Fox News (Noviembre 4, 2000)
El café tiene buen aroma, buen sabor y te hace sentir bien. Pero, ¿te hace bien?
Los estudios recientes acerca de los efectos del café sobre la salud producen más preguntas que respuestas. Algunos concluyen que puede ayudar a protegernos de condiciones tan diversas como la fiebre de heno y enfermedad de Parkinson. Mientras otros sugieren que aumenta el riesgo de artritis e infertilidad.
El café nos da una dosis de energía, pero la lógica dice que al no tener calorías, el aumento de energía debe ser falso. El principal responsable es la cafeína, un potente estimulador del sistema nervioso central que gobierna nuestra respuesta ante el estrés: produce un aumento del pulso, respiración y presión sanguínea a corto plazo.
Su principal efecto biológico es actuar como antagónico de los receptores de adenosina sobre las células nerviosas. La adenosina normalmente contrarresta el efecto de la adrenalina y balancea la reacción de estrés. La cafeína aumenta los niveles de noradrenalina, un neurotransmisor que produce un estado de alerta.
El Dr. David Kerr, quien esta investigando los efectos del café sobre la alerta mental, dice: “La cafeína es adictiva y tiene todas las características de una droga –tolerancia, dependencia y los que la consumen tratan de dejarla.”
Además, dice que el cerebro se alimenta de la glucosa sanguínea y la cafeína hace dos cosas en el cerebro simultáneamente. “Aumenta su demanda por la glucosa sanguínea mientras restringe la fuente disponible.”
Las investigaciones recientes sugieren que puede haber algunos beneficios de beber café. En un estudio publicado en el The Journal of the American Association, se encontró que las personas que no toman café tienen una probabilidad 5 veces mayor de desarrollar la enfermedad de Parkinson que aquellos que consumen 4 o 5 tazas de café diario. La cafeína apareció como el agente más beneficioso.
Una teoría es, sin embargo, que los niveles de dopamina pueden ser mayores en muchos consumidores de café. En la enfermedad de Parkinson los niveles de dopamina son muy bajos. Aquellos con niveles más altos de dopamina pueden tener más tendencias adictivas, que puede llevar al mayor consumo de café. Así que quizás no es el café el beneficioso, sino los altos niveles de dopamina preexistentes.
Un estudio a grande escala concluyó que los consumidores de café eran menos propensos a morir de una enfermedad cardiaca, mientras que los consumidores de té, a pesar de sus propiedades antioxidantes, eran más propensos a desarrollar la enfermedad.
Las investigaciones de Korea del Sur revelaron que el café reducía la histamina y la cantidad de reacciones anafilácticas graves en las ratas.
Sin embargo, el uso para los humanos es dudoso, dice el Dr. Sayed Assem de la Universidad de Londres.
“La cafeína es un compuesto de la familia de metilxantinas, cómo también la más potente teofilina, que es usada como una droga anti-asmática. Pero dudo que el consumo de café pueda tener un efecto significante sobre la alergia. Los niveles requeridos para inhibir la reacción serían más altos que los que se consiguen tomando una taza de café o té.”
En otras áreas, las investigaciones han estado en contra del café y un estudio de Helsinki ha concluido que tres tazas de café diarios duplican el riesgo de la artritis reumatoidea.
Patrick Holford, autor de Say No to Arthritis, sugiere un posible mecanismo: “La cafeína afecta el fino balance del sistema adrenal y ciclo de los azucares llevando a la sobre estimulación a corto plazo, y eventual disminución de la función de las glándulas adrenales. Esto debilita al sistema inmune y favorece la inflamación que lleva a la artritis.”
Otros factores contribuidores pueden ser los niveles reducidos de nutrientes en los consumidores fuertes de café. Si se toma café dentro de la hora después de una comida, interfiere con la absorción del zinc, necesario para la el sistema inmune, y reduce la absorción de hierro en un 80 por ciento. Además, aumenta la excreción de magnesio y calcio de los huesos. La cafeína es un diurético, por lo cual produce un aumento en la actividad de los riñones y contribuye a la deshidratación.