El amamantamiento es uno de los momentos de contacto físico y emocional más importantes que establece la mamá con su pequeño.
Tan importante es, que todas las personas que rodean al bebé y su mamá se sienten con la “obligación” de opinar.
El mundo actual se interpone entre ellos, a veces, de manera directa y muchas otras sutiles. La mayoría de esas interferencias son justamente para alejar a la madre de su recién nacido.
Los ecos nos traen frases como: “lo vas a malcriar acostumbrándolo a estar en brazos”, “se te deforman los senos”, “vas a sufrir cuando tengas que dejarlo para ir a trabajar”, “es mejor la mamadera”, “que el padre se haga cargo del niño, también”, “dejá que la abuela sabe hacer las mejores mamaderas”, “dedicate a vos, mientras te lo cuido”, “aprovechá a separarte ahora, sinó…” , “lo vas a hacer faldero”… se llena la casa de corralito, baby – site, porta infantes, cuna, moisés, asiento de bebé en el auto, etc.
El mundo de los desodorantes, los perfumes, las fragancias impregnando apósitos femeninos y toallitas higiénicas para el bebé, lociones, jabones perfumados, hacen lo posible para separar los olores particulares y propios de ambos.
El tiempo de licencia post-parto se termina muy rápido, la leche drena de los pechos, mancha, molesta.
Los pezones se cansan, se agrietan, demasiado cuidado, las horas vuelan.
La televisión siempre prendida, no hay tiempo para sentarse cómodamente y amamantar…otros niños, otros trabajos, pareja exigente, abuelos ansiosos.
Si pensamos en todo esto, parecería que el mensaje es claro… “NO AMAMANTARÁS”.
Los defensores de la lactancia materna sólo centran su mensaje en las defensas biológicas que pasan de la madre al niño, pero esto sólo no convence. También el tabaco, las drogas, los medicamentos que ingiere la madre son productos que amenazan al niño… entonces se abandona la posibilidad de darle de mamar.
El mundo apura y no hay tiempo para algo tan fácilmente reemplazable: leches sustanciosas, fáciles de preparar; microondas prontos a imitar el calor humano; líquidas, larga vida; sólidas solubles en agua fría, granuladas, vitaminizadas, saborizadas, reforzadas, etc.
Los que se atreven a decir algo a favor de la lactancia materna caen en discursos sexualizados que producen rechazo, son de difícil tolerancia para el resto de la gente: …”que se siente placer, similar al orgasmo”; “una se olvida del mundo en ese momento”; “lo hacen a destajo, sacan la teta en cualquier lugar”; se asumen como mamaderas portátiles prontas en un shopping, mientras viajan en el auto o en colectivos a sus funciones; las vacaciones son más fáciles; se acuestan y duermen mientras el bebé se prende, ni se levantan para atenderlo; “ hasta los 2 años, hasta los 3 años”… hasta cuándo?…
Sin embargo, todas estas posibilidades no nos están contando de algo sumamente presente y que por ser obvio, se resuelve no hablar de ello.
La lactancia materna es un escudo contra la droga por inhalantes y el alcoholismo, contra el tabaquismo, la obesidad, la anorexia y la bulimia.
En ese tiempo de lactancia el bebé forma las bases para su psiquismo, establece los núcleos fundantes de su identidad y consolida la seguridad básica basada en el amor y el respeto por el otro; incorporando “defensas psicológicas” y desarrollándolas a través del olor de la madre, de sí mismo y del padre.
En ese tiempo de amamantamiento, el bebé puede sentir con seguridad extrema que hay alguien que lo cuida de la muerte y el abandono, del dolor producido por el hambre y del hambre psicológico.
El bebé cede a sentirse como en una burbuja, extasiado entre la incorporación del alimento y el proteccionismo del calor humano que irradia su madre. Esa burbuja olorosa le permite a su cerebro pequeñito, incorporar a través del olfato el mundo que lo rodea..
Darle el pecho es ponerle el pecho a la adversidad que puede devenir en el desarrollo de éste bebé para transitar hacia una niñez y adolescencia con defensas y bases sólidas donde sustentar una personalidad íntegra, ligada a la vida.
Fuente: Lic. Graciela García