La neuropsicologia del miedo y la ira 

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Tema: Sistema Limbico

La neuropsicologia del miedo y la ira

Autor: Andrew J. Calder, Andrew D. Lawrence & Andrew W. Young.
Fuente: Nature Reviews Neuroscience, Mayo 2001, Vol 2, No 5. Web:
Web: www.nature.com

Por más de 60 años, las ideas sobre las emociones en neurociencias y psicología han estado dominadas por un debate sobre si la emoción puede ser abarcada dentro de un único modelo unificador. En neurociencia, este approach culmina con la teoría del sistema límbico y en la psicología con modelos dimensionales de la emoción. Las investigaciones comparativas gradualmente han erocionado al modelo límbico y algunos científicos han propuesto que ciertas emociones individuales son representadas en forma separada por el cerebro. Recientemente se ha obtenido evidencia humana consistente con este approach que indica que las señales de miedo y disgusto son procesadas por sustratos neuronales distintos. En este trabajo revisamos estas investigaciones y sus implicancias para las teorías de las emociones.

Por más de 60 años, las ideas sobre las emociones en neurociencias y psicología han estado dominadas por un debate sobre si la emoción puede ser abarcada dentro de un único modelo unificador. En neurociencia, este approach culmina con la teoría del sistema límbico y en la psicología con modelos dimensionales de la emoción. Las investigaciones comparativas gradualmente han erocionado al modelo límbico y algunos científicos han propuesto que ciertas emociones individuales son representadas en forma separada por el cerebro. Recientemente se ha obtenido evidencia humana consistente con este approach que indica que las señales de miedo y disgusto son procesadas por sustratos neuronales distintos. En este trabajo revisamos estas investigaciones y sus implicancias para las teorías de las emociones.

En años recientes, ha habido una explosión de interés en la neurociencia de la emoción humana. Varios estudios se han centrado en el debate acerca de si la representación neural de la emoción involucra sistemas individuales para emociones separadas o un sistema integrado capaz de codificar todas las emociones. Esto se relaciona con un debate psicológico más general acerca de si las emociones son mejor descriptas en términos de marcos basados en categorías o cuentas dimensionales unificadas. Los que están de acuerdo con el approach basado en categorías dicen que un número limitado de emociones (que generalmente incluyen a la alegría, tristeza, enojo, miedo y disgusto) tienen un estatus básico y que las señales de estas emociones básicas son identificadas activando representaciones de categorías discretas (una para cada emoción). El soporte principal para este modelo viene del descubrimiento de que estas emociones son panculturales y que las expresiones faciales para cada emoción son representadas por las mismas musculaturas faciales distintivas en todas las culturas. La mayor alternativa a la cuenta basada en categorías es la visión de que todas las emociones pueden ser representadas en un único marco unificador; por ejemplo, un set limitado de dimensiones que codifican para constructor emocionales específicos como el placer, la excitación, atención/rechazo, etc.
En los últimos 7 años, la neuropsicología humana ha empezado a hacer una contribución significativa a este debate en dos sentidos. En primer lugar, el descubrimiento de que ciertos tipos de daños cerebrales y desórdenes psiquiátricos pueden causar discapacidades selectivas en el reconocimiento de señales humanas de miedo y disgusto. En segundo lugar, las imágenes funcionales han revelado correlatos neurales distintos para el procesamiento del miedo y disgusto en individuos sanos. En este trabajo se discutirá la evidencia de que la amígdala tiene un rol central en el procesamiento de las señales del miedo.

La participación de la amígdala en el reconocimiento del miedo

La amígdala y el miedo en los no-humanos
Las investigaciones en animales han mostrado claramente que la amígdala juega un rol importante en las emociones. Esto se observó en primer lugar por los niveles reducidos de agresión y miedo, y el aumento de la docilidad en monos con lesiones bilaterales que incluían o se restringían a la amígdala. Hasta hace muy poco, sin embargo, la especificidad de estos efectos no eran claros ya que las ablaciones de estos estudios también destruían fibras de pasaje por la amígdala.
Siguiendo estos descubrimientos, un área importante de investigación comparativa de las emociones se ha centrado en el rol de la amígdala en el procesamiento de un tipo particular de emoción. Estos estudios han demostrado que las lesiones de la amígdala y otras áreas relacionadas interfieren con la adquisición y expresión de varios índices de miedo condicionado.

Daños en la amígdala en humanos


La consecuencia más frecuentemente documentada de los daños en la amígdala en humanos es un cambio en el comportamiento emocional, aunque los efectos son menos pronunciados que aquellos encontrados en primates no humanos. Además, las discapacidades cognitivas luego del daño en la amígdala son sorpresivamente limitadas. Se encontró que los déficits afectan algunos aspectos de la percepción facial, particularmente el reconocimiento de la expresión facial, con evidencia menos consistente que muestra incapacidad de reconocimiento de nuevas caras. Estudios adicionales han demostrado que la amígdala está involucrada en la memoria de material emocional. Por sobre todas las cosas, estos datos humanos se correlacionan con las investigaciones en primates no humanos donde se muestra que la amígdala está involucrada en las emociones y en la percepción facial. Estos descubrimientos son apoyados por las imágenes funcionales y estudios con pacientes que implican a la amígdala humana en el procesamiento de las expresiones faciales y otros aspectos de señalización social.

Estudios de imágenes funcionales de reconocimiento del miedo
Las investigaciones con imágenes funcionales han encontrado un aumento en al actividad de la amígdala en tareas donde los participantes observan expresiones faciales de miedo, comparado con condiciones control donde las caras confieren expresiones de alegría, disgusto, enojo o ninguna emoción (neutral). Las investigaciones de imágenes funcionales han revelado importantes aportes sobre la naturaleza de la respuesta de la amígdala al estímulo del miedo. A continuación se detallan cuatro nuevos descubrimientos.

Tiempo de respuesta de la amígdala

Existe cierto debate en la literatura acerca de las propiedades temporales de la respuesta de la amígdala a los estímulos relacionados con el miedo. Por esto es de interés que varios estudios hayan demostrado que la respuesta de la amígdala humana a las expresiones de miedo faciales disminuye con las presentaciones a repetición (eso es, la respuesta se habitúa). Además se demostró que la tasa de habituación a las expresiones faciales de miedo es más rápida para la amígdala derecha que para la izquierda. Esto podría explicar el mayor número de señales provenientes del hemisferio izquierdo reportado en estudios de expresiones faciales de miedo.

Procesamiento no-conciente de expresiones faciales

Se realizaron estudios del procesamiento no conciente de expresiones faciales condicionadas por el miedo usando un método de presentación donde las caras son mostradas brevemente seguidas por una expresión facial neutra. Aunque los participantes son incapaces de identificar la expresión facial concientemente, se dispara una respuesta emocional. Usando el mismo método de presentación, se demostró un aumento relativo regional cerebral del flujo sanguíneo en la amígdala ante expresiones faciales condicionadas por el miedo del enojo (relativo a las expresiones de enojo no condicionadas) tanto para los formatos de presentación conciente e inconsciente. Esto resalta la participación de la amígdala tanto en el procesamiento conciente como inconsciente de la información relevante al miedo.
Un rol neuromodulador para la amígdala

Se ha evidenciado que la intensidad emocional de las expresiones faciales de miedo se correlacionaban positivamente con cambios en el flujo sanguíneo en la amígdala izquierda, mientras que la intensidad de las expresiones de alegría se correlacionaban negativamente con el flujo sanguíneo en esta área. Además, el análisis de regresión mostró que el flujo sanguíneo en un área de la corteza extriastriada tuvo una correlación positiva con el flujo sanguíneo en expresiones de miedo para la amígdala izquierda y una fuerte tendencia a una correlación negativa con el flujo sanguíneo en la amígdala izquierda para expresiones de alegría. Estos descubrimientos apoyaron la teoría de que las conexiones eferentes desde la amígdala tienen un rol específico según el contexto en la modulación de la función de la corteza extriastriada. Una posible interpretación psicológica de estos datos es que justo después de la presentación de una expresión facial de miedo nuestra vigilancia sea resaltada por la función de la amígdala que aumenta la sensibilidad del procesamiento visual temprano. Esta interpretación concuerda con lo estudiado en las reacciones fóbicas inducidas en personas con fobias a las arañas y víboras donde hay un aumento en la actividad metabólica en la corteza extraestriada.

Efectos opuestos para el miedo y la alegría

Algunos estudios encontraron que, mientras que las expresiones faciales de miedo producen un aumento en la actividad de la amígdala, disminuciones significativas en la actividad de la amígdala son producidas por expresiones faciales de alegría. Es interesante notar que los niveles de miedo inducido por un anestésico local llamado procaína se correlacionan positivamente con el flujo sanguíneo en la amígdala izquierda mientras que los niveles de euforia inducida por procaína se correlacionan negativamente con el flujo sanguíneo en la amígdala izquierda.

Junto con las observaciones resumidas en la sección anterior, estos descubrimientos indican que la corteza extraestriada es modulada por la función de la amígdala que es a su vez influenciada por las emociones (o sea, el miedo y la alegría) percibidas en otros y por los estados emocionales (o sea miedo y euforia) experimentados por la persona misma. A un nivel psicológico, estos datos indican que ver a alguien que tiene miedo (o está contento) podría tener un efecto similar sobre nuestro nivel de vigilancia hacia la amenaza potencial de experimentar el miedo (o alegría) uno mismo. Claramente, este paralelo entre la percepción y la experiencia merece mayor investigación.

Resumen

Las investigaciones que hemos revisado hasta ahora proveen fundamentos para la participación desproporcionada de la amígdala en el procesamiento de las señales faciales de miedo y en el condicionamiento al miedo. Consecuentemente, muchos autores han sugerido que estos descubrimientos se relacionarían con el rol de la amígdala en la detección, evaluación y coordinación de la respuesta a las señales de amenaza en el ambiente.


Traducción: Sabina Domené



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