Ante la adversidad

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La adversidad es una situación inevitable y constante en toda vida humana. Por ello nuestra existencia, una aventura, que ofrece momentos de bienestar y alegría, nos expone además, a dolorosas frustraciones, originadas por errores personales o desde eventos, indeseables e inesperados, fuera de nuestro control.

Importa estar prevenidos para la adversidad. Conviene entonces, conocer como se han preparado veteranos y expertos ante situaciones de riesgos, desafíos o fuertes presiones. Que no ocurren solo en alta montaña sino también en las veredas más inofensivas, rurales o ciudadanas.

Los peligros pueden ser de comienzo y a predominio físico o emocional. De todos modos, lo biológico ocasiona alteración emotiva, y los trastornos afectivos, provocan alteraciones físicas. No podemos ignorar uno u otro componente vital ante cualquiera de las circunstancias de la vida.

Antes de asumir el protagonismo, es prudente el ensayo de nuestros recursos mediante el simulacro del acontecimiento a encarar. Como en las travesías por mar que se practican acciones de entrenamiento y aprendizaje ante la posibilidad de un naufragio.
Ensayo que no ha de ser solo físico. Es necesario conocer como administraremos  nuestras conductas, mentales y emocionales, durante el suceso adverso.
Porque es sensato reconocer en nuestra humana condición, el miedo inevitable, la tendencia y los hábitos de obrar en modo irreflexivo e impulsivo, las creencias pesimistas de impotencia y desesperanza, la posibilidad del desánimo, del abandono personal.

Pasados unos años, luego de haber superado desafíos mediante nuestras habilidades,  ante otro nuevo reto podremos pronunciar: “Si Pude, Puedo, Podré”. Los Logros conseguidos tras los retos afrontados, dan cimiento y solidez a nuestra estima y confianza personal.
Confianza que en la adversidad y el fuerte compromiso emocional, podríamos llegar a olvidar, junto con la serenidad y el coraje asumidos en pasadas situaciones.

Es humano, desde el vientre uterino, conocer y fundar la adicción al amparo protector incondicional, a la nutrición pasiva obtenida desde la placenta, a la flotación y el transporte antigravitacional. Desde ese origen todos somos adictos dependientes, frágiles y débiles ante las presiones y las zozobras del bienestar perdido. En suma, por un conjunto de experiencias perinatales de refugio y auxilio, grabadas en nuestros archivos, confusos podemos evocar y anhelar su presencia en el momento adverso. Sea en el riesgo de la soledad, en el desamparo por una perdida afectiva, un quiebre patrimonial, un despido o una jubilación laboral no deseada.

Por dichos recuerdos inevitables, en la adversidad del presente podemos contemplar, serenidad mediante, un estado anímico pueril e inestable, debido a la regresión inevitable, que coexiste con nuestra condición juvenil o adulta.

Y eso así ocurre, sin que importen diferencias – de sexo, edad, estado, civil, educación, patrimonio, trabajo, jerarquía, diplomas, honores, etc. – porque todos somos semejantes ante la adversidad. Solo existe una respuesta inusual y distinta desde aquellos que  han adquirido veteranía, por su reiterada exposición a los peligros, al extremo desamparo y soledad en las montañas, en el mar, en el desierto o en las experiencias bélicas.

Son las milenarias culturas de Oriente las que han vivido mucho antes que las de Occidente. Como el sol que brota desde el este, para iluminar las sombras del oeste, ellas nos ofrecen su sabiduría. Los de occidente, confirmamos sus aportes y les damos otros nombres. Si pudimos aprenderlos, ampliamos nuestra percepción de la realidad – tal como ella es: sin ilusiones, sin fantasías, sin prejuicios ni ignorancias de riesgo – y de este modo, emplearlos en los desafíos y sus consecuencias.

Por eso, desde la luz de Oriente, creo oportuno incluir aquí, las Leyes Espirituales que nos ofrece la India:

En la India se enseñan las cuatro leyes de la espiritualidad que así dicen

1º Ley – La persona que llega es la persona correcta

Es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad. Todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

2º Ley – Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido

Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa…hubiera sucedido tal otra”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

3º Ley – En cualquier momento que comience es el momento correcto

Todo comienza en el momento indicado, ni antes ni después, cuando estamos preparados, cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.

4º  Ley – Cuando algo termina, termina

Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto, es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.

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Creo que no es casual que estén leyendo esto. Si este texto llega a nuestras vidas hoy, es porque estamos preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado.

Vive Bien. Ama con todo tu Ser y sé Inmensamente Feliz.

Autor: Dr. Emilio Franchi Roussel

Fuente: Trabajo enviado en colaboración



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