Fuente: BBC
El río Yangtsé es vital para China. Es el más largo del país -tercero del mundo-, provee recursos para un tercio de la población y es crucial para la economía y la cadena de suministros global.
Pero este verano boreal está en niveles alarmantemente bajos a causa de una sequía y una ola de calor sin precedentes. Las consecuencias se sienten en varias provincias, donde los habitantes sufren apagones eléctricos y varias factorías han tenido que reducir y detener su producción.
China emitió su primera alerta nacional de sequía del año la semana pasada después de que regiones clave como Shanghái y Sichuan experimentaran semanas de temperaturas extremas.
La ola de calor ya dura dos meses y es la más larga desde que hay registros en el gigante asiático, de acuerdo al Centro Nacional del Clima.
Una situación que no solo dificulta la dinamización de la economía china, sino que también aumenta la presión sobre la economía global, afectada por la sequía y altas temperaturas en varios continentes, los disparados precios de la energía y el aumento del costo de vida tras la pandemia y los efectos de la guerra en Ucrania.
Cortes de electricidad y cierre de empresas
El juego de luces de los rascacielos de Shanghái, una de sus escenas más icónicas, estará apagado por dos noches para ahorrar electricidad. Es uno de los síntomas de los problemas de energía que enfrenta el país debido a la sequía y el calor extremo.
Estos fenómenos han generado una mayor demanda energética por el uso de aire acondicionado y a la vez han lastrado los niveles de agua del río Yangtsé, del que dependen energéticamente varias regiones.
Esta vía fluvial cubre 19 provincias y proporciona agua a casi 600 millones de personas. Su cuenca produce el 45% de la producción económica del país.
«El Yangtsé es muy importante. Muchas compañías exportadoras en China están localizadas alrededor. Por aquí fluyen todo tipo de productos», le dice a BBC Mundo Jan Knoerich, profesor de economía del Instituto Lau China en el King’s College de Londres.
En Sichuan, donde más del 80% de la energía se obtiene a través de represas hidroeléctricas, grandes compañías sufren por los apagones.
Volkswagen, fabricante alemán de automóviles, cerró su factoría en Chengdu, la capital de Sichuan. Un portavoz de la compañía dice que sufrirán «retrasos ligeros» que esperan recuperar en el futuro próximo.
«Estamos vigilando la situación y estamos en constante intercambio con nuestros proveedores», le dijo el portavoz de VW a la BBC.
Foxconn, proveedor de Apple, también cerró su planta en Sichuan, aunque dice que el impacto en su producción «no es significativo» de momento.
Mientras tanto, el gigante automotriz japonés Toyota le dijo a la BBC que estaba reanudando gradualmente la producción en Sichuan «utilizando la generación de energía interna».
Chenyu Wu, analista de China y Norte de Asia para la consultora Control Risk, le dice a la BBC que el impacto de los apagones no se estima que sean duraderos.
«Es probable que los esfuerzos locales para ahorrar energía y aumentar la generación ayuden a mitigar la escasez en las próximas semanas, especialmente si llega el tan esperado fin de la ola de calor abrasador», explica Chenyu.
La carrera para proteger las cosechas
Las autoridades buscan provocar lluvias en zonas del centro y suroeste de China. En las provincias alrededor del Yangtsé, especialistas siembran nubes para combatir la sequía.
El otoño es una temporada vital para cultivos clave como el arroz y la soja, por lo que controlar los recursos hídricos es crucial para garantizar el suministro de alimentos y asegurar una cosecha abundante.
El arroz y otros cultivos de otoño se encuentran en un «período crítico» en lo que respecta a la irrigación, dijo Liu Weiping, viceministro de Recursos Hídricos, en una sesión informativa la semana pasada.
Con la cosecha de otoño bajo amenaza, el Ministerio de Agricultura ha desplegado 25 equipos en regiones clave para proteger los cultivos, informó el periódico Guangming Daily.
Todavía se prevé que la ola de calor se prolongue una semana más, haciendo que este periodo de temperaturas extremas sea el más largo desde que comenzaran los registros en 1961.
Año difícil para China y el mundo
No está siendo un año fácil para las arcas de la segunda economía mundial.
En el segundo trimestre de 2022, el producto interior bruto cayó un 2,6% con respecto a los primeros tres meses. Esto dificulta los objetivos del 5,5% de crecimiento que estableció China para este año.
El frenazo económico se debe en gran parte a los estrictos confinamientos impuestos en ciudades clave como parte de la estrategia de «cero covid» del país. Estas restricciones afectaron, entre otras ciudades, a Shanghái, un centro manufacturero y financiero vital.
Además de la ralentización del PIB, indicadores como el desempleo juvenil están a niveles récord.
Y el sector inmobiliario, que representa un tercio de la economía del país, vive momentos difíciles debido a que un creciente número de propietarios se niega a pagar sus hipotecas por un aumento de la desconfianza en el sector.
Son factores que, sumados a los problemas energéticos y la sequía del verano, no hacen sino aumentar la incertidumbre y preocupación sobre la economía mundial.
«Tenemos las consecuencias de la guerra en Ucrania, sequías en Europa… es difícil de predecir la magnitud, pero lo que está pasando en China definitivamente añade más presión a la situación económica global«, le dice Knoerich a BBC Mundo.
Aunque las autoridades chinas no esperan que el choque energético se extienda mucho más, es sin dudas un fenómeno que hay que vigilar de cerca.
«Si China tiene dificultades para producir energía y esto se convirtiera en un problema más grande, es otro factor que podría afectar los precios del mercado global de energía», añade el experto del King’s College.
Ya en 2021, antes de que la guerra en Ucrania empeorara el precio energético, un invierno muy frío en Asia disparó la demanda en China y otros países densamente poblados, encareciendo ya de por sí los combustibles.
Knoerich también menciona la importancia de que China consiga mantener sus cosechas a salvo.
«Si China experimenta problemas de seguridad alimentaria y tuviese que aumentar sus importaciones desde el extranjero, esto también añadiría presión a los precios», explica.
Por ahora es pronto para saber el impacto real de los últimos problemas de China, pero no caben dudas de que su situación actual ayuda poco en este contexto de alta inflación global, inseguridad geopolítica y amenazas de recesión.
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