Fuente: TecScience.
Parece que los microplásticos están en todos lados: los hemos hallado en suelos, ríos, mares y lagos, así como en órganos y fluidos humanos. Recientemente, incluso han sido detectados en la leche materna.
“[En humanos] se detectaron primero en sangre y luego se han ido encontrando en orina, heces y ahora en la leche humana”, dice Marcela Cárdenas Tueme, investigadora postdoctoral del Instituto de Investigación sobre Obesidad (IOR) del Tec de Monterrey.
En un artículo de revisión, un grupo de investigadores, conformado por Cárdenas Tueme del IOR, Mario Caba-Flores y Alberto Camacho-Morales de la Universidad Autónoma de Nuevo León y Carmen Martínez-Valenzuela de la Universidad Autónoma de Occidente recopilaron las investigaciones científicas realizadas de 2010 a 2023 que se han enfocado en encontrar contaminantes orgánicos persistentes y microplásticos en la leche materna y sus sustitutos, mejor conocidos como fórmula.
Los contaminantes orgánicos persistentes son un grupo de moléculas químicas que se derivan de actividades industriales y de la agricultura, como los derivados de fertilizantes. Los microplásticos son partículas de plástico menores a 5 milímetros, cuyas formas principales son fragmentos, fibras, películas y espumas de plásticos comunes, como el PET y el polipropileno.
En entrevista con TecScience, Cárdenas Tueme explica que su presencia en la leche materna es preocupante pues es la fuente principal de alimento de los recién nacidos y es indispensable para el establecimiento de un sistema inmunológico saludable.
Microplásticos en la leche humana
En distintos estudios realizados en países como México, Estados Unidos, Italia, China, Japón, Corea y Noruega se ha encontrado la presencia de contaminantes orgánicos persistentes y microplásticos tanto en la leche materna como en la fórmula.
Hasta ahora, se ha encontrado que estos contaminantes están más presentes en la leche de aquellas madres que viven en áreas altamente industrializadas o con una fuerte actividad agrícola y ganadera.
En un estudio publicado en 2022, se encontró que 26 de 34 muestras de leche materna analizadas tenían microplásticos.
Para los expertos, la razón principal por la que ahora estamos viendo microplásticos en los rincones más recónditos del mundo y de nuestro cuerpo es porque usamos el plástico para todo: para comer, para beber, para guardar, para transportar, para empaquetar y para hacer ropa.
La razón por la que son tan persistentes y pueden llegar tan lejos es por sus propiedades químicas, que evitan que se degraden fácilmente y propician que se acumulen, y por sus propiedades físicas, son tan pequeños que pueden ser transportados por el agua y el aire.
Para alcanzar la leche materna, su ruta de entrada es principalmente la ingesta: nos los tomamos en agua contaminada, nos los comemos en alimentos contaminados o los inhalamos de aire contaminado.
Después, los que tienen propiedades químicas para solubilizarse en agua o grasa, se acumulan en los tejidos y órganos de nuestro cuerpo, alcanzando eventualmente el torrente sanguíneo.
El mecanismo exacto por el cual pasan de la sangre a la leche aún se desconoce. Su presencia en la fórmula probablemente se debe a que son producidas en establecimientos industriales que usan los plásticos indiscriminadamente.
Esta incertidumbre se debe a que el problema de los microplásticos fue detectado recientemente y aún faltan protocolos de investigación estandarizados, así como evidencia sobre sus consecuencias en nuestra salud y la del medio ambiente.
“El problema de los microplásticos en la leche materna y la fórmula es muy reciente, aún no hemos podido descifrar cómo es que llegan ahí”, dice Cárdenas Tueme.
Sus posibles consecuencias
Hasta el momento, no se sabe con exactitud cuáles son las consecuencias de que los recién nacidos tomen leche o fórmula contaminada con microplásticos, sin embargo, ya se han hecho algunas asociaciones.
Entre los riesgos que se cree que podrían presentar están la alteración de la microbiota, inflamación intestinal, alteraciones del peso al nacer, una respuesta inmune comprometida, afectaciones al desempeño cognitivo y alteraciones endocrinas.
“También podríamos ver más cólicos, diarrea, intolerancia a ciertos tipos de fórmulas, mayor inflamación o fiebres más fuertes en los bebés”, explica la investigadora.
Por ahora, mientras la ciencia sigue encontrando evidencia de las consecuencias y la prevalencia de los microplásticos, los investigadores recomiendan tomar algunas medidas de precaución.
Entre ellas están evitar el uso del plástico en medida de lo posible, prefiriendo envases y trastes hechos de vidrio o cerámica, ropa hecha de fibras naturales como el algodón, reducir el uso de plásticos desechables de un solo uso y de alimentos ultraprocesados.
“Lo más efectivo sería monitorear y verdaderamente poner en cintura a todas las industrias que usan plástico indiscriminadamente y contaminan tanto”, expresa Cárdenas Tueme.
La investigadora recalca que esta información no debe ser motivo de alarma, sino que debemos usarla para exigir mejores prácticas por parte de la industria y reducir nuestro uso de plástico siempre que podamos.
“Lo más importante es recordar que la leche materna sigue siendo la mejor comida para el bebé”, dice, haciendo énfasis en que las madres no deben desanimarse de amamantar, sino ejercer una maternidad informada y lo más saludable posible.
Leer más artículos similares.