Los seres humanos a veces tendemos a creer que muchas de nuestras capacidades son únicas de nuestra especie, cuando en realidad en la naturaleza se pueden encontrar otros animales capaces de entrenar cualidades similares. Este es el caso de las matemáticas.
Varios primates y aves han mostrado ser capaces de comprender el significado de los números, e incluso realizar operaciones sencillas con ellos. Por ejemplo, los chimpancés son capaces de ordenar una lista de números según su valor y un loro gris africano, llamado Alex, logró aprender los nombres de los números y sumar sus cantidades durante su estancia en las universidades de Arizona, Harvard y Brandeis. Por el contrario, otros animales más simples, como los insectos, no habían mostrado tener este tipo de capacidades matemáticas. Al menos hasta que un equipo de científicos franceses y australianos decidió poner a prueba a uno de los insectos más inteligentes que se conocen: las abejas.
Los seres humanos a veces tendemos a creer que muchas de nuestras capacidades son únicas de nuestra especie, cuando en realidad en la naturaleza se pueden encontrar otros animales capaces de entrenar cualidades similares. Este es el caso de las matemáticas.
Varios primates y aves han mostrado ser capaces de comprender el significado de los números, e incluso realizar operaciones sencillas con ellos. Por ejemplo, los chimpancés son capaces de ordenar una lista de números según su valor y un loro gris africano, llamado Alex, logró aprender los nombres de los números y sumar sus cantidades durante su estancia en las universidades de Arizona, Harvard y Brandeis. Por el contrario, otros animales más simples, como los insectos, no habían mostrado tener este tipo de capacidades matemáticas. Al menos hasta que un equipo de científicos franceses y australianos decidió poner a prueba a uno de los insectos más inteligentes que se conocen: las abejas.
Examen de matemáticas para abejas
Los resultados de sus pesquisas han ido publicándose en diversos estudios. En el primero, publicado en Science en junio de 2018, mostraban que eran capaces de identificar el cero. Aunque pueda parecer sencillo, es un concepto complicado, cuyo aprendizaje lleva bastante tiempo a los niños. Sin embargo, las abejas, así como otros animales, lograron discernir su significado.
Lo hicieron durante un experimento, por el cual se daban una series de imágenes con números cambiantes de elementos, en el cual los insectos debían elegir el que menos tenía para poder recibir una recompensa. Después de varias rondas, se pasó a enseñar una imagen en la que no había nada, frente a otra con un número bajo de elementos. Y, efectivamente, el animal escogió la vacía, por ser el cero un número menor que cualquier otro.
Unos meses más tarde, en febrero de este año, estos científicos procedieron a hilar aún más fino, realizando otro experimento en el que entrenaban a las abejas para realizar sumas y restas sencillas. Básicamente, se introducían en un laberinto en forma de Y, con dos posibles salidas. Justo al entrar, se colocaban dos conjuntos de elementos, entre 1 y 5. Si las formas eran de color azul tenían que sumarlas, mientras que si eran amarillas las restaban. A continuación, se colocaba la solución real de la operación en el camino que les llevaba hasta una recompensa, mientras que en la otra vía se colocaba otra cantidad cualquiera. Pasado un tiempo de entrenamiento, aprendieron a hacerlo correctamente.
Ya quedaba sola una pregunta. ¿Eran capaces de reconocer los números o solo contaban cantidades de objetos? Para ello, realizaron un nuevo estudio, publicado hoy en Proceedings of the Royal Society B. En él, se repetía el experimento del laberinto, pero esta vez debían pasar de un número de elementos a la representación gráfica de la cifra o viceversa. El resultado fue un éxito, aunque al proceder a pasar a las abejas de una situación a otra (por ejemplo, las que pasaron de cantidad a carácter tuvieron que hacer lo contrario), no lo lograban.
Esto, según ha explicado en un comunicado de prensa una de las autoras del estudio, la doctora Scarlett Howard, sugiere que el procesamiento numérico y la comprensión de los símbolos ocurren en diferentes regiones en los cerebros de las abejas, de manera similar a como ocurre el procesamiento separado en el cerebro humano.
Hacia la comunicación con los animales
Este hallazgo, aparte de mostrar habilidades complejas de las abejas, aporta información interesante de cara al futuro desarrollo de métodos de comunicación con otras especies. Además, supone la creación de nuevas herramientas para la computación bio-inspirada, que puede replicar el enfoque del procesamiento del cerebro.
Visto esto, la próxima vez que veamos una abeja volando hacia nosotros, no menospreciaremos sus pensamientos. ¿Quién sabe? Quizás esté calculando la trayectoria para pasar sin chocar.