El transhumanismo abre un futuro incierto

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Los retos antropológicos, jurídicos, éticos y teológicos de esta filosofía se debatirán en un congreso

 

El transhumanismo designa una manera de pensar que, a grandes rasgos, apunta a una persuasión básica: que los avances tecnológicos están abriendo inevitablemente el camino a la aparición de un nuevo tipo de hombre y, en consecuencia, de una transhumanidad. Este nuevo hombre y esta nueva humanidad, obviamente, asumirán el pasado, pero supondrán la aparición de algo completamente nuevo: una nueva forma de ser hombre desconocida hasta ahora. En el transhumanismo hay, ciertamente, aspectos que no pueden ponerse en duda: los extraordinarios avances que hará posible la tecnología actual en todos los aspectos. ¿Hasta dónde se llegará? El ser humano, ¿sufrirá realmente un cambio sustancial? La respuesta a estas preguntas está hoy diversificada, desde posiciones radicales que hablan de que el hombre antiguo, el de siempre, dejará de existir, hasta posiciones moderadas que, sin dificultad en admitir los grandes cambios que se producirán, sin embargo, consideran que el hombre de siempre seguirá existiendo y deberá ser el que diseñe, produzca y controle los grandes cambios que, sin duda, se producirán.

El congreso organizado por la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid) y la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, para los días 29-30 y 31 de mayo de 2019, está concebido como un gran foro, nacional e internacional, para valorar y reflexionar sobre el futuro tecnológico de la humanidad, así como sobre las teorías transhumanistas crecientemente presentes en nuestra sociedad.

El título del congreso designa la temática de fondo: El transhumanismo, ya que se trata de hacerse eco de las actuales teorías transhumanistas y proceder a una reflexión profunda sobre ellas. El subtítulo del congreso introduce la palabra “retos”, ya que, de principio, el movimiento transhumanista plantea serios cuestionamientos a la manera tradicional de pensar sobre el hombre. El subtítulo precisa cuáles son, en concreto, estos retos: Retos antropológicos, jurídicos, éticos y teológicos.
El comité organizador del Congreso esta formado por José Manuel Caamaño (Comillas), Álvaro Matud (Fundación Tatiana) y Marta Medina (Comillas). Asimismo su comité científico consta de las siguientes personalidades: José Manuel Caamaño (U. P. Comillas), Lydia Feito (U. Complutense), Sara Lumbreras (U. P. Comillas), Elena Postigo (U. Francisco de Vitoria), Federico de Montalvo (U. P. Comillas), Juan Arana (U. de Sevilla), Ignacio Silva (U. Austral) y Lluis Oviedo (P.U. Antonianum). La dirección del congreso es de José Manuel Caamaño (director de la Cátedra CTR).

El congreso se estructura, como es ordinario, con las ponencias principales, conferencias y mesas redondas, que constan ya en el programa. Sin embargo, el congreso está abierto a las comunicaciones libres que deberán presentarse antes del 31 de marzo de 2019. En el acto de apertura del congreso intervendrá el Rector de la Universidad Comillas, Julio Martínez y otras autoridades. Y la conferencia de clausura estará a cargo del Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura.

Veamos ahora los retos del congreso: antropológicos, éticos, jurídicos y teológicos. Vamos a trazar una panorámica de preguntas, discusiones y orientaciones de respuesta a estos cuatro retos. Sin duda abriremos una panorámica de los grandes temas que, de una u otra manera, serán abordados en el congreso.


RETOS ANTROPOLÓGICOS

El primer reto planteado por el congreso es el de los retos antropológicos. El avance tecnológico, ¿qué cambios producirá en el hombre como tal? Es claro que, como fondo de la deliberación que el congreso pueda hacer, están abiertos los criterios para responder de una u otra forma.

El criterio fundamental es, sin duda, la ciencia. En efecto, para prever qué puede ser el futuro el criterio esencial es conocer cuáles son los resultados actuales de la ciencia y cuál es el futuro previsible de nuevos resultados que pudiera seguir produciendo. Esto quiere decir que no pueden establecerse teorías que no estén rigurosamente fundadas en la ciencia. Hay que saber qué dice la ciencia, cómo conoce el universo (ciencia básica), y, en consecuencia, qué aplicaciones permitirá para dominar el universo y mejorar la vida humana, abriéndole nuevas posibilidades (ciencia aplicada).

Lo que se pueda decir del futuro depende de la ciencia. En pocos campos de reflexión es tan importante saber distinguir las afirmaciones que, con rigor, están fundadas en la ciencia y las que no lo están. En el fondo, como se verá en el congreso, todos pretenden que sus afirmaciones están fundadas en la ciencia. Esto es obvio. Por ello, la discusión consistirá en la mayor parte de las cuestiones planteadas en juzgar si ciertas afirmaciones sobre el futuro se fundan en interpretaciones correctas de las evidencias, de los hechos y de las teorías científicas ordinarias. Unos pensarán una cosa y otros otra.

Podemos aquí anticipar mi opinión personal: que el transhumanismo radical de hoy se funda en interpretaciones subjetivas de la ciencia que dan el tránsito a dejarse llevar por la imaginación y extrapolar aspectos del futuro. El problema consistirá en ver si, con los datos actuales de la ciencia, es verosímil pensar que tales extrapolaciones de cumplan o no se cumplan.
Apuntemos aquí sobre esto algunas de las cuestiones de fondo que estarán presentes en la temática del congreso. Todas ellas relativas a la antropología.

Crecimiento exponencial de posibilidades humanas 

El avance tecnológico abrirá un inmenso campo de posibilidades para la actividad humana, personal y social. En principio, si se trata de posibilidades reales, fundadas en la ciencia y en la tecnología existente, o previsible y racionalmente futura, no cabe poner objeción alguna. La verdad es que no sabemos hasta dónde se llegará, pero sin duda se llegará muy lejos. Mencionemos sólo dos campos.

Primero, la amplitud del conocimiento y de la comunicación. Los sistemas de computación que se irán perfeccionando, en capacidad de registro y en velocidad de tratamiento, permitirán un registro y recuperación de inmensas tramas de conocimiento acerca del mundo, de la cultura humana y del hombre. A su vez, esta inmensa cantidad de conocimiento será asequible por las redes informáticas, principalmente por internet. Todo ello permitirá entonces alcanzar niveles superiores de intercomunicación y de dominio del mundo fundado en el conocimiento.

Segundo, la tecnología que permitirá recoger información sobre la biología humana y dirigir la intervención sobre ella. El desarrollo creciente de la nanotecnología permitirá introducir en el cuerpo humano microsensores que harán posible el control en tiempo real del estado del cuerpo y de sus posibles alteraciones. Igualmente podrán implantarse en el cerebro microships que facilitarán y potenciarán las funciones de la mente. Todo esto es posible y sucederá con toda probabilidad. No sabemos hasta qué punto.

Sin embargo, se presenta aquí la cuestión acerca de la permanencia, o no, de la naturaleza humana, a partir de estos cambios, en el conocimiento y en la biología humana. Es una cuestión para debatir.

Nuestra opinión es que se trata de cambios que están producidos y controlados por el hombre de siempre, que sigue funcionando con su sistema neuronal y con su razón. El hombre, pues, controla y utiliza como recurso operativo la ingente organización del conocimiento y el control de la biología humana. ¿Hasta dónde se llegará? Hasta ahora no lo sabemos. Llegaremos a posibilidades insospechadas. Pero, en contra de lo que piensan Kurzweil y sus seguidores, la ciencia no permite aventurar, con rigor científico, que se llegue a la inmortalidad.

Redes externas

La nueva tecnología permitirá construir impresionantes redes externas que registren el conocimiento, el estado en tiempo real del universo o la biología de los seres humanos, e incluso de los seres vivos. Pero estas redes, creadas y controladas por el hombre, en las circunstancias actuales, no podrán llegar a tener una identidad ontológica con el hombre y una unidad funcional fundada en esa unidad ontológica.

El hombre sólo podrá tener acceso al contenido de esas redes a través de una interface (una pantalla, una imagen, una ecuación, cifras atribuidas a variable…) que le permita controlar el estado de esas redes y su contenido, con el objetivo de usarlas para la mejora de la condición humana, bien en el conocimiento de uno mismo, de la sociedad o del universo.

Esta es, pues, una cuestión a debatir. Sin embargo, si cabe aportar la propia opinión, creo que la ontología del cerebro y lo que hoy conocemos por neurología sobre las redes neurales del cerebro, de acuerdo por las posibilidades actuales de la ciencia y la tecnología, nos permiten conjeturar que no podrán llegar a formar una unidad ontológica que permitiera que esas redes formaran parte del hombre mismo o que el hombre se perdiera ontológicamente en esas redes.

Una cosa es la ontología funcional del sistema neural que produce sensación-percepción-conciencia, y otra cosa diferente es la ontología mecánica y ciega de los sistemas de computación en que se traduciría el conocimiento, y la información sobre la biología humana y del universo. El hombre, desde fuera, como entidad ontológica diferente, podrá hacer uso de esas redes por medio de sistemas de interface. ¿Es así? En todo caso es una cuestión a discutir. No sabemos en absoluto qué pasará en el futuro, pero conocemos el estado actual de la ciencia y podemos conjeturar qué evoluciones futuras son previsibles y cuáles no.

Ciborgs y seres humanos

Todos conocemos, aunque solo sea por la información imaginaria en literatura, televisión y películas, que los avances en tecnología de la computación permitirán construir máquinas que simularán casi a la perfección a los seres humanos. Estos ciborgs supondrán, obviamente, algo completamente nuevo. ¿Cómo entenderlo? ¿Tendrán autonomía funcional? ¿Serán similares a los seres humanos? ¿Ciborgs y humanos constituirán una nueva especie o forma de hombre? Si existen diferencias, ¿en qué consistirán? Esta es solo una pequeña serie de preguntas que delimitan algunos de los aspectos que deberán objeto de reflexión en el congreso.

Nuestra opinión es que la perfección de los ciborgs permitirá simular casi perfectamente una conducta humana objetiva: ejercicio de inteligencia, uso del lenguaje, personalidad y planes específicos de respuesta al medio, e incluso expresión de emociones. Ahora bien, estos productos funcionales en el ciborg y en el hombre, ¿se alcanzan por procesos funcionales similares o idénticos? ¿Existe una identidad ontológica entre ciborg y hombre?

Ray Kurzweil, y otros muchos en su línea, tienden a considerar que ciborgs y hombres son ontológica y funcionalmente lo mismo. Por ello, la entrada en la época de las spiritual machines fundará el nacimiento de una nueva época porque aparecerá un nuevo tipo de hombre y de un tiempo nuevo de transhumanismo. Se producirá un proceso de extended mind.

Identidad ontológica y funcional entre redes/ciborgs y hombres

Volvamos a mi opinión personal sobre este importante tema de discusión entre los autores del transhumanismo actual.

Como decía, la opinión sobre cualquier tema de discusión debe estar fundada siempre en la ciencia. Pues bien, a mi entender es claro que redes/ciborgs y hombre no tienen la misma ontología. Las redes/ciborgs están construidas por una tecnología de computación que sabemos perfectamente en qué consiste porque nosotros la hemos construido. Son sistemas de procesamiento de información que funcionan de forma mecánica y ciega, por algoritmos matemáticos. Esto es un hecho. Por tanto, a esta ontología física no podemos atribuirle hasta ahora un hardware biológico.

Las llamadas redes neuronales y la utilización de tejidos vivos son otra cosa, en la que no entramos aquí. En cambio, los seres vivos y el hombre ha producido por la evolución natural una ontología biológica que produce estados de sensación-percepción-conciencia. Ni las redes ni los ciborgs tienen ontología biológica y no puede atribuírseles conciencia.

Esto es un hecho que no impide, como antes decía, que estas máquinas, construidas con una ingeniería mecánica y ciega, puedan simular la conciencia y constituyan máquinas que presentan grandes similitudes con los seres vivos.

En consecuencia, los sistemas funcionales que llevan al hombre y a la máquina a resultados similares no son idénticos, porque tienen ontologías diversas. La máquina tiene funciones mecánicas fundadas en series de ceros y unos a las que se aplican algoritmos de todo tipo. El hombre tiene una ontología biológica que produce conciencia y, por ello, la mente animal y humana funcionan a través de los sistemas sensitivos, perceptivos y conscientes, que fundan la existencia de un sujeto psicológico que impulsa y controla las acciones.

Todo esto, pues, describe los perfiles de las grandes cuestiones que han sido planteadas para la antropología por el transhumanismo.


RETOS ÉTICOS

Ya con mayor brevedad.

Es evidente que la aparición de todas estas posibilidades tecnológicas debía influir en las decisiones sobre las acciones humanas. La acción humana, por su propia naturaleza, está sometida por la razón natural a ciertos condicionamientos éticos, que afectan a la vida individual y a la vida social. El principal principio ético consiste en que el hombre se ve urgido por su razón a realizar, libre y personalmente, la propia condición humana de acuerdo con su verdad en el universo. Igualmente, el hombre se ve urgido a que sus acciones contribuyan a que la sociedad haga posible que la vida individual se realice, solidariamente, en libertad y con plena dignidad personal.

Mencionemos algunos campos en que se presentan conflictos éticos nacidos de la nueva tecnología en la era del transhumanismo.

Control de las redes de conocimiento 

Las redes de conocimiento abrirán las posibilidades de conocimiento, sin límite, de que harán uso los individuos. ¿Cómo hacer para que estos contenidos contribuyan a que el hombre realice sus principios éticos? ¿Cómo evitar que las redes de conocimiento faciliten que el hombre se oriente hacia formas de actuar que lo empobrezcan como hombre? ¿Tiene la sociedad legitimidad para controlar las redes de conocimiento? ¿Desde qué criterios y con qué principios podría hacerlo? Es evidente que las respuestas podrían ser, y de hecho son, muy diferentes.

Control de la libertad, la privacidad y la dignidad en el uso de las redes

Es hoy evidente que las posibilidades tecnológicas de manipulación de las redes de conocimiento permiten obtener información de los individuos que podría poner en riesgo el respeto a la privacidad, en peligro la libertad personal y la dignidad de la persona. ¿Es ético que las instituciones y poderes públicos obtengan información sobre los individuos, al margen de su voluntad, para su control individual como persona, para el uso comercial, para interferir la libertad humana y para el control político?

Control de la información biológica 

Desde el momento de que el cuerpo humano, por nanotecnología, esté controlado en tiempo real y se trasmita ese conocimiento a redes externas para el control de la salud, ¿qué puede hacerse para evitar que ese conocimiento sea controlado por otros y que se diseñen mensajes externos que interfieran el funcionamiento natural del cuerpo o del cerebro humano, influyendo perversamente en la conducta?

Diseño ético de los ciborgs 

Puesto que la perfección tecnológica en el diseño de los programas que constituyan el procesamiento de información y la reacción ante el medio, emitiendo acciones precisas, de los ciborgs, podrá llegar a contemplarse una actividad autónoma de esos ciborgs, se plantea entonces la pregunta de la programación ética de su “mente” (aunque solo sea mecánica y ciega).
Esta programación es obra del hombre real, de nosotros, y, por ello, deberá hacerse de tal manera que el ciborg posea principios éticos que lo integren con armonía estable en el mundo humano. ¿Qué significa “con armonía estable”? ¿Qué principios deberían fundar los principios éticos de los ciborgs?

Diseño ético de la acción humana ante los ciborgs

Aunque los ciborgs no sean seres biológicos con conciencia, sino solo sistemas autónomos, mecánicos y ciegos, producidos y programados por el hombre, sin embargo, no cabe duda de que constituyen un nuevo tipo de realidad mucho más rico que una piedra o un trozo de hierro.

Pueden construir su propia historia y su propia personalidad. Por ello producen la aparición de una nueva ética que debería regir el comportamiento de los hombres que los han creado. ¿Sería ético destruir un ciborg? ¿Qué significa respeto ético de su ontología, en gran parte similar a la propia de la biología humana, aunque sólo sea por la vía de la simulación?


RETOS JURÍDICOS Y TEOLÓGICOS

Retos jurídicos  

Es obvio que la sociedad deberá actuar para que las nuevas tecnologías contribuyan al enriquecimiento de la condición humana, potenciando sus posibilidades y reprimiendo todo cuanto contribuya al empobrecimiento humano. Sin embargo, ¿cómo actuar? ¿Dónde puede la sociedad, a través del poder socio-político, hallar un fundamento a las acciones de control y encaminamiento de las posibilidades tecnológicas hacia el engrandecimiento de la condición humana? ¿Es legítimo que la sociedad ejerza un control? ¿Hasta dónde debe llegar? ¿Cómo podrían las exigencias éticas, personales y sociales, traducirse en un sistema jurídico que velara por la condición humana y la potenciara? ¿Qué campos debería abordar este sistema jurídico?

Retos teológicos

La teología cristiana considera que el universo ha sido creado por Dios y, en consecuencia, se da por supuesto que este universo es como describe la ciencia. Es decir, el universo ha sido creado por Dios tal como describe la ciencia. El cristianismo no pone ningún límite a la imagen del universo.

En relación con los avances de la tecnología de las últimas décadas, que ha sido la ocasión para el nacimiento del transhumanismo, el cristianismo tampoco pone objeción alguna. No tiene, pues, sentido que, desde la fe, se pongan objeciones o límites a los avances de la ciencia.

La ciencia y las posibilidades tecnológicas de la humanidad llegarán hasta donde deban llegar. Su término no es otro que las posibilidades que Dios, en su creación del universo, ha querido que posea la realidad.

Sin embargo, el cristianismo tiene una imagen del universo, fundada en la revelación, que no puede estar en contradicción con la imagen del universo que ofrece la ciencia. El universo debe hacer posible la aparición de la vida y del hombre. Debe ser un universo en que anida la existencia de la sensibilidad y la conciencia. Debe ser un universo donde la condición humana es posible: a saber, la condición de un sujeto psíquico que siente, que posee una mente racional y que posee libertad. En definitiva, defiende la existencia de un universo que produce y mantiene la libertad humana. Por tanto, en último término, el cristianismo defiende un universo que produce un hombre que puede ser objeto de una apelación divina.

Los retos del pensamiento transhumanista consistirían en ofrecer una imagen del universo que no fuera posible compatible con la imagen cristiana del hombre. Esto es, en realidad, lo que ha pasado con el transhumanismo. Su imagen del universo y su imagen del hombre, desde el modelo del ciborg, es en gran parte robótica, puramente mecánica y determinista. Sin embargo, la discusión con el transhumanismo no se hace arguyendo desde los principios cristianos, sino desde la ciencia misma. Son los argumentos científicos los que permiten discutir los principios radicales, mecanicistas, tal como hemos argumentado.

CONCLUSIÓN: EL TRANSHUMANISMO EN MAYO 2019 EN LA UNIVERSIDAD COMILLAS

El transhumanismo, como decíamos al comenzar este artículo, designa una manera de pensar que, a grandes rasgos, apunta a una persuasión básica: que los avances tecnológicos están abriendo inevitablemente el camino a la aparición de un nuevo tipo de hombre y, en consecuencia, de una transhumanidad.

Este nuevo hombre y esta nueva humanidad, obviamente, asumirán el pasado, pero supondrán la aparición de algo completamente nuevo: una nueva forma de ser hombre desconocida hasta ahora.

En el transhumanismo hay, ciertamente, aspectos que no pueden ponerse en duda: los extraordinarios avances que hará posible la tecnología actual en todos los aspectos. ¿Hasta dónde se llegará? El ser humano, ¿sufrirá realmente un cambio sustancial?

La respuesta a estas preguntas está hoy diversificada, desde posiciones radicales que hablan de que el hombre antiguo, el de siempre, dejará de existir, hasta posiciones moderadas que, sin dificultad en admitir los grandes cambios que se producirán, sin embargo, consideran que el hombre de siempre seguirá existiendo y deberá ser el que diseñe, produzca y controle los grandes cambios que, sin duda, se producirán.

El congreso, en mayo 2019, en la Universidad Comillas, organizado por la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión y la Fundación Tatiana, sobre “Transhumanismo: sus retos antropológicos, éticos, jurídicos y teológicos” se ofrecerá un marco en que podrán debatirse todas las cuestiones. Son ideas y teorías que permiten valorar aspectos importantes de la imagen actual del hombre. Por último recordar que el plazo de inscripción y presentación de comunicaciones ya está abierto, y que además el congreso tendrá traducción simultánea para todas las ponencias de inglés-español.

POR: Javier Monserrat, Universidad Autónoma de Madrid, Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.


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