UniSci, Daily University Science News (Abril 26, 2001)
Los científicos que estudian a la epilepsia en la Universidad de Pennsylvania encontraron un patrón de actividad cerebral humana que indica que las condiciones que disparan los ataques de epilepsia pueden tardar horas en desarrollarse.
El trabajo tiene como objetivo desarrollar un método que prevenga los ataques de epilepsia y las convulsiones antes de que aparezcan a través del uso de aparatos cerebrales y medicamentos.
“Este estudio es parte de un gran esfuerzo colectivo para controlar los síntomas de una condición que domina las vidas de muchos individuos por ser tan dramáticamente impredecible,”dice Brian Litt, el autor del estudio.
Cerca de 50 millones de personas en el mundo sufren de ataques de epilepsia. Aproximadamente el 25 % tiene ataques que no pueden ser controlados por ninguna terapia disponible.
Aunque la epilepsia es la enfermedad neurológica más común luego del derrame cerebral, su causa no puede ser identificada en un gran porcentaje de los casos. Recientemente, los científicos que buscaban cambios en el cerebro que predicen a los ataques han tenido mucho éxito utilizando una teoría matemática basada en el caos. Desafortunadamente, esos estudios se concentran en un período de minutos previos al ataque.
Litt y sus colegas, por otro lado, se basaron en el método tradicional de medir la actividad cerebral a través del electroencéfalograma en cinco pacientes con epilepsia que estaban siendo evaluados luego de la cirugía y por eso habían dejado de tomar medicación.
Utilizando electrodos implantados en ambos lados del cerebro, los científicos examinaron “un continuo registro de información buscando patrones asociados a los ataques y encontraron una cadena de eventos que predecía que los ataques iban a ocurrir,”dijo Litt.
Los investigadores descubrieron ciclos de actividad cerebral anormal, descargas epilépticas, que duraban entre 15 y 30 minutos. Las descargas se hacían más frecuentes en un período de horas a medida que llevaban a los ataques de epilepsia breves y asintomáticos en puntos específicos del cerebro. Esos ataques pequeños disparaban un aumento progresivo en la actividad que se distribuye en el cerebro y culminaba en ataques epilépticos clínicos.
“Esta información provee una oportunidad real para frenar a la actividad anormal en las regiones cerebrales epilépticas antes de que se desarrollen los ataques,”dice Litt.
Aunque todavía queda mucho trabajo por realizar antes de que el estudio puede probarse clínicamente, Litt cree que eventualmente se podrían implantar aparatos en el cerebro que abortarían los ataques reaccionando con y difundiendo el ciclo de actividad anormal creciente.