El inmenso ataúd circular de concreto construido por los Estados Unidos en las Islas Marshall para contener los residuos radiactivos provenientes de sus ensayos nucleares podría contaminar el océano Pacífico en el corto plazo, indicó el Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Gutierres.
«Existe el riesgo de fugas de materiales radiactivos que están contenidos en esa especie de ataúd», sostuvo Guterres, luego de una gira por las islas del Pacífico central.
Las Islas Marshall fueron blanco de al menos 67 explosiones nucleares que el gobierno de los Estados Unidos detonó entre 1946 y 1948 en el marco de la carrera armamentista iniciada luego de la Segunda Guerra Mundial.
La presión internacional finalmente detuvo las pruebas nucleares sobre las islas del Pacífico, pero el daño ya estaba hecho, continúa hasta el día de hoy y podría comprometer el ecosistema marino.
La estructura a la que se refirió Gutierres, que es ingeniero físico, fue construida sobre un cráter de unos 100 metros de diámetro y cubierta con una tapa de 45 centímetros de hormigón en forma de plato volador.
Según fuentes del gobierno de la Isla de Marshall, la bóveda podría colapsar en cualquier momento debido al mal estado y al aumento de las mareas. Una tormenta fuerte podría romper la cúpula y liberar el residuo mortal, infectando todo el ecosistema marino.
Al menos 4.000 soldados recolectaron cerca de 73,000 metros cúbicos de suelo contaminado. Este material fue vertido en un inmenso cráter que había sido provocado por una explosión nuclear en mayo de 1958. Como si fuera una tumba radiactiva, el ejército estadounidense arrojó el material nuclear al enorme pozo, durante los tres años que duró la «limpieza» de las islas.
En 1980, el cráter se tapó con una cúpula de concreto, de 45 centímetros de espesor, sellando el material radiactivo. Se suponía que esto solo sería temporal hasta que se desarrollara un sitio más seguro, pero eso nunca sucedió.
Las Islas Marshall firmaron un pacto de asociación libre con los Estados Unidos en 1983 que le otorgó el derecho a gobernarse a sí misma, pero el acuerdo también resolvió «todas las reclamaciones, pasadas, presentes y futuras» vinculadas con las pruebas nucleares. La cúpula quedó al cuidado del gobierno de la isla.
El principal problema de la cúpula no solo es que se está agrietando sino también el material radiactivo que contiene. Se trata del plutonio 239, una de las sustancias más tóxicas del planeta con una vida media de 24.000 años, de acuerdo con un informe de la cadena ABC.