Nació en Pompeya y desde su infancia jugaba con dispositivos electrónicos; su iniciativa orientada a niños con discapacidad fue elogiada por Barack Obama
A los cinco años diseñó un sistema que organizaba canicas por colores. A los 12 ganó un premio por un invento que permitía encender las luces de su patio con las ondas Wi-Fi. Y a los 18 sorprendió a todos cuando empezó a fabricar prótesis de manos con tecnología 3D a un costo que apenas alcanzaba los $ 250, una iniciativa que le valió el reconocimiento del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama durante su visita a Buenos Aires.
Los escasos 21 años de Gino Tubaro están repletos de este tipo de momentos cinematográficos, pero también de los otros. «Además, creé una zapatilla con disyuntor eléctrico. Si metías los dedos se apagaba sola. Pero había que probarla y obviamente me quedé pegado un par de veces», reconoció entre risas el joven inventor durante su participación en la tercera edición del encuentro Negocios del Futuro.
Mientras subía al escenario del auditorio del Museo de Arte Latinoamericano (Malba), sede del evento, Tubaro se aferraba a una pequeña mochila que colgaba de uno de sus hombros. «Acá tengo a mi bebé», dijo ante un auditorio colmado con una mezcla de sorna y misterio. Su «bebé», resulta, es el prototipo de una de esas manos robóticas que él y un equipo de colaboradores crean a través de impresoras 3D. Esas que lo hicieron famoso.
No pasó mucho tiempo hasta que su talento empezó a ser reconocido. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI, un organismo que depende de las Naciones Unidas), el Departamento de Estado de los Estados Unidos y el MIT, entre otros, le entregaron premios y distinciones. «Al principio me decían que lo que hacía estaba mal», recordó. «Hoy el ñoño está más de moda», agregó.
Pero con Internet y un poco de ingenio logró subsanar estos temas. La madre del niño les mandó una foto del muñón sobre una hoja cuadriculada, que le sirvió a Tubaro para calcular las medidas de la prótesis. Seis meses después les presentó la mano, que imprimió con los colores de Iron Man. «Para nosotros ¿qué puede ser más lindo que transformar a chicos con alguna discapacidad en superhéroes?», se preguntó.
Tubaro no trabaja solo. Atomic Lab, como bautizó su grupo de trabajo, está compuesto por nueve integrantes (algunos colaboradores part-time, otros voluntarios) que no superan los 26 años. A la fecha, produjeron unas 620 manos, que fueron entregadas de forma gratuita, y esperan llegar a 1000 este año. Su precio oscila entre los $ 250 y los $ 450.
En su alocución, el entonces mandatario estadounidense mencionó cómo las prótesis accesibles desarrolladas por Tubaro habían transformado la vida de Felipe para siempre. «No sabíamos que él nos iba a mencionar. Eso nos cambió un montón, teníamos unas 800 personas anotadas en la plataforma y después de que Obama nos nombró empezamos a tener mayor llegada a distintas partes del mundo», relató.
En materia de financiación, Tubaro sostuvo que todavía subsisten con los aportes que les hacen un grupo de sponsors y las donaciones de empresas y particulares a través de su sitio de Internet.
Tecnología prometedora
«Lo que la impresión 3D nos permite es hacer piezas a medida -recalcó Tubaro-. Con las prótesis tradicionales, la persona se adapta a la mano. Si te queda bien, genial; si no, tenés que adaptarla, y eso sale plata», señaló.
«Lo bueno de esto es que, gracias a estos procedimientos, le podés sacar un dedo y ponerle un soporte para bloquecitos o un adaptador para un cuchillo o un tenedor. Los chicos pueden crear sus propios adaptadores», contó.
Tubaro reconoció que aunque hay mucho futuro en la integración de tecnologías 3D con el área de salud, todavía «faltan un montón de cosas por hacer». Y completó: «Estas [manos] parecen de robot. A medida que la tecnología se vaya masificando, creemos que se van a poder imprimir tejidos y órganos».
No todos comparten el entusiasmo por su obra. Su proyecto ha redundado en ahorros por US$ 3 millones para los pacientes que otros actores han dejado de percibir, según explicó el emprendedor. «También hacemos brazos para las personas que tienen un muñón a partir del codo. Ese diseño nos cuesta $ 500 y las obras sociales quieren cobrarlo $ 480.000. Imagínense cómo están los que no pudieron quedarse con esa plata. Tenemos un poco de «tole tole» con ellos», dijo.
Para Tubaro, esa competencia es estimulante. «No es que nosotros los matamos, es el mal servicio, los precios que cobran, los tres a seis meses que tarda la entrega.»
Finalmente, Tubaro dijo que también están trabajando en proyectos para asistir a personas no videntes: tiene en carpeta un traductor de texto plano a braille y una cámara de fotos que les permite saber qué tienen enfrente. «Lo que a mí me diferencia es que me gusta hacer las cosas que hago. Desde chico supe que quiero trabajar para ayudar a la gente», concluyó.
Con vocación por ayudar
620
Donación
Son las prótesis gratuitas que lleva entregadas Atomic Lab. Su costo de producción oscila entre $ 250 y $ 450
Barack Obama
En 2016, el entonces presidente de Estados Unidos destacó el caso de Tubaro durante su visita a nuestro país
Financiación
El proyecto subsiste con sponsors y donaciones de empresas y particulares
Por: Andrés Krom
Diario La Nación