El proceso de decadencia de las civilizaciones es de una gran complejidad y tiene sus raíces en la más completa obscuridad. Por supuesto, se pueden encontrar a posteriori , múltiples explicaciones y racionalizaciones sin llegar a disipar el sentimiento de una irracionalidad que se oculta en el corazón mismo de ese proceso. Los actores de una civilización bien determinada, desde las grandes masas a los grandes dirigentes, se ven impotentes para detener la caída de su civilización independientemente del nivel de conciencia que tengan del proceso de decadencia. Una cosa es cierta: una gran diferencia entre las mentalidades de los actores y las necesidades internas de desarrollo de un tipo de sociedad acompaña siempre la caída de una civilización. Todo pasa como si los conocimientos y los saberes que una civilización no cesa de acumular no pueden integrarse en el ser interior de aquellos que componen dicha civilización. Ello a pesar de que el ser humano debería encontrarse en el centro de toda civilización digna de ese nombre.
El crecimiento sin precedente de los saberes en nuestra época vuelve legítima la cuestión de la adaptación de las mentalidades a esos saberes. El juego es de grandes proporciones porque dada la extensión continua de la civilización de tipo occidental a escala planetaria su caída sería equivalente a un incendio interplanetario sin medida común con las dos guerras mundiales.
Para el pensamiento clásico no hay más que dos soluciones posibles para salir de una situación de decadencia: la revolución social o el retorno a la supuesta Çedad de oro».
La revolución social ha sido experimentada en el curso del siglo que termina y sus resultados han sido catastróficos. El hombre nuevo no era más que un hombre vacío y triste. Cualquiera que sean los arreglos cosméticos que no tardará en sufrir en el futuro la «revolución social», no podrán borrar de nuestra memoria colectiva lo que ha sido efectivamente experimentado.
El regreso a la edad de oro no se ha ensayado todavía por la simple razón que la edad de oro no ha sido encontrada. Aún si se llega a suponer que dicha edad de oro existió en tiempos inmemoriables, ese retorno debería acompañarse de una revolución interior dogmática , imagen retrospectiva de la revolución social. Los diferentes integrismos religiosos que cubren la superficie de la tierra con su manto negro son un presagio funesto de la violencia y la sangre que podría brotar de esa caricatura de «revolución interior».
Pero, como siempre, hay una tercera solución. Esa tercera solución es el tema del presente manifiesto.
La armonía entre las mentalidades y los saberes presupone que esos saberes sean inteligibles, comprensibles. ¿Pero puede aún existir una comprensión en la era del gran «bang» disciplinar y de la especialización exagerada?.
Un Pic de la Mirandole en nuestra época es inconcebible. Dos especialistas de la misma disciplina tienen dificultad en entender, hoy día, sus propios resultados recíprocos. Eso no tiene nada de monstruoso en la medida en la que es la inteligencia colectiva de la comunidad apegada a esa disciplina la que hace progresar y no solo es un cerebro el que debe por fuerza conocer todos los resultados de todos esos cerebros-colegas, situación ésta por demás imposible. Por otra parte debido a que hoy en día hay centenares de disciplinas uno se pregunta. ¿cómo podría un teorizante en física de las partículas dialogar verdaderamente con un neurofisiólogo; un matemático con un poeta, un biólogo con un economista, un político con un especialista en informática, más allá de las generalidades más o menos banales? Y sin embargo un verdadero dirigente debe poder dialogar con todos a la vez. El lenguaje disciplinario es una barrera aparentemente infranqueable para un neófito. Y todos somos neófitos de los otros. ¿La Torre de Babel será inevitable?
No obstante, un Pic de Mirandole en nuestra época es concebible como una supercomputadora a la cual se podría alimentar todos los conocimientos de todas las disciplinas. Esa supercomputadora podría saber todo pero no entender nada. El que utilizara dicha supercomputadora no estaría en mejor situación que la supercomputadora misma. Tendría acceso instantáneo a no importa cual resultado de no importa cual disciplina pero no sería capaz de entender sus significados y aún menos formar lazos de unión entre los resultados de las diferentes disciplinas.
Ese proceso de babelización no puede continuar sin poner en peligro nuestra propia existencia porque significa que un dirigente se vuelve aún sin querer, más y más incompetente. Los desafíos mayores de nuestra época, como por ejemplo los desafíos éticos, requieren capacidades más y más amplias. Pero la suma de los mejores especialistas en sus dominios no puede engendrar, evidentemente, más que incompetencia generalizada, porque el total de las capacidades no es la capacidad: en plan técnico, la intersección entre los diferentes campos del saber es un conjunto vacío. Ahora bien, ¿qué es un dirigente individual o colectivo sino aquel que es capaz de tener en cuenta todos los elementos del problema que examina?
La necesidad indispensable de entrelazar las diferentes disciplinas se manifiesta en el surgimiento, hacia la mitad del siglo veinte, de la pluridisciplinariedad y de la interdisciplinariedad.
La pluridisciplinariedad consiste en el estudio del objeto de una sola y misma disciplina por medio de varias disciplinas a la vez. Por ejemplo, un cuadro de Giotto puede estudiarse por la historia del arte alternando con la física, la química, la historia de las religiones, la historia de Europa y la geometría. O bien, la filosofía marxista puede estudiarse por la filosofía alternando con la física, la economía, el psicoanálisis o la literatura. El objeto saldrá así enriquecido por la convergencia de varias disciplinas. El conocimiento del objeto dentro de su propia disciplina se profundiza con la aportación pluridisciplinaria fecunda. La investigación pluridisciplinaria en consecuencia aporta un «más» a la disciplina en cuestión/la historia del arte o la filosofía en nuestros ejemplos/, pero ese «más» está al servicio exclusivo de esa misma disciplina. Dicho de otro modo, la gestión pluridisciplinaria sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en el marco de la investigación disciplinaria.
La interdisciplinariedad tiene una mirada diferente . Concierne a la transferencia de métodos de una disciplina a otra. Se pueden distinguir tres grados de interdisciplinariedad: a) un grado de aplicación . Por ejemplo, los métodos de la física nuclear transferidos a la medicina conducen a la aparición de nuevos tratamientos del cáncer; b ) un grado epistemológico . Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la lógica formal en el campo del derecho genera análisis interesantes en la epistemología del derecho; c) un grado de concepción de nuevas disciplinas. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la matemática en el campo de la física ha engendrado la físico-matemática, de la física de las partículas a la astrofísica -la cosmología cuántica, de la matemática a los fenómenos meteorológicos o los de la bolsa -la teoría del caos, de la informática en el arte- el arte informático. Como la pluridisciplinariedad, la interdisciplinariedad sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en la investigación disciplinaria . Por su tercer grado, la interdisciplinariedad contribuye al gran «bang» disciplinario.
La transdisciplinariedad por su parte concierne, como lo indica el prefijo «trans», a lo que simultáneamente es entre las disciplinas a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento.
¿Hay algo entre y a través de las disciplinas y más allá de toda disciplina? Desde el punto de vista del pensamiento clásico no hay nada, estrictamente nada. El espacio en cuestión está vacío, como el vacío de la física clásica. Aún cuando renuncia a la visión piramidal del conocimiento, el pensamiento clásico considera que cada fragmento de la pirámide por el gran «bang» disciplinario es una pirámide entera; cada disciplina pretende que el campo que le pertenece es inagotable. Para el pensamiento clásico la transdisciplinariedad es un absurdo porque no tiene objeto. En cambio para la transdisciplinariedad el pensamiento clásico no es absurdo pero su campo de aplicación es considerado restringido.
En presencia de varios niveles de Realidad, el espacio entre las disciplinas y más allá de las disciplinas está lleno, como el vacío cuántico está lleno de todas las potencialidades: desde la partícula cuántica a las galaxias, del quarzo a los elementos pesados que preparan la aparición de la vida en el Universo.
La estructura discontinua de los niveles de Realidad determina la estructura discontinua del espacio transdisciplinario que, a su vez, explica por qué la investigación transdisciplinaria es radicalmente distinta a la investigación disciplinaria, siéndole sin embargo complementaria. La investigación disciplinaria concierne más o menos a un solo y mismo nivel de Realidad , por otra parte, en la mayoría de los casos no concierne más que a los fragmentos de un solo y mismo nivel de Realidad. En cambio la transdisciplinariedad se interesa en la dinámica que se engendra por la acción simultánea de varios niveles de Realidad. El descubrimiento de dicha dinámica pasa necesariamente por el conocimiento disciplinario. La transdisciplinariedad, aunque no siendo una nueva disciplina o una nueva hiperdisciplina se nutre de la investigación disciplinaria la cual a su vez se aclara de una manera nueva y fecunda por medio del conocimiento transdisciplinario. En ese sentido las investigaciones disciplinarias y transdisciplinarias no son antagónicas, son complementarias.
Los tres pilares de la transdiciplinariedad -los niveles de Realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad- determinan la metodología de la investigación transdisciplinaria.
Existe un paralelo sorprendente entre los tres pilares de la transdisciplinariedad y los tres postulados de la ciencia moderna.
Los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna han permanecido sin cambios desde galileo hasta nuestros días, a pesar de la infinidad de métodos, teorías y modelos por los que han atravesado la historia de las diferentes disciplinas científicas. Pero solo una ciencia satisface enteramente los tres postulados: la física. Las otras disciplinas científicas satisfacen solo parcialmente los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna. Sin embargo la ausencia de una formalización matemática rigurosa de la psicología, de la historia de las religiones y de una multitud de otras disciplinas no llevan a la eliminación de dichas disciplinas del campo de la ciencia. Aún las ciencias de punta como la biología molecular, no pueden pretender por el momento, al menos, una formalización matemática tan rigurosa como la física. Dicho de otra manera hay grados de disciplinariedad en función de que se tome en cuenta, más o menos de manera completa, los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna.
Igualmente, el tomar en cuenta de manera más o menos completa los tres pilares metodológicos de la investigación engendra diferentes grados de transdisciplinariedad . La investigación transdisciplinaria correspondiente a un cierto grado de transdisciplinariedad se aproxima más bien a la multidisciplinariedad (como es el caso de la ética); a la de otro grado -el de la interdisciplinariedad (como en el caso de la epistemología)-; y aún a otro grado el de la disciplinariedad.
La disciplinariedad, la pluridisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad son las cuatro flechas de un solo y mismo arco: el del conocimiento .
Como en el caso de la disciplinariedad, la investigación transdisciplinaria no es antagonista sino complementaria a la investigación pluri e interdisciplinaria. La transdisciplinariedad es sin embargo radicalmente distinta a la pluridisciplinariedad y a la interdisciplinariedad, por su finalidad, la comprensión del mundo presente, que es imposible inscribir en la investigación disciplinaria. La finalidad de la pluri y de la interdisciplinariedad es siempre la investigación disciplinaria. Si la transdisciplinariedad es con frecuencia confundida con la interdisciplinariedad y la pluridisciplinariedad (como por otra parte, la interdisciplinariedad es frecuentemente confundida con la pluridisciplinariedad) esos se explica en parte por el hecho de que las tres desbordan las disciplinas. Esta confusión oculta las diferentes finalidades de estas tres nuevas aproximaciones.
Absolutizar el carácter radicalmente distinto de la transdisciplinaridad en relación a la disciplinariedad, la pluridisciplinariedad y la interdisciplinariedad, es extremadamente peligroso ya que la transdisciplinariedad sería vaciada de todo su contenido y su eficacia en la acción reducida a la nada.
El carácter complementario de las diversas aproximaciones, la disciplinaria, la pluridisciplinaria, interdisciplinaria y transdisciplinaria se pone en evidencia de una manera clara, por ejemplo, en el acompañamiento de los moribundos . Este paso relativamente nuevo de nuestra civilización es de suma importancia, porque, al reconocer el papel de nuestra muerte en nuestra vida, descubrimos dimensiones insospechadas de la vida misma. El acompañamiento de los moribundos no puede ahorrarse una investigación transdisciplinaria en la medida en que la comprensión del mundo presente pasa por la comprensión del sentido de nuestra vida y del sentido de nuestra muerte en este mundo que es el nuestro.
Traducción del Francés
Consuelo Falla Garmilla
Escuela Nacional de Trabajo Social
Universidad Nacional Autonoma de México
Autor: Basarab Nicolescu
Fuente: International Center for Transdisciplinary Research.
Web: http://perso.club-internet.fr/nicol/ciret/