Es un hecho que ahora somos más vulnerables que nunca a la contaminación atmosférica que nosotros mismos producimos. Hace poco llegamos a récords históricos de CO2, y es bien sabido que gran parte de la población mundial se concentra en las ciudades, lugares donde la calidad del aire empeora con el pasar del tiempo.
La cifra de gente que se expone al riesgo de la contaminación es más alta de lo que se cree. Según la Organización Mundial de la Salud, nueve de cada 10 personas respiran a menudo aire contaminado. De hecho, se calcula que al menos siete millones de muertes al año se dan por esta razón.
¿Pero qué tanto nos puede afectar esto? Lo cierto es que vivir en un ambiente contaminado puede generarnos graves daños en el organismo. Entre los efectos mortales de esto están la cardiopatía, cáncer de pulmón, neumopatía, infecciones respiratorias, accidentes cerebrovasculares, etc.
No obstante, puede quien se lleve la peor parte sea el cerebro. Tomemos en cuenta que el cerebro es, junto al hígado, el órgano que consume más oxígeno de todo el cuerpo. Esto es mucho, pues consume al menos un 20% del oxígeno disponible a pesar de que solo represente un 2% de la masa corporal. Por lo tanto, cualquier modificación al ritmo de oxígeno que llega a él podría generar ciertos cambios notorios.
No estamos hablando de cambios físicos, sino cognitivos y de comportamiento. Diversos estudios han señalado cómo la contaminación puede cambiar nuestro accionar dentro de la sociedad. Inclusive, esta podría hacernos más propensos a romper la ley.
Comportamiento inusual
Un par de estos estudios pertenece a Sefi Roth, del London School of Economics. Por un lado, en 2016 el autor halló una relación entre la contaminación y el bajo desempeño en los exámenes. Así, analizó varios grupos de estudiantes que estuvieron realizando exámenes durante varios días y los comparó con datos de qué tan contaminado estuvo el aire en esas fechas. Coincidencialmente los grupos a los que les fue peor les tocó los días con peor estado del aire.
Poco después, en 2018 junto a su equipo tomó datos de criminalidad en Londres. Con esto, se dio cuenta que en los días más contaminados hubo mayor cantidad de delitos menores (por ejemplo, vandalismo). Además, hicieron seguimiento a las nubes de aire contaminado que se mueven con el viento por la ciudad. Justo en los lugares donde se posaba, los niveles de criminalidad subían; tanto en barrios ricos como en barrios pobres.
No obstante, otro autor cree que esto es más grave. Jackson Lu del MIT tomó los datos de criminalidad de nueve años de 9.000 ciudades de Estados Unidos. Así, encontró que en las ciudades más contaminadas se presentaban más casos de asesinato, violación, agresión, robo de vehículos, robo de domicilios y atraco.
Además, Lu también hizo una prueba con varios voluntarios. Les mostró fotos de ciudades altamente contaminadas y les pidió que se imaginaran cómo sería vivir allí. Se demostró que la sola imagen mental les provocó un aumento de los niveles de ansiedad. Ante esto, el investigador explicó que la ansiedad modifica el comportamiento y nos puede hacer tomar decisiones más agresivas o menos éticas.
Otras investigadoras como Diana Younan también afirman que los ambientes contaminados afectan el comportamiento especialmente en la adolescencia.
Todos coincidieron en la posible razón de por qué esto ocurre. El hecho de que respiremos aire contaminado puede afectar la cantidad de oxígeno que llega al cerebro. A final de cuentas, esto cambia la forma como nos comportamos y puede terminar siendo un factor más para tomar una decisión apresurada. Eso sí, hay otras causas, pero esta podría ser solo una más.