Algo se está tejiendo

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El diseñador Martín Churba y un grupo de tejedoras de la Puna trabajan en un proyecto común: recuperar la artesanía textil de la región.

El diseñador Martín Churba

En el primer piso de la mansión que se levanta en la esquina donde Rodríguez Peña se cruza con Posadas, Martina y Aurora tejen sin parar, en silencio. Cuando hablan, su voz es casi un susurro. Son las tejedoras que en un caluroso y húmedo día de enero llegaron desde Jujuy para conocer cómo se trabaja en la firma Tramando de Martín Churba. Cuando su viaje de tres días termine, regresarán a casa para contarles a sus compañeras lo aprendido. Es apenas una escala en el proyecto que desde hace más de un año Churba y la Red Puna llevan adelante para darle un nuevo valor a sus tejidos. Ahora, por la escalinata blanca aparece Martín Churba.

Está agotado. Acaba de llegar de Suiza, a donde fue invitado por la lujosa cristalería Swarovski como diseñador visitante. Se sienta en el piso y propone: Hoy podemos comer en casa si están muy cansadas». Martina y Aurora están parando en el departamento que él y su pareja, Mauro, comparten en un piso 15 del barrio de Colegiales. Martina y Aurora hacen magia con la lana, como lo han hecho la mayoría de las mujeres de sus familias y de las familias de sus vecinos. Como ellas, aprendieron el oficio mientras llevaban a pastar a sus ovejas. Martín Churba tiene 37 años y rostro de niño eterno. Nació en una familia que le dio nombre a la galería que en los ’70 se convirtió en parada obligada de los chetos de Belgrano. Pero su paso por un colegio público con fama de reformatorio parece haber roído ese costado de chico bien.

Churba es un ser eléctrico, nunca para. Pero lo que más llama la atención en él es una enorme capacidad para sobresalir sin desentonar. Puede moverse en todos los ambientes como si perteneciera a ellos. Resulta tan natural verlo en un desfile como comiendo una costilla de cordero con la mano en medio de la Salina Grande.

¿CONOCES UN DISEÑADOR?

Fue en las vacaciones de mayo de 2005 cuando las historias de Churba, el cordero y las tejedoras comenzaron a cruzarse. El quería conocer talleres textiles y llamó a un teléfono que le pasaron. Era el de Liliana Martínez, una de las fundadoras de la Red Puna. «¿No conocés un diseñador?», fue la pregunta desopilante que escuchó Churba.

La Red se había creado diez años antes para agrupar a organizaciones aborígenes y campesinas de la Puna y quebradas jujeñas. Aunque trabajan para mejorar la situación de más de 1.200 familias en una zona donde las necesidades siempre son básicas insatisfechas, su principal reclamo es el derecho a la propiedad de la tierra en la que viven desde hace más de 500 años. Cuando Churba se cruzó con ellos, la Red estaba buscando un diseñador que avalara un proyecto para recibir un subsidio del Ministerio de Desarrollo Social. «Lo que queremos es mejorar nuestro diseño –explica Martina–. El dibujo es lindo pero tenemos problemas con la terminación y los talles. A veces nos piden esmol y mandamos midium . Pero también queremos que tenga una distinción, un toque final.» En ese 2005, Churba había dejado de ser una promesa de moda para ubicarse en un punto más cercano a un creador. Sin haber estudiado diseño, con una formación en Bellas Artes y varios años de teatro en su haber, su nueva marca, Tramando –la que creó después de su divorcio comercial de Jessica Trosman– buscaba extenderse más allá del perchero.

En ese camino, no desechó nada: desde auspiciar concursos de diseño para una cadena de supermercados de artículos de la construcción hasta abrir un local propio en Japón. Y aun a riesgo de ser acusado de snob, tampoco había dudado en aceptar la propuesta de darle trabajo al grupo de piqueteros que lideraba Toti Flores, el MTD La Matanza, y que sobresalía del resto por negarse a recibir planes sociales. El resultado quedó reflejado en la colección de 2004, Pongamos al trabajo de moda , que con delantales y ropa de trabajo desfiló en el Buenos Aires Fashion Week. Cuatro años después todavía siguen trabajando juntos. Poco de todo esto sabía Liliana Martínez cuando le pidió ayuda. Churba aceptó de inmediato, aunque el apoyo del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) nunca llegó. La misma suerte tuvieron otras dos propuestas presentadas a la Secretaría de Cultura y al Ministerio de Trabajo.

La sociedad Churba-Red, en cambio, se puso en marcha el año pasado y tiene trabajo programado hasta el 2010. El objetivo principal es recuperar el valor de los tejidos y de las tejedoras. Según Churba: «Lo que queremos es generar una joya textil, ése es el concepto. ¿Por qué una joya tiene que ser un diamante? Estos tejidos son una joya, son absolutamente naturales, desde la oveja que come pasto en el cerro, hasta la tintura y el hilado. Lo que más me impactó en mi primer encuentro con la Red fue una frase: ‘Nosotros queremos mejorar la calidad pero también el valor de la artesanía’. Lo que buscamos es devolverle ese valor». Sin apoyo del Estado, consiguieron un subsidio de la Fundación Avina para financiar el programa que desarrollaron en conjunto la Red y el equipo de Tramando Social. Primero se hizo una evaluación para ver falencias –no sólo con los tejidos sino los problemas de salud de las tejedoras– y establecieron pautas de trabajo a largo plazo.

Cada dos meses se organizan talleres con los que se busca mejorar la terminación de los productos y establecer un sistema de producción más profesional. La sociedad, por ahora, no avanzará en un acuerdo comercial. «Hoy la Red es un movimiento social y político –explica Liliana Martínez–. El reclamo que más se repite es ‘queremos dejar de sobrevivir para vivir con dignidad en nuestra tierra’, por eso decimos que la Red es también un proyecto político aunque no tengamos participación electoral. Para nosotros es necesario articular con el Estado, no queremos generar algo paralelo.»

CAMINO A LA SALINA

Viva
acompañó a Churba en una de sus visitas a Jujuy. En una fría mañana de mayo, Martina conduce la camioneta que nos lleva a El Angosto. Allí, en casas de adobe, viven 37 familias. En una de las sedes de la Red, las tejedoras se preparan para la sesión de fotos en la Salina Grande. Churba las viste con ropa de Tramando y los primeros productos que van saliendo de los talleres. En el camino, Churba hace de guía y sólo le da tregua a su teléfono cuando la señal desaparece. «Por ahí vamos al Lipán», dice con precisión mientras recibe la confirmación de que Clorindo Testa expondrá en la vidriera de Tramando. En su bolso lleva buzos, remeras y varias revistas de moda a las que marca con tres clases de etiquetas que saca de una cartuchera con dibujos de esqueletos. Junto a Martina va Eugenia Liquín. Tiene 78 años y era una de las pocas mujeres que sabía cómo teñir con añil.

Pero desde que Eugenia fue una de las profesoras de los talleres ahora hay varias discípulas que aprendieron esa técnica milenaria. En El Angosto nos espera Crisanto, el único hijo de Eugenia y uno de los referentes de la Red: «Nosotros vivimos de lo que cultivamos, del pastoreo y de la artesanía. A veces sufrimos los problemas del clima pero somos felices. Lo que tenemos comemos, lo que no tenemos no comemos. Nuestra lucha es por la tierra porque hemos perdido mucho, estamos desganados, medio dormidos». Mientras las mujeres se preparan, Crisanto apura el cordero. Eugenia toma una prenda de Tramando y la gira para todos lados: «¿Y esto usan?», pregunta. Al día siguiente, Martina vuelve al volante. Vamos a Abra Pampa para un taller de teñido. Esta vez, la Blackberryde Churba que siempre suena a las tres («para hacerme acordar que estoy vivo») avisa que las prendas de Tramando se venderán en la codiciada casa parisina Le Claireur . En el taller, Churba repasa el trabajo de los últimos dos meses.

Habla siempre de «nosotros» aunque le cuesta arrancar respuestas.

¿Qué es lo que busca Martín Churba con este proyecto?

Esto es una golosina para mí. Es entrar en un mundo opuesto al mío. No sólo porque no tiene nada que ver con señoras paquetas de Recoleta sino porque me permite encontrar valores que difícilmente pueda hallar en otro lado.

¿Cómo congeniás estos dos mundos? ¿No hay un poco de contradicción?

No, al contrario, me abre el abanico, puedo ver muchas más cosas. Esto lo hago básicamente por mí. Porque es una fuente de inspiración permanente. ¿Voy a ir a Africa a inspirarme en la tribu no sé cuánto para poder hacer algo distinto? Es ridículo si tengo todo este material acá nomás y que, además, tiene mucho más que ver conmigo. Acá descubrí que pertenecía a un mundo que también es Argentina, pero al que siempre se trata de ocultar.

AGRADECIMIENTOS: A L’OREAL POR EL MAQUILLAJE DE ESTA PRODUCCION Y A FLORENCIA VITON, QUE SE ENCARGO DEL ESTILISMO.

Autor: Mariana García
Fuente: Clarin



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