Dicen que los sueños no son azarosos, sino que ocurren por algo. Cada quien tiene un sueño «diseñado» a su medida. Cuentan que los sueños son indicadores de un rumbo trazado para uno y que, para cumplirlos, solo falta decisión.
Este concepto puede sonar «exageradamente» optimista. Y quizás lo sea, pero no deja de ser cierto en varios casos de éxito. La pasión suele ser el gran motor de la gente que logra hacer la diferencia.
En el documental Steve Jobs: secretos de vida, el creador de Apple aseguró que seguir sus sueños y saber pedir ayuda fue fundamental en su éxito.
1. Pedir ayuda
«Nunca me crucé con nadie que se negara a ayudarme cuando pedí ayuda», remarcó en el film, basado en una entrevista que dio en 1994 para la Asociación Histórica del Valle de Santa Clara.
Recordó que cuando tenía apenas 12 años llamó a Bill Hewlett para pedirle repuestos para construir un contador de frecuencia. Simplemente marcó el número de teléfono, que estaba en la guía, se presentó y le dijo cuál era su objetivo.
Hewlett no sólo le dio los repuestos que necesitaba, sino que ese verano lo contrató para trabajar en su planta, en la línea de ensamblaje, donde tenía que colocar tuercas y tornillos en los contadores de frecuencia.
2. Hacer
«La mayoría de la gente no levanta el teléfono y llama. La mayoría de la gente no pide ayuda; y eso es lo que separa a la gente que hace de la gente que sólo sueña. Tienes que acutar», destacó.
De alguna manera, Jobs personifica el concepto de las las «líneas cantadas» o Songlines que forma parte del mito de la creación de los nativos australianos.
Cuenta la leyenda que los creadores construyeron el mundo a partir de sueños cantados. El universo sería, bajo esta mitología, una sucesión de melodías que encarnan sueños. El mundo es aquel que se sueña.
3. No tenerle miedo al fracaso
Jobs construyó su mundo soñado. No se quedó esperando que las cosas sucedieran sino que fue a buscarlas. Al menos ése es su mensaje en el documental.
En este sentido, hay que animarse a intentar una y otra vez. Es mejor probar a quedarse con las ganas, aunque el precio, a veces, pueda ser alto.
«Tienes que actuar y estar dispuesto a fracasar. Si tienes miedo a fracasar, no vas a llegar muy lejos», concluyó.