Sir John Templeton creía que la ciencia del S. XXI ayudará a entender a Dios
Sir John Templeton falleció la semana pasada, a la edad de 95 años, como consecuencia de una neumonía. Atrás ha dejado una larga vida dedicada a los negocios y a la filantropía. El Premio John Templeton (destinado a los investigadores en las realidades espirituales), que es el premio más cuantioso del mundo, y la Fundación que lleva su nombre, desde la que se ayuda a científicos y pensadores de todo tipo de disciplinas, son sus principales legados. La finalidad de todo este esfuerzo: resolver las grandes cuestiones de la vida. Para Templeton, poco se podía saber de Dios a partir de la Biblia, pero la ciencia del siglo XXI podría revitalizar este conocimiento. Por Yaiza Martínez.
La Fundación John Templeton anunciabarecientemente la muerte, el pasado ocho de julio, de Sir John Marks Templeton, creador de dicha fundación.
Afectado de una neumonía, el señor Templeton falleció a la edad de 95 años, tras dedicar, durante las últimas décadas, su fortuna a la Fundación John Templeton, creada para tratar de resolver las “Grandes Cuestiones” de la ciencia, la religión y el sentido de la existencia humana.
John Templeton fue un gran hombre de negocios, pionero en inversiones financieras, que al mismo tiempo mostró siempre un gran interés por el conocimiento. De hecho, el lema que creó para su fundación fue “Qué poco sabemos, qué gran deseo de aprender”.
Nacido en Tenessee, amasó una enorme fortuna y donó cientos de millones de dólares al fomento de la comprensión de lo que él llamaba las “realidades espirituales”.
Premio Templeton
Su carrera comenzó en Wall Street, en el año 1937, y lo llevó a crear uno de los mayores y más exitosos fondos de inversión internacionales. Llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo, y fue nombrado caballero por la Reina Isabel II de Inglaterra en 1987, por sus abundantes obras filantrópicas.
En 1972 creó el Premio Templeton, que es el premio con la dotación más cuantiosa del mundo, de los concedidos a un solo individuo. Hoy por hoy asciende a un millón de euros, y va destinado a reconocer logros ejemplares alcanzados por investigaciones o trabajos relacionados con la dimensión espiritual de la vida.
Según publica el New York Times, a lo largo de su historia, John Templeton invirtió asimismo gran parte de su fortuna en pensadores e innovadores espirituales, como la Madre Teresa, el predicador evangélico Billy Graham, el escritor soviético Aleksandr I. Solzhenitsyn, el físico Freeman Dyson, o el filósofo Charles Taylor.
En 1987, creó la Fundación John Templeton, situada en West Conshohocken, Pennsylvania, y dedicada a servir como “catalizador filantrópico” de nuevos descubrimientos en áreas relacionadas con las grandes preguntas: desde las leyes de la naturaleza y del universo, hasta la naturaleza del amor, la gratitud, el perdón o la creatividad, explica la web de la Fundación.
Hacer ciencia de temas religiosos
Inevitablemente, el altruismo de John Templeton generó siempre controversia. Los críticos señalaban que sus “realidades espirituales” suponían de por sí una contradicción, dada la supuesta incompatibilidad entre ciencia y dios.
Para muchos, la idea de “progreso” en la religión resultaba extraña, al igual que la cesión de ayudas para “descubrimientos” en este campo. Pero John Templeton no se rindió y su Fundación se dedicó a promover la aplicación de la metodología científica al estudio de temas religiosos.
La física teórica, la biología evolutiva y las ciencias cognitivas se aplicaron a este objetivo. Así, por ejemplo, la Fundación promovió un estudio de coste multimillonario acerca del perdón o un estudio de dos años de duración destinado a demostrar el efecto de la oración en 600 pacientes que habían sido sometidos a cirugía.
Y, aunque los críticos siguieron manteniendo que la reconciliación entre ciencia y religión no era posible, y que estos estudios eran ingenuos y estaban motivados sólo por el deseo de situar a las creencias religiosas al mismo nivel que el conocimiento científico, otros pensadores defendieron la intención de la fundación, señalando que la ciencia no debía tener el monopolio sobre la verdad, y que ciencia y religión podían cooperar de manera productiva.
Una mina de oro
John Templeton dedicó una gran parte de su fortuna a la Fundación John Templeton, que actualmente cuenta con una donación de aproximadamente mil millones de euros, y que destina cerca de 45 millones anuales a premios.
La mayor parte de las aportaciones económicas de dicha fundación van a la investigación científica de importantes universidades, en campos como la física teórica, la cosmología y las ciencias sociales, así como en estudios relacionados con el amor, el perdón, la creatividad, y la naturaleza y el origen de las creencias religiosas.
La Fundación también apoya y fomenta el diálogo abierto e informado entre científicos y teólogos para encontrar respuestas a esas grandes cuestiones que preocupaban al hombre de negocios, desde los diversos campos de investigación.
Templeton, que fue presbiteriano, señalaba que se podía conocer relativamente poco de Dios a través de las escrituras y de la teología actual, pero que “las revelaciones científicas podrían convertirse en una mina de oro para la revitalización de la religión en el siglo XXI”.