Autor: Erwin Schrödinger (Premio Nobel de Física 1933)
Introducción esotérica al pensamiento científico
“Mi vida consciente depende de una determinada estructura y manera de funcionar de mi soma y , sobre todo, de mi sistema nervioso central. Sin embargo, éstos están directamente ligados, originaria y genéticamente, a la estructura y funcionamiento de somas anteriormente existentes, los cuales también estaban ligados a la vida espiritual conciente y en ningún punto hubo interrupción alguna del acontecer fisiológico.
Cada uno de estos cuerpos ha sido mas bien arquitecto y material para el siguiente plan de construcción, de manera que una de sus partes creció hasta convertirse en una copia de si mismo ¿En que punto podríamos poner aquí el principio de una nueva conciencia?
Sin embargo, la estructura especial de mi cerebro y su manera de funcionar , mi experiencia individual, justamente eso que yo con cierta razón llamo mi personalidad, ¡todo ello esta predeterminado por el acontecer ancestral¡ Si con esto ultimo me refiero solo a mi rama individual de ancestros, entonces desde luego que no.
…porque la configuración de la que yo llamo mi mas alto Yo espiritual es, en gran parte, la consecuencia directa del acontecer ancestral y no exclusiva y principalmente de mis antecesores físicos.
Para no caer en la pura retórica, hay que aclarar que los dos factores de los que depende la marcha evolutiva de un individuo son a) la estructura especial de su base genética y b) la estructura especial del entorno que actúa sobre el. Sostengo que estos dos factores son de la misma especie, puesto que la estructura especifica de la dotación genética , con todas sus posibles evoluciones atesoradas en su interior, se ha desarrollado bajo la influencia y en una dependencia sustancial de los entornos anteriores. Consideremos ahora en que manera excluyente se interrelaciona la personalidad espiritual con las influencias del entorno. Se trata de un efluvio directo de la personalidad espiritual de otros congeneres todavía vivos y en parte ya fallecidos. Teniendo siempre presentes que somos científicos que podemos concebir, debemos conseguir todas estas influencias espirituales como modificaciones directas del soma (es decir, del sistema nervioso central ) de nuestro individuo a través del soma de otros individuos, de modo que no se presentan diferencias de principio entre estas influencias y las que provienen de la rama de ancestros físicos .
Ningún Yo esta solo. Detrás de el hay una cadena inconmensurable de aconteceres físicos y –como una clase especial de los mismos- ciertos sucesos intelectuales, a la que pertenece como miembro antagónico y que continua. Por la situación momentánea de su somatismo y en especial de su sistema cerebral y por la educación y la transmisión mediante la palabra, la escritura, el monumento , la costumbre, la forma de vivir, el entorno modificado…por todo eso que denominaremos con mil palabras y que con mil giros no agotaremos . El Yo no esta encadenado al acontecer ancestral, no es su producto, sino mas bien, en el mas estricto sentido de la palabra , lo mismo, su estricta continuación inmediata , como el Yo de los cincuenta años es la continuación de los cuarenta años.
Es bastante curioso que la filosofía occidental aceptara, casi de forma generalizada, la idea de que la muerte del individuo no significa el fin de nada esencial en la vida mientras que por el contrario -con la excepción de Platón y Shopenhauer- apenas se dignara a pensar en el mas entrañable y feliz acontecimiento que va de la mano de la anterior: es decir que se cumpla lo mismo para el nacimiento individual, mediante el cual no soy antes creado sino que, en cierto modo, voy despertando lentamente de un profundo sueño
Así me parece que mi angustia e inquietud, ambición y preocupación no son sino lo mismo que las de miles que vivieron antes que yo, y puedo creer que transcurridos miles de años todavía podrá cumplirse aquello que yo había implorado hace miles de años por vez primera.
Ninguna idea germina en mi que no sea la continuación de un ancestro y por lo tanto no es un germen joven sino el desarrollo predeterminado de un brote del vetusto y sagrado árbol de la vida.
Autor: Erwin Schrödinger (Premio Novel de Física 1933)