Las personas que abusan de la metanfetamina están dañando su cerebro mucho más de lo que se pensaba, de acuerdo a un estudio que permitió ver dentro de los cerebros de los adictos luego de un año después de haber dejado la droga.
La metanfetamina es un estimulante altamente adictivo que puede prepararse en casa en la pileta de la cocina.
Al examinar el cerebro de adictos luego de un año de haber dejado de consumir, se vio que un cuarto de una clase de moléculas que ayudan a las personas a sentir placer y recompensa, habían sido destruidas por la metanfetamina. Algunos cerebros se parecían a aquellos de gente con la enfermedad de Parkinson temprana. Pero la mayor sorpresa es que otra región cerebral responsable de la percepción y sensación espacial, que nunca antes había sido vinculada con el abuso de metanfetamina, estaba hiperactiva y mostraba señales de cicatrización.
En las pruebas de memoria, atención y movimiento, los adictos de metanfetamina no respondieron tan bien como los no adictos. Los investigadores dijeron que es muy temprano para saber si las personas que pararon de tomar la droga por más de un año recuperarán la función cerebral perdida.
El estudio fue llevado a cabo por la doctora Nora Volkow del Laboratorio Nacional de Brookhaven Haven.
Este es el primer estudio en demostrar directamente que el daño cerebral causado por la metanfetamina produce déficits en el aprendizaje y la memoria, dijo el Dr. Alan Leshner, director del Instituto Nacional en Abuso de Drogas, el cual ayudó a financiar la nueva investigación. El uso de la droga ha llegado a proporciones epidémicas en Hawai, California y partes del Midoeste. La droga, que se produce en laboratorios a partir de ingredientes baratos, puede ser fumada, inhalada, inyectada o ingerida.
Se estima que 5 millones de Americanos han experimentado metanfetamina y entre 1 y 2 millones la consumen regularmente.
Con el paso de los años, los adictos del estudio habían llegado a tomar kilos de metanfetamina, una cantidad que es suficiente para matar animales de laboratorio, dice la Dra. Volkow. “Me sorprende que esta gente no este muerta”.
En el estudio, la Dra. Volkow utilizó una técnica de imágenes llamada tomografía de emisión de positrones para medir los niveles de dopamina en los cerebros de 15 de los adictos que se están recuperando y 18 voluntarios sanos. La dopamina es un neurotransmisor cerebral que regula el movimiento, la atención, el placer y la motivación. Cuando el sistema de dopamina se ve afectado la gente pierde las ganas de vivir y no puede mover sus miembros. Luego se midió como las distintas partes del cerebro metabolizaban la energía.
Los adictos fumaban o se inyectaban metanfetamina todo el día por varios años, dijo la Dra. Volkow. Habían comenzado como consumidores ocasionales pero luego de un tiempo la metanfetamina afectó a sus sistemas naturales de dopamina. Dos semanas después de tomar las imágenes cerebrales, los adictos y voluntarios volvieron al laboratorio para realizar una serie de pruebas como caminar lo más rápido posible en línea recta, juntar números con símbolos y recordar una lista de palabras no relacionadas.
En promedio, la dopamina se encontraba un 24 por ciento más baja en los adictos que en los voluntarios normales, dijo la doctora Volkow.
Pero la mayor sorpresa del estudio fue encontrar que los lóbulos parietales de los adictos, el área utilizada para sentir y reconocer donde está el cuerpo en el espacio, se encontraban metabólicamente sobre activados. Otros estudios demuestran que el metabolismo aumenta cuando el cerebro sufre de daños traumáticos o recibe altas dosis de radiación. Es el equivalente de una inflamación o una respuesta de cicatrización.
La pérdida de dopamina también es preocupante, dice la Dra. Volkow. Tres adictos tenían niveles de dopamina en el rango visto en pacientes con la enfermedad de Parkinson de baja severidad. Debido a que los niveles de dopamina disminuyen con la edad, no está claro que pasará con esta gente en 30 años.
Fuente: The New York TImes (Marzo 6, 2001)