«El coronavirus busca un equilibrio con el huésped para no destruirlo»

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AUTOR: José Luis Jiménez

Cinco mil genomas de Covid-19, 150 millones de letras de código genético y cientos de horas de estudio después, un grupo de investigación de la Universidad de Santiago liderado por Antonio Salas y Federico Martinón ha determinado que entre un tercio y la mitad de los contagios por coronavirus en todo el mundo son responsabilidad de los denominados «supercontagiadores», huéspedes del coronavirus que por una determinada combinación con el virus tienen una capacidad exponencialmente mayor para propagar la infección. Los investigadores —que han prepublicado su estudio en la revista BioRxiv para alentar la aparición de nueva financiación pública con la que extender y profundizar sus trabajos— aclaran que por el momento no pueden determinar si unas cepas son más peligrosas que otras, pero avanzan que en el virus «ha habido un proceso de selección purificadora» que en último término buscara reducir su letalidad para «buscar un equilibrio con su huésped y no destruirlo».

Su trabajo ha consistido, a partir de repositorios ya existentes de secuencias genéticas de SARS-CoV-2, en la identificación de las distintas cepas y subcepas existentes hasta finales de febrero «para conocer su diversidad genética», explica Salas a ABC. Al analizar la evolución cronológica detectaron «secuencias genómicas que aparecían con una frecuencia anormalmente alta, en sitios muy concretos y periodos de tiempo muy cortos». «Es una misma cepa que en pocos días crece en frecuencia y aparece localmente», un hecho que atribuyeron a estos «supercontagiadores», figuras que para Martinón «han tenido un papel determinante en la cadena de transmisión» del virus por el mundo. «En muchos países, uno o unos pocos casos han provocado el contagio global».

«Ahora —avanza Martinón— estamos analizando los huéspedes desde todas las perspectivas, viendo la respuesta clínica con los distintos tipos de genomas víricos», un trabajo extenso y minucioso en el que «no sabemos qué vamos a encontrar». «Controlando a determinadas personas supercontagiadora se podría limitar casi a la mitad la expansión del virus», pero la complejidad de estos estudios radica en que «solo se pueden hacer retrospectivamente».

La investigación —en la que también han participado Alberto Gómez-Carballa, Xabier Bello y Jacobo Pardo-Seco— ha identificado hasta 160 subcepas del coronavirus, todas ellas derivadas de los dos linajes principales que los investigadores sitúan «inequívocamente» en China. Según los datos genómicos, el virus infecta al paciente cero a mediados de noviembre de 2019. «No puedo decir quién nos transmitió el virus» a los humanos, admite Salas, «pero nuestro pariente más cercano es el murciélago, no me cabe la menor duda». No obstante, «pudo haber un pangolín que se contagió del murciélago». En todo caso, «no hay nada que nos haga pensar que el virus fue manipulado», cerrando así la puerta a teorías conspiranoicas. Un dato más: «Los humanos tenemos capacidad de transmitir el virus a animales domésticos, pero ellos no a nosotros».

Subcepa propia

El linaje «con más éxito» es el denominado A2a, extendido masivamente por Europa, África, Oceanía, Sudamérica y Estados Unidos. Sin embargo, en Italia predominó la A4, en Gran Bretaña la A1a3a, mientras que en España la subcepa con mayor penetración ha sido la B3a. «Es una cepa asiática pero a día de hoy no puedo decir si antes de llegar aquí visitó otros países, y si se hizo fuerte aquí» antes de, por ejemplo, cruzar el Atlántico para extenderse por zonas del Cono Sur. «Esa B3a apenas existe fuera de España». A nuestro país Salas no duda de que llegó a través de varios «supercontagiadores», aunque el estudio por el momento no ha abordado las dispersiones locales del Covid-19.

«La mayoría de los linajes principales han sido incubados en China, posteriormente han emigrado portados por personas, y una vez en destino los virus se han diversificado un poco», fruto de su «importante capacidad de mutación». Para Salas, la evolución natural del propio virus será la de rebajar su letalidad. «Ha habido un proceso de selección purificadora, creemos que ha ido a menos y busca un equilibrio con el huésped para no destruirlo», formula el investigador, «el virus no tiene inteligencia, tiene un RNA reducido a la mínima expresión, pero la naturaleza es sabia». «El virus no se habría frenado por sí solo sin haber dejado antes una huella letal entre poblaciones», y pone como ejemplo la gripe de 1918. «Todas las pandemias tienen un límite», pero «dudo que si no hubiésemos tomado medidas de precaución, como fue el confinamiento, hubiéramos podido convivir con el virus. El equilibrio habría acabado llegando, sí, ¿pero cuántos meses habría tardado».

Otro aspecto que la investigación ha descartado por ahora es que la edad o el género del huésped afecten a una mayor propagación de unas cepas u otras. «Todo es preliminar», añade, «que no lo hayamos encontrado no significa que no exista».

La vacuna

Sin embargo, los dos investigadores principales del estudio discrepan abiertamente ante la posibilidad de que una vacuna pueda ser efectiva para las diversas subcepas del Covid-19. «No hay una zona bien conservada que diga cuál es el elemento de la proteína que va a formar parte de una vacuna universal», sostiene Salas, «ojalá me equivoque, pero la vacuna no va a ser única y será necesaria una renovación que se adapte a la diversidad del patógeno, como hacemos con la gripe».

Por el contrario, Martinón defiende que «estos 5.000 genomas completos son parecidos entre ellos en un 99,9%, es una variabilidad pequeña y eso es bueno para las vacunas» a la hora de que abarquen una amplia gama de subcepas.

FUENTE: https://www.abc.es/espana/galicia/abci-coronavirus-busca-equilibrio-huesped-para-no-destruirlo-202005220929_noticia.html



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