Lo afirma Alejandro Buschiazzo, el científico argentino que investiga en leptospirosis y otras enfermedades bacterianas en el Instituto Pasteur de Montevideo. Fue incorporado a la Academia Nacional de Ciencias de Uruguay. Reconoce que hoy la ciencia no es solidaria. Su mirada sobre los jóvenes científicos
Por Valeria Román
La presión de conseguir resultados rápidos no solo afecta a los jugadores de fútbol. También los científicos están atravesados por la exigencia de producir conocimiento, publicar y obtener más fondos para seguir en carrera, y se pone en riesgo la esencia de la investigación. «Con cada experimento, la mayoría de las veces se prueba que estábamos equivocados, y hay que tener entrenamiento para no desmoralizarse y seguir adelante», sostiene el científico argentino Alejandro Buschiazzo, investigador del Instituto Pasteur de Montevideo, y quien acaba de ser reconocido como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Uruguay por sus descubrimientos sobre los mecanismos que les permiten sobrevivir a las bacterias. En diálogo con Infobae esto precisó.
—¿La exigencia de publicar resultados afecta la actividad de los científicos?
—Hay una crisis en las ciencias porque se tiende a buscar éxito a través de resultados rápidos. Todos los queremos, pero es un problema si eso nos lleva a ansiedad desmedida, a no pensar bien los experimentos. Me da la sensación de que los jóvenes de hoy se desmoralizan fácilmente.
—¿Cambió en algún otro aspecto la manera de investigar?
—Sí. La ciencia es un trabajo en equipo, tanto como lo es el fútbol. El rol de cada jugador, del técnico, de los preparadores, cada uno es importante. En ciencia actualmente hay un cierto problema ya que se evalúa mucho en forma puramente individual. A mí me toca coordinar el grupo que hemos formado en el Instituto Pasteur, pero el éxito radica en el trabajo de equipo de todos sus integrantes. Aún no hay métodos buenos de evaluación de equipo, es más fácil medir de manera individual.
“Hoy la ciencia no es solidaria”, señala Buschiazzo
—¿Cómo fue haciendo los descubrimientos después?
—Después del doctorado, me fui como investigador post-doctoral al Instituto Pasteur de París. Allí, trabajé con el profesor Pedro Alzari, un científico argentino, y eso me abrió la puerta para entrar en el Instituto Pasteur en Montevideo, que se creó en 2006. En Uruguay, dirijo un laboratorio y una plataforma tecnológica abierta para usuarios internos y externos. Al venir a Uruguay, dejé el tema del Chagas, y me interesó más el mundo de las bacterias. Una de las bacterias que estudiamos es leptospira, un género que incluye varias especies patógenas que producen la leptospirosis, una enfermedad que se transmite por contacto directo con orina o tejidos de animales infectados, o bien de forma indirecta, por contacto con agua o tierra contaminadas.
—¿Qué han encontrado sobre esas bacterias?
—Estudiamos cómo hacen las bacterias para sentir el ambiente, y ahora sabemos que tienen sistemas de proteínas que usan como sensores. Les permiten saber hacia dónde moverse para un nutriente o alejarse de tóxicos. Esos sistemas también «detectan» antibióticos para luego disparar mecanismos de resistencia a los mismos. También sensan la temperatura, sal, o la luz. Cuando se desactiva el gen que codifica para esas proteínas de sensado y regulación, las bacterias no se pueden adaptar más a un determinado cambio. Incluyen sistemas de dos componentes: una proteína que sensa y otra que regula la respuesta. Nosotros hemos contribuido con nuestro trabajo a identificar estructuras tridimensionales de las proteínas sensoras y reguladoras, por separado y juntas. Esa interacción se puede desbalancear en situaciones de desajuste. Nosotros recientemente resolvimos la única estructura de las dos proteínas juntas en dos estados de señalización diferentes: prendido y apagado.
—¿Cómo las identificaron?
—Para atrapar esos dos estados, usamos modificaciones químicas que nos sirvieron como astucia para «congelar» a las proteínas y poder sacarles fotos instantáneas. Eso nos permitió corroborar las hipótesis de cómo funciona el sistema. Publicamos dos artículos recientes por los cuales demostramos que las bacterias leptospiras patógenas necesitan esos sistemas de señalización para «darse cuenta» de que entraron en el organismo que infectan. La respuesta adaptativa que disparan es expresar factores de virulencia. Por ejemplo, la leptospira coloniza los riñones de la persona infectada.
Para lograrlo, una vez que la bacteria entra en la sangre, debe «darse cuenta» y poder así ir al riñón y adherirse a las células allí. De esta manera, la bacteria evade el sistema inmune, que, de otro modo, la mataría y no conseguiría establecer la infección. Suponemos que debe haber sistemas de señalización para hacer el cambio hacia expresión de genes de motilidad, de adhesión, de virulencia. Nos falta aún descubrir todo el proceso, pero hemos hecho avances importantes.
Fuente: https://www.infobae.com/salud/ciencia/2018/10/25/la-mayoria-de-los-experimentos-cientificos-prueban-que-estamos-equivocados/