos estén informados con precisión, contribuyendo así a frenar la propagación de la enfermedad.
El panorama en Chile parece sombrío, pero es posible que los efectos sean aún más devastadores en otros países de la región. Los resultados preliminares en otros países sugieren pérdidas de empleo y cierres de empresas aún mayores. Sin embargo, si los encargados de la formulación de políticas se aseguran de disponer de un conjunto amplio de datos, escuchar las voces de su pueblo y reaccionar con rapidez, pueden al menos atenuar algunas de las graves consecuencias sanitarias y económicas de este virus peligroso y de rápida propagación.