Cuando el CO2 se vuelve materia prima
Fuente: https://www.elmundo.es/
El valor del dióxido de carbono es incuestionable. Ya puede capturarse y derivarse a procesos industriales para elaborar combustibles sintéticos y otros productos reciclados, que contribuirán a lograr el balance de las ansiadas ‘cero emisiones netas’.
Parece paradójico, pero no lo es: el enemigo a batir en la lucha contra el cambio climático, el CO2, se ha convertido en un aliado para lograr un mundo más sostenible. Y es que existen diferentes tecnologías que permiten recuperar de la atmósfera ese dióxido de carbono, que luego se puede utilizar como materia prima para producir combustibles sintéticos con cero emisiones netas o polímeros para la fabricación de espumas para asientos de coches o colchones.
Se trata de las tecnologías de emisiones negativas (NET, por sus siglas en inglés), que retiran dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y complementan la acción de los sumideros naturales, como pueden ser los bosques o los océanos. Mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de 2 °C es el objetivo del Acuerdo de París y, además de mejorar la eficiencia energética y reducir emisiones, requiere de un despliegue de NET a gran escala. La intervención humana será clave para mitigar el cambio climático, con proyectos de reforestación y conservación de bosques y el desarrollo de las tecnologías de captura, almacenamiento y utilización del CO2 (CCUS, también por sus siglas en inglés), que proporcionarán usos, hasta ahora casi insospechados, a este gas.
En muy poco tiempo, gracias a la investigación, esta ruta para reducir emisiones se ha allanado y las ‘emisiones negativas’ se han convertido en una meta realizable. El reto ahora es saber qué grado de progreso tienen estas tecnologías para alcanzar unos costes competitivos y los plazos en los que se implantarán.
ESFUERZOS GLOBALES PARA REDUCIR EMISIONES
La mitad de las emisiones de CO2 generadas por la actividad humana las absorben procesos “naturales”, sin intervención del hombre, y la otra mitad se queda en la atmósfera. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), para 2040, el secuestro de carbono podría contribuir a la reducción de esos gases hasta en un 7%. Esto representaría 2,3 mil millones de toneladas de dióxido de carbono menos cada año, que además, se podrían utilizar como materias primas para usos sostenibles. Actualmente se capturan unos 30 millones de toneladas al año en una veintena de instalaciones a escala industrial.
Estas tecnologías, que eliminan el CO2 ya emitido del aire a gran escala, deberían complementar los esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la mayoría de los escenarios, según los expertos. La eliminación de CO2 figura en la estrategia climática de la Comisión Europea a largo plazo, que persigue el objetivo de que Europa sea el primer continente climáticamente neutro en 2050. La propia canciller alemana Angela Merkel, aseguraba estar “firmemente convencida” de que esta meta solo se puede conseguir “si estamos dispuestos a capturar y almacenar CO2”.
De acuerdo con esa afirmación, Antonio López, gerente de Transición Energética y Cambio Climático de Repsol, asegura que «el despliegue de proyectos CCUS en la Unión Europea puede ser una contribución importante para descarbonizar el sector industrial europeo sin dañar la competitividad de nuestra industria, sometida a unas exigencias medioambientales mucho mayores que en otras regiones del mundo. El problema del CO2 es global y no se puede resolver localmente. La Unión Europea supone el 8-9% del total de las emisiones globales y por sí sola no lo va a resolver si en China o EEUU no se atiende a esto”.
COMBUSTIBLES Y POLÍMEROS
Las empresas energéticas del continente se han alineado con la meta europea de descarbonización, entre ellas, Repsol, que en 2019 fue la primera de su sector en fijarse el objetivo de ser cero emisiones netas en 2050. Además de invertir en reforestación, la compañía investiga las tecnologías de captura, uso y almacenamiento de CO2 en el centro de investigación que tiene en Móstoles (Madrid), Repsol Technology Lab, y comienza ya a incorporarlas a sus procesos industriales.
En 2024, la compañía energética pondrá en marcha una planta de combustibles sintéticos cuyas únicas materias primas serán el CO2, capturado en la cercana refinería de Petronor, y el hidrógeno renovable, generado a partir de la electrólisis del agua con energía eólica o fotovoltaica. Estos combustibles podrán utilizarse en motores de combustión como los que se instalan actualmente en los automóviles, y también en aviones y camiones.
No es la única iniciativa relacionada con el CO2. En la actualidad, la compañía investiga la utilización del CO2 para fabricar polímeros, que sirven de materia prima para generar productos destinados a sectores como el confort, la automoción o el agrícola, entre los que destacan espumas para asientos de coches o colchones, adhesivos de envases o films plásticos para invernaderos.
Repsol canaliza sus esfuerzos para desarrollar las tecnologías CCUS junto a sus socios de Oil & Gas Climate Initiative (OGCI), organización que agrupa a 12 grandes compañías del sector, y que fomenta estas tecnologías con aproximadamente la mitad de los 1.000 millones de dólares con los que está dotado su fondo de inversión.
EL EJEMPLO DE LA MADRE NATURALEZA
Los bosques son un sumidero de carbono natural, por lo que evitar su degradación y reforestar zonas deterioradas es una de las estrategias para reducir la presencia de CO2 en la atmósfera. La reforestación es, sin duda, una de las NET más efectivas con la que se cuenta ahora mismo para mitigar el calentamiento global. «Debemos reducir todo lo posible el CO2 emitido. Pero la mitigación tendrá un límite y encontraremos emisiones que no se puedan abatir, por lo que también deberemos recurrir a estas ‘tecnologías naturales’ que nos permitan acomodar carbono en suelos, bosques u océanos», explica Antonio López.
A través de su Fundación, Repsol ha entrado en el sector de la reforestación de la mano de Sylvestris. A medio plazo, su objetivo es restaurar 10.000 hectáreas anuales de bosque, lo que permitirá absorber de 2,5 millones de toneladas de CO2 y crear oportunidades laborales para más de 2.000 personas al año. Además, Fundación Repsol y Sylvestris han alcanzado recientemente un acuerdo con la compañía holandesa Land Life Company, para constituir una empresa conjunta cuyo fin será desarrollar proyectos de reforestación y gestión forestal a gran escala en España, Portugal y Latinoamérica.
El mundo avanza, por tanto, con paso firme hacia la descarbonización de la economía, con el dióxido de carbono como aliado en los procesos industriales circulares que dan como resultado las ‘cero emisiones’ netas que se han convertido en el horizonte que debemos alcanzar.