Fuente: Clarín.
“Plásticos”, dice McGuire, el almidonado ejecutivo de una empresa que hace la recomendación clave sobre su fórmula de la prosperidad. “Hay un gran futuro en los plásticos”, remarca según el guión de una nueva película que se acaba de estrenar.
De hecho, los plásticos han cambiado las reglas del juego para la humanidad, y la enorme variedad de productos baratos y duraderos, desde envases de alimentos y caños de PVC hasta ropa de poliéster y productos médicos descartables, llegaron para quedarse.
El problema, como casi todo el mundo sabe, es que los plásticos son para siempre y muy poco de ellos se ha reciclado.
Las Naciones Unidas estimaron que la mayor parte de los 400 millones de toneladas que se producen anualmente (producción que se duplica desde el año 2000) permanecerá en la Tierra de alguna forma conforme la luz solar, el viento y el mar descomponen los plásticos en diminutas partículas.
Hace aproximadamente veinte años, el biólogo marino Richard Thompson descubrió una preocupante acumulación de pequeñas partículas de plástico en los hábitats oceánicos y acuñó la palabra “microplásticos”.
Desde entonces, los científicos han encontrado estos fragmentos en todas partes, desde lejanos picos montañosos y el Ártico hasta el fondo marino.
En la década siguiente, los investigadores comenzaron a descubrirlos incrustados en una amplia variedad de seres vivos, como los mariscos que comemos.
Más recientemente se hallaron microplásticos dentro del cuerpo humano: en los pulmones, la sangre, las heces e incluso en la leche materna.
En 2021, científicos italianos identificaron por primera vez microplásticos en algunas placentas humanas.
La pregunta que la ciencia se hace cada vez con mayor urgencia es si estos cuerpos sintéticos extraños constituyen una amenaza para la salud humana. “
Sabemos que los microplásticos están en todas partes, sabemos que son perjudiciales para la vida marina y las pesquerías, pero las investigaciones sobre cómo impactan en los seres humanos aún no están al día”, dijo Imari Walker-Franklin, ingeniera ambiental e investigadora química de RTI International, que estudia los microplásticos.
Plastic People, un nuevo documental dirigido por Ben Addelman y Ziya Tong, analiza la nueva ciencia de estos mini desechos y llega a una conclusión preocupante: los posibles riesgos sanitarios relacionados con la contaminación plástica son cada vez más difíciles de pasar por alto.
La película, que se estrenó hace unas semanas en el Festival de Cine SXSW en Austin, Texas, sigue el trabajo de investigadores de microplásticos de media docena de países, entre ellos un par de científicos turcos que dijeron haberlos descubierto recientemente dentro del cerebro humano.
Algunas de las partículas se encontraron en lo profundo del tejido de tumores cerebrales cancerosos.
“La revelación de que el cuerpo humano está lleno de microplásticos es reciente y creo que sus implicancias serán una de las historias ambientales y sanitarias más importantes de nuestro tiempo”, dijo Rick Smith, presidente del Instituto Canadiense del Clima y uno de los productores ejecutivos de la película.
“No importa si somos ricos o pobres. No hay forma de protegerse de este tipo de nueva contaminación”, resaltó.
Micro versus nano
Los microplásticos, fragmentos de menos de 5 milímetros de tamaño que normalmente pueden verse a simple vista, no deben confundirse con los nanoplásticos, que son más pequeños que una mota de polvo y a menudo son el subproducto involuntario de la producción de plástico.
La investigación sobre los posibles efectos de los nanoplásticos en la salud está todavía en las primeras etapas, al menos en comparación con los estudios sobre microplásticos, campo de estudio que se ha expandido rápidamente en los últimos años.
Las evidencias científicas de los efectos de los microplásticos en los seres humanos son limitadas, al menos en la bibliografía con revisión de pares.
Un estudio publicado en la revista Environmental Science & Technology en 2022 concluyó que los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal tenían una cantidad significativamente mayor de microplásticos en las heces que aquellos sin la enfermedad.
Otro estudio de la Universidad de Hawaii publicado en noviembre pasado reveló su creciente presencia en la placenta de las nuevas madres humanas.
Y un artículo publicado hace unos días en The New England Journal of Medicine informó que las personas que tenían microplásticos en el sistema cardiovascular corrían mayor riesgo de sufrir complicaciones por ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Los investigadores descubrieron que los microplásticos se habían incrustado en la placa grasa que se adhiere a las paredes de los vasos sanguíneos, y que los pacientes con placa con contenido de plástico tenían 4,5 veces más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco, un ACV o la muerte que aquellos cuya placa estaba libre de microplásticos.
El estudio incluyó a 312 personas que se habían sometido a una cirugía para eliminar la placa de la arteria carótida del cuello. Los investigadores los siguieron durante casi tres años.
Giuseppe Paolisso, autor del estudio, dijo que al parecer los microplásticos, junto con los nanoplásticos, hacen que las placas de grasa sean más frágiles, lo que aumenta el riesgo de que se desprendan de la pared de la arteria, bloqueen el flujo de sangre en un vaso sanguíneo más pequeño y provoquen un ataque cardíaco o incluso un ACV.
“Esta es la primera evidencia de que la contaminación por microplásticos en la sangre está relacionada con una enfermedad”, dijo Paolisso, profesor de medicina interna de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli de Caserta, Italia. Se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos, añadió.
Existen varias teorías sobre cómo los microplásticos afectan el cuerpo. Incluyen la posibilidad de inflamación causada por un cuerpo extraño que se aloja en el tejido humano y los compuestos tóxicos que contienen varios plásticos, muchos de los cuales se sabe que dañan la salud humana.
Nienke Vrisekoop, investigadora de microplásticos del Centro Médico Universitario de Utrecht, en los Países Bajos, descubrió que las células inmunes que entran en contacto con microplásticos mueren tres veces más rápido que las que no lo hacen.
Explicó que el poliestireno comúnmente utilizado para fabricar materiales de embalaje era especialmente tóxico para las células inmunes que lo ingerían.
La investigación realizada por otra investigadora holandesa, Barbro Melgert, halló que los microplásticos inhibían el desarrollo de las estructuras pulmonares cultivadas en su laboratorio.
Melgert, inmunóloga respiratoria de la Universidad de Groningen, dijo que el nailon parecía ser lo más dañino para los pulmones y que el cloruro de polivinilo, o PVC, era el menos tóxico de los plásticos que probó.
Melgert todavía está tratando de comprender cómo los microplásticos afectan a las células vivas, pero sospecha que el daño puede estar relacionado con toda una variedad de sustancias químicas que pueden filtrarse de los plásticos al cuerpo humano.
Aunque sabe que los resultados del estudio no prueban definitivamente que existen daños para los humanos ni cuantifican los riesgos, investigaciones anteriores en trabajadores de fábricas de nailon mostraron daños pulmonares extensos entre quienes se expusieron a grandes cantidades de partículas.
Material particulado extraño como el asbesto, el polvo de carbón o el humo de los cigarrillos a menudo resulta problemático para la salud humana, señaló.
“Si las partículas son orgánicas y digeribles, al menos el cuerpo eventualmente puede descomponerlas y deshacerse de ellas”, señaló Melgert.
Y agregó: “El plástico es diferente. Puede permanecer en el pulmón”.
¿También en el cerebro?
Probablemente se pueda decir lo mismo de los microplásticos que llegan al cerebro. El descubrimiento, tal vez la revelación más significativa de esta nueva película, fue realizado por dos investigadores turcos, Sedat Gündoğdu, biólogo, y Emrah Çeltikçi, neurocirujano.
Gündoğdu, investigador de la Universidad Cukurova, estudia la contaminación por microplásticos desde 2016. A lo largo de los años, colaboró en decenas de estudios que documentan la presencia de microplásticos en las pesquerías, el suelo, la sal de mesa y bolsas de fluidos intravenosos, y su preocupación ha aumentado con cada nuevo descubrimiento.
Dijo que era sólo cuestión de tiempo que los investigadores descubrieran microplásticos en el cerebro humano. “Da miedo, pero no es sorprendente”, agregó.
De las 15 muestras examinadas hasta ahora, se han identificado seis partículas de plástico en el tejido de dos pacientes con tumores, informó Gündoğdu.
No estaba claro cómo llegaron los fragmentos al cerebro, pero dijo que, dada la presencia documentada de microplásticos en la sangre, lo más probable es que llegaran a través de los vasos que alimentan los tumores.
A pesar de la urgencia y el fatalismo que transmite Plastic People, Tong, codirector y ex conductor del programa científico Daily Planet de Discovery Channel, espera que la película pueda impulsar cambios, de la misma manera que lo hizo Silent Spring, el libro de 1962 que documentó los peligros que generan los pesticidas agrícolas y contribuyó a la prohibición del DDT.
En el plano individual, eso significa alentar a los consumidores a reducir su dependencia de los plásticos de un solo uso, que representan el 40% de la producción mundial de plásticos, explicó.
Pero también significa convencer a los dirigentes políticos de que dicten medidas reglamentarias. Por el momento, Tong ha puesto los ojos en una reunión de la ONU que tendrá lugar el próximo mes en Ottawa, Ontario, donde delegados de 175 países reanudarán las negociaciones sobre una propuesta de tratado que frenaría el crecimiento explosivo de la contaminación plástica. En ocasiones, las conversaciones se han visto obstaculizadas por la oposición de la industria.
“No es que necesitemos un invento nuevo y notable para solucionar el problema”, dijo Tong. “Simplemente tenemos que usar menos plástico”, sentenció.
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