El hongo

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La disciplina académica llamada etnomicología (el estudio sistemático del papel del hongo en la cultura) fue encabezada por R. Gordon Wasson (1896-1986).  En una primer mirada uno no podría concebir a una mejor figura para descubrir el profundo papel de los hongos alucinógenos en el desarrollo de la religión.

Su interés en los hongos fue estimulada por su esposa Rusa Valentina, quien, siguiendo la tradición de su gente,  era una micófila, o amante de los hongos.

En el libro Soma, Wasson describe su tesis de que el soma, la sustancia misteriosa alucinógena de los Hindúes e Iraníes, era en realidad Amanita muscaria. 

De acuerdo a la Historia General de las Cosas de la Nueva España escrito por el misionario Franciscano Bernardino de Sahagún en el siglo dieciséis, los Aztecas utilizaban un hongo sagrado conocido para ellos con el nombre de teonanacatl, que significa “carne de los dioses”.  A pesar de que lo describe explícitamente como un hongo, su identificación fue desafiada a principios del siglo veinte sobre la base de que se desconocía el uso de algún hongo psicoactivo por parte de los Indios contemporáneos de México.  Se sugirió que en lugar de ser un hongo, teonanacatl era en realidad un cactus de peyote.  Tempranamente en su carrera, el etnobotánico Richard Schultes creía que la identificación original de Sahagún era correcta.  Sobre la base lingüística, la tesis del hongo tenía como evidencia el hecho de que la palabra Mexicana moderna para los hongos es nanacates.  Durante un viaje a Oaxaca, Schultes descubrió que las comunidades locales de Mazatecas, Chinantecas y Zapotecas utilizaban los hongos del género Panaeolus por sus propiedades psicoactivas, llevándolo a concluir que la sustancia Azteca llamada teonanacatl consistía en una o varias especies de Panaeolus.  Más tarde se dio cuenta que los otros géneros de hongos también eran incluidos bajo el término Azteca, incluyendo a la especie Psilocybe.  Los indios de Oaxaca recolectaban estos hongos y los dejaban secar antes de consumirlos con objetivos proféticos y divinos.  Los efectos de los hongos son descriptos por Schultes:

Las dosis que prescribían los Mazatecas varían con el tamaño y edad del individuo.  Usualmente quince hongos eran considerados suficiente para inducir el efecto deseado, pero también era común ingerir dosis mayores.  Sobredosis de cincuenta o sesenta hongos resultaban en intoxicaciones severas, mientras que se pensaba que el continuo uso de cantidades excesivas conducía a la demencia permanente.  De acuerdo a las descripciones de los Indios, la intoxicación dura aproximadamente tres horas.  Poco después de la ingesta de los hongos, el individuo experimenta una sensación generalizada de levedad y bienestar. Esta sensación es seguida por el habla incoherente, estallidos emocionales incontrolados y en las últimas etapas de la intoxicación por visiones fantásticas de colores brillantes.

Panaeolus campanulatus, un pequeño hongo con una tira marrón oscura y un color amarillento amarronado, era utilizado con frecuencia por los divinos Mazatecas.  Según los dichos indígenas, estos individuos que utilizaban estas sustancias sufrían de senilidad y envejecimiento prematuro como consecuencia de la acumulación de toxinas de los hongos venenosos.  Asimismo, el hongo era utilizado como medicamento y su uso en el tratamiento del reuma demuestra una continuidad admirable, ya que tanto los Aztecas como los Indígenas Mexicanos contemporáneos lo utilizan con ese fin. 

Por otra parte, entre los Indios y Esquimales de Alaska y el Yukón, el tabaco era mezclado con cenizas de hongos.  Esta tradición no ha muerto, ya que el uso de “cenizas masticables”, como lo llaman en el Yucón, todavía es un hábito popular.  De acuerdo con el micólogo canadiense Paul Kroeger, un profesor de una escuela de la comunidad de la región admitió que los niños que utilizaban este compuesto en la escuela eran generalmente más calmos que otros niños de la clase.  El compuesto es preparado a partir del hongo Phellinus igniarius reducido a cenizas y luego mezclado con tabaco y a veces con hojas de té comercial.  Aunque ambos el tabaco y té son estimulantes, la mezcla resultante actúa como sedante, hecho que parece indicar alguna propiedad psicoactiva suave por parte del hongo (aunque esta especie no es conocida por tener tales efectos).

Durante el ritual de iniciación masculino de los Bimin-Kuskusmin, que comprende doce estadios de iniciación con un nivel más profundo de conocimiento esotérico en cada uno, se utilizan tres tipos de sustancias: jengibre, tabaco y hongos alucinógenos.  Los principiantes que pertenecen a los primeros tres estadios solo consumen jengibre, que aunque no es considerada normalmente como una planta psicoactiva, si produce alucinaciones visuales y auditivas cuando se consume (como es común entre la tribu) luego de un ayuno prolongado y en un estado de gran ansiedad y miedo.  Los que van a iniciarse en los próximos seis estadios fuman tabaco sagrado mientras que los hongos solo son consumidos en los tres estadios superiores.  Así, cada estadio sucesivo involucra tomar una sustancia  psicoactiva más potente.  Mientras que un individuo puede utilizar la sustancia sagrada de su estadio (o la de los estadios anteriores) sin ninguna excepción puede probar la de los estadios subsiguientes.  Durante el trance inducido por cada sustancia se dice que el iniciante viaja fuera de su cuerpo y, con la ayuda de un espíritu guardián ancestral, visita el mundo ancestral.  Si logra hacer este viaje dificultoso exitosamente entonces ganará el conocimiento sagrado apropiado para su estadio. 

Cada uno de los doce estadios no solo ofrece la recompensa de las revelaciones espirituales sino que se debe demostrar la habilidad creciente del iniciante para controlar su conciencia.  Como muchas veces se hace durante el uso de alucinógenos en los rituales, el individuo primero debe prepararse mediante la privación.  La abstinencia del sueño, comida y agua son muy importantes durante cada iniciación.  Las preparaciones más extremas son aquellas en los últimos estadios, donde el individuo debe permanecer tres noches sin comida y sueño y dos días sin agua antes de tomar el hongo secreto completamente solo en la montaña durante la noche.  Se dice que este hongo es tan potente que envenenaría a cualquiera consumido fuera del contexto del ritual final.

Fuente: de la Enciclopedia de las Sustancias Psicoactivas por Richard Rudgley Little, Brown and Company (1998) 



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