Un estudio demuestra que los ratones privados de compañía producen una sustancia química que los vuelve más agresivos y temerosos
Cada vez más conectados, cada vez más solos. Las estadísticas apuntan a un incremento significativo de hogares formados por una sola persona y distintos estudios advierten del aumento de la sensación de soledad en las sociedades occidentales. El aislamiento social crónico tiene consecuencias sobre la salud humana, ya que se relaciona con la depresión y el trastorno de estrés postraumático. Ahora, un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech), ha descubierto en un experimento que los ratones que pasan mucho tiempo sin compañía sufren la acumulación de una sustancia química en el cerebro que los hace más agresivos, irascibles y temerosos. El trabajo, que aparece publicado en la revista «Cell», tiene aplicaciones potenciales para tratar trastornos de salud mental en las personas.
Los investigadores encontraron que el aislamiento crónico conduce a un aumento en la expresión del gen Tac2 y la producción de NkB en todo el cerebro. Sin embargo, la administración de un fármaco que bloquea químicamente los receptores específicos de NkB permitió a los ratones estresados comportarse normalmente, eliminando los efectos negativos del aislamiento social. Por el contrario, el aumento artificial de los niveles de Tac2 y la activación de las neuronas correspondientes en animales normales, no estresados, los llevó a comportarse como criaturas estresadas y aisladas.
Los científicos también inhibieron la función de Tac2 y sus receptores en múltiples regiones cerebrales específicas. Descubrieron que la supresión del gen Tac2 en la amígdala eliminaba el aumento de los comportamientos de miedo, pero no de la agresión, mientras que, a la inversa, la supresión del gen en el hipotálamo eliminaba el aumento de la agresión pero no el miedo persistente. Los resultados implican que Tac2 debe aumentar en diferentes regiones del cerebro para producir los diversos efectos del aislamiento social.
«Tradicionalmente nos centramos en los sistemas de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que circulan ampliamente por el cerebro. La manipulación de estos sistemas en general puede provocar efectos secundarios no deseados. Sin embargo, ser capaz de modificar localmente un neuropéptido como Tac2 es un enfoque prometedor para los tratamientos de salud mental», afirma.