En el bulbo olfatorio, la información desde estos receptores se organiza en patrones que luego el cerebro puede interpretar como diferentes olores.
El sistema olfatorio, que siente y procesa los olores, es uno de los más antiguos y vitales para los organismos vivientes. Para la mayoría de los animales, es la forma principal de comunicación e influencia muchas funciones importantes, incluyendo la reproducción y el gusto. Los científicos recién están comenzando a comprender como funciona este sistema. Estás descubriendo:
· Los procesos que subyacen el reconocimiento de los olores.
· Las formas en que los olores afectan al comportamiento humano.
· Las estrategias para ayudar a los individuos que han perdido o tienen disminuido el sentido del olfato.
La nariz contiene células sensoriales especializadas, o neuronas, con fibras llamadas cilias de un solo lado. Cada neurona proyecta un axón hacia el bulbo olfatorio, una estructura cerebral justo por encima del cerebro.
La mayoría de los animales puede distinguir miles de olores. Los primeros estudios demostraron que las diferentes neuronas olfatorias responden a diferentes olores y que los olores estimulan patrones específicos de actividad en el bulbo olfatorio. Los científicos también descubrieron que las cilias olfatorias en los peces también contienen receptores para moléculas odorosas.
Recientemente, los investigadores identificaron una familia sorprendentemente grande de genes en ratas que parecería codificar para receptores olfatorios. Esta familia de genes es una de las más grandes jamás descubierta, codificando para 500 a 1000 diferentes tipos de receptores. Los científicos piensan que este grupo grande y diverso de genes es lo que podría ayudar a los animales a detectar una gran variedad de olores.
En las ratas y ratones, el epitelio olfatorio está dividido en 4 zonas y cada una contiene neuronas con diferentes receptores odorosos. Las neuronas que expresan los mismos genes de receptores dentro de cada zona parecen estar localizados al azar. En el bulbo olfatorio, sin embargo, las fibras de las neuronas con el mismo tipo de receptor convergen en uno o pocos glomérulos, estructuras especializadas donde las neuronas olfatorias se conectan con otros tipos de neuronas. Las investigaciones sugieren que una molécula odorosa individual estimula varios tipos diferentes de receptores, cada uno de los cuales responde a una parte de la estructura de la molécula. Las técnicas de mapeo cerebral han demostrado que el patrón de glomérulos activados por cada olor forma un mapa o código que el cerebro puede reconocer como un único aroma.
Genes similares a los que codifican para los receptores olfatorios parecen controlar otros tipos de comunicaciones sensoriales, como la habilidad del espermatozoide para localizar al óvulo.
La información olfatoria no solo viaja al sistema límbico, estructuras cerebrales primitivas que gobiernan las emociones, el comportamiento y el almacenamiento de la memoria, sino que también viaja a la corteza cerebral donde ocurre el pensamiento conciente. Además, se combina con la información del gusto en el cerebro para crear la sensación de sabor.
Se cree que las moléculas odorosas que penetran la nariz son reconocidas por receptores localizados en las cilias de las neuronas olfatorias. Las neuronas con receptores específicos se localizan al azar en el epitelio olfatorio de la cavidad nasal. Las señales de las neuronas con los mismos tipos de receptores convergen en el bulbo olfatorio. Los patrones de actividad en los glomérulos del bulbo olfatorio crean un código que el cerebro interpreta como diferentes olores. La información es transmitida por fibras nerviosas a diferentes áreas cerebrales, donde afecta al comportamiento, emociones y pensamientos.
Fuente: Brain Briefings (1995)