Una combinación letal está ocurriendo sin que casi nos damos cuenta. El mundo se calienta cada vez más producto de la contaminación creciente mientras la población sigue en aumento. Nuestros motores continúan emitiendo gases de efecto invernadero (GEI), y la mitad del mundo no tiene acceso a combustibles o tecnologías limpias.
Según el Organización Mundial de la Salud (OMS) hace pocos días, el mismo aire que respiramos se está volviendo peligrosamente contaminado: nueve de cada diez personas están respirando ahora aire contaminado, el cual mata a 7 millones de personas cada año.
Los efectos de la contaminación del aire sobre la salud son graves: un tercio de las muertes por accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y cardiopatías se deben a la contaminación del aire. Se trata de un efecto equivalente al de fumar.
Y los científicos ahora apuntan contra la contaminación de PM2,5 (partículas de 2,5 micrómetros o menos de diámetro) en el aire, ya que la misma, incluso en los niveles más leves aceptados como “salubres”, aumenta el riesgo de los ataques al corazón, según un estudio australiano divulgado hoy y realizado en Japón.
La PM2.5 (por sus siglas en inglés “materia particulada”) es la contaminación del aire más peligrosa. Es tan fina (mide un 3% del diámetro de un cabello), que no puede ser vista por el ojo humano. “La PM2.5 puede penetrar la barrera pulmonar y entrar en el torrente sanguíneo. Puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y respiratorias, así como de cáncer de pulmón”, describió la OMS.
«Nuestro estudio respalda la evidencia reciente de que no hay niveles seguros de contaminación del aire – al identificar un aumento del riesgo de ataque cardíaco incluso cuando la calidad del aire se encuentra dentro de los estándares de contaminación», indicó en un comunicado Kazuaki Negishi, uno de los autores del estudio.
Los investigadores afirmaron que incluso los niveles de PM2,5 por debajo del límite recomendado por la OMS son potencialmente peligrosos, sobre todo para la población de mayor edad, tras estudiar más de 249.000 casos de infarto en Japón en relación con exposiciones breves a la contaminación.
Negishi, de la Universidad de Sídney en Australia, indicó que solo un 10 por ciento de los afectados sobrevive un ataque al corazón fuera del hospital y calificó de “urgente” que los Gobiernos mejoren la calidad del aire, ya que es un asunto global.
«Al no existir fronteras en la calidad del aire entre los países, es necesario encontrar un plan global para atajar este crucial problema de salud», agregó el cardiólogo e investigador. Negishi indicó que no hay consecuencias «devastadoras» para las personas jóvenes y saludables que se expongan por periodos breves al PM2,5, aunque su investigación no aborda efectos a más largo plazo.
Riesgo de infarto en aumento
El estudio, publicado en la revista «The Lancet Planetary Health», indica que el riesgo de infarto aumenta entre un 1 y un 4 por ciento con cada incremento de 10 microgramos por metro cúbico (µg/m3) de PM2,5, incluso a corto plazo.
Los investigadores descubrieron que el riesgo existe también en niveles por debajo de los 25 µg/m3, el límite marcado por la OMS como saludable. Las partículas PM2,5, procedentes principalmente de los vehículos de motor, las fábricas y los incendios forestales, no son visibles para el ojo humano y llegan fácilmente hasta los pulmones y el riego sanguíneo, aumentando el riesgo de problemas respiratorios, cardíacos y cáncer.
Australia, principalmente en el sudeste del país, ha sufrido en los últimos meses altos niveles de contaminación atmosférica debido a los incendios forestales, mientras que la polución también afecta a muchos países asiáticos como China, India, Bangladesh o Tailandia.
El estudio se realizó en Japón debido a la gran cantidad de información oficial disponible sobre la contaminación y casos de infarto, así como la buena calidad media del aire en el país. La investigación ha contado con expertos, además de la Universidad de Sídney, de las universidades australianas de Tasmania, Monash y del Centro de Salud Rural, así como la Universidad de Gunma en Japón.
Situación en Argentina
Según datos de la OMS, en Argentina ocurren más de 14.700 muertes anuales por contaminación del aire. Y aclara que la “calidad nacional del aire” en Argentina es de 13 µg/m3 promedio anual de PM 2.5. Eso significa que está por encima del límite seguro estipulado por la OMS, que es una media anual de 10 µg/m3.
Otro dato concluyente es el que sitúa a la Argentina entre los 30 países más contaminantes del mundo. Está 29 entre 220 países y tercero, después de Brasil y México en América Latina. Así lo aseguran varios estudios recientes, incluido un trabajo realizado por la ONG internacional Climate Transparency que analiza la performance de los países del G20.
Y, si bien se encuentra dentro del lote de países que generan menos del 1% de la contaminación global (entre los que están Italia o Francia, por ejemplo), cuando la cuenta se hace per capita es de 8 toneladas de CO2 equivalente anuales, algo similar a lo que aporta cada europeo.
En Argentina, el sector energético es el que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI): un 53%, según datos del último inventario elaborado por la Dirección Nacional de Cambio Climático. Sin embargo, las políticas actuales resultan contradictorias para su reducción en esta área de la economía. Por un lado, se promueven las energías renovables (mediante el programa RenovAr), pero al mismo tiempo se subsidia a la industria de los hidrocarburos.
Los más pequeños, los que más sufren
“En este momento, más del noventa y tres por ciento de los niños del mundo están respirando un aire que es completamente tóxico y esto está afectando de una manera dramática su salud”, dijo la doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Determinantes Ambientales de la OMS en la presentación de un importante estudio en Ginebra.
La OMS alertó que, en casos extremos de polución, ésta puede llegar a ser mortal: 600.000 niños menores de quince años murieron a causa de infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores causadas por el aire contaminado el año 2016. Según indicó Neira, otra de las importantes consecuencias de la contaminación se produce en las mujeres embarazadas ya que sufren un mayor riesgo de dar a luz prematuramente y tener hijos con tallas y peso inferiores a los normales.
“Además, una exposición al aire contaminado durante la gestación o después de ella, va a provocar que el cerebro del niño no se desarrolle de la manera que hubiera debido desarrollarse. Que haya un problema en el desarrollo, de las capacidades cognitivas y que ese niño tenga un pequeño retraso en su desarrollo neurológico«, resaltó la especialista, que agregó que además de afectar el desarrollo neurológico y la capacidad cognitiva, puede desencadenar asma y cáncer infantil y aumentar el riesgo de contraer enfermedades crónicas como las cardiovasculares.
Del estudio se desprende que los niños son especialmente vulnerables a los efectos de la polución ya que su ritmo respiratorio es más acelerado que el de los adultos y, por tanto, absorben más agentes contaminantes y a edad más temprana.
Además, los recién nacidos y los niños pequeños también son más susceptibles a la contaminación del aire en los hogares que utilizan regularmente combustibles y tecnologías contaminantes para cocinar, calentar e iluminar, como por ejemplo las estufas a leña o a gasoil.