Microemprendimiento familiar
La calidad de los productos fue distinguida con un galardón internacional
LA PLATA.- Cuando los Tejeda emigraron desde Mendoza hacia esta ciudad en busca de nuevos horizontes, ni por asomo imaginaban que la vieja tradición familiar de elaborar dulcescaseros signaría sus vidas. Menos aún que la calidad de los productos les daría prestigio internacional.
En julio último, Diana «Katty» Herrera de Tejeda (52 años) recibió el galardón America Quality Summit -que premia la excelencia en la calidad de productos-, que le otorgó la organización Business Initiative Directions, por sus productos artesanales sin aditivos ni conservantes.
Con la distinción en sus manos, que recibió en una ceremonia realizada en la Sala de Convenciones del hotel Marriot Marquis de Nueva York, con la presencia de empresarios de 88 países, la mujer, creadora del microemprendimiento Dulzuras Artesanales Katty, no salía de su asombro.
«Cuando recibimos la noticia de que nos habían premiado pensamos que se trataba de una broma para Tinelli, pero era en serio», recordó, antes de confesar que aún hoy desconoce cómo fue seleccionada.
Pero la historia de la fábrica de dulces familiar comenzó a gestarse, en realidad, varios años antes, en Mendoza.
Emigración
A mediados de los 80, Venes Tejeda (61 años) empezó a sufrir una severa afección al corazón que lo obligó a jubilarse de su empleo en el Poder Judicial mendocino. Entonces, los ingresos hogareños, que incluían el magro salario docente de su esposa Katty, se resintieron.
La familia se propuso buscar nuevos horizontes. Fue así como, en 1988, los Tejada desembarcaron en La Plata arriados por la esperanza de que el mayor de sus tres hijos, Fernando, que hoy tiene 30 años, tuviera posibilidades en alguno de los clubes de fútbol de esta ciudad.
Sin embargo, sus habilidades con la pelota no fueron suficientes para obtener un contrato. Al poco tiempo, el traslado transitorio que había conseguido Katty para ejercer como profesora de manualidades en la ciudad de las diagonales no fue renovado por la Dirección de Escuelas de la provincia cuyana.
«La situación era muy difícil: primero pusimos una pizzería, después atendimos un quiosco, hasta que empezamos a probar con la fabricación de dulces caseros«, recuerda Katty desde el taller que funciona en la casa de Los Hornos.
De chica, la mujer había aprendido los secretos de la elaboración de dulces en la cocina familiar. Los elogios de los parientes la impulsaron a formarse en economía doméstica.
Dulzuras Artesanales Katty nació en febrero de 1998. Al principio, la producción de dulces y conservas estuvo destinada a los límites barriales. Sin embargo, el espíritu inquieto de Katty la llevó a averiguar por programas de apoyo para pequeñas empresas en dependencias oficiales. Así, comenzó a participar de ferias organizadas por el Ministerio de la Producción bonaerense en distintos puntos del territorio provincial.
En enero de 1999, la mujer decidió asistir a una exposición en la Base Naval de submarinos de Mar del Plata, frente al hotel Sheraton.
«Una tarde me jugué una patriada y crucé al hotel. Allí pregunté a quién podía ofrecer mis productos y me dijeron que volviera otro día», relata, mientras, pegamento en mano, coloca las etiquetas en los frascos de los dulces que acaba de envasar manualmente.
Tanto insistió que finalmente consiguió que el chef del hotel probara sus dulces. Después de una negociación en la que tuvo que bajar el precio «al mínimo de rentabilidad», su modesto emprendimiento logró desplazar a una firma multinacional de capitales suizos que proveía al establecimiento de cinco estrellas hasta ese momento.
Vidriera
A partir de entonces todo cambió. «Entramos en una gran vidriera que nos abrió muchas puertas», explica la mujer, que todos los días comienza su labor a las 6 y, no pocas veces, la extiende hasta entrada la noche. En la tarea colaboraban todos, además del primogénito Fernando, están Silvina (25) y Luciano (16).
Hoy, la producción diaria -unos 150 frascos de 500 gramos- se vende en las principales confiterías platenses, además de proveer a los hoteles Sheraton de Mar del Plata y de Pilar, entre otros lugares.
En estos días, un agente comercial llevó muestras al Caribe, aunque la iniciativa de la exportación todavía resulta «algo lejano», pero, sobre todo, engorroso, para lo cual los Tejada se sienten con «una insuficiente capacidad empresarial».
Casi todos los días recorren las quintas de la zona en busca de materias primas para sus dulces. Los de alcaucil y berenjena con sandía son de los más originales.
Fuente: La Nación