Fuente: el confidencial
Un estudio confirma que existe un descenso notable de la actividad cerebral en pacientes tras escuchar la Sonta en re mayor del genio austríaco.
La música, una vez más, deja boquiabierta a la ciencia a raíz de sus efectos en el cuerpo humano, la mente y la consciencia. Un nuevo estudio, publicado en la revista ‘Scientific Reports’, descubrió que la música clásica, más concretamente la del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart, puede calmar la actividad cerebral intensa como fruto de una crisis eplipética.
El experimento se realizó a 16 pacientes que permanecían hospitalizados a raíz de esta afección que, según la OMS, afecta a 5 millones de personas en todo el mundo y de la que todavía existe tanto misterio a la hora de tratar y de dar con un diagnóstico efectivo. Los sujetos del estudio ya no respondían a la medicación y los médicos decidieron probar con las partituras del genio austríaco para ver si la actividad cerebral descendía. Así, al final descubrieron que toda música tiene un poder terapeútico sobre esta patología siempre y cuando esté basada en melodías que crean una sensación de sorpresa, tal y como recoge ‘Science Alert’.
Los científicos descubrieron que las IEDs disminuyeron después de 30 segundos de escucha
«Nuestra última pretensión es dar con una especie de género musical ‘antiepiléptico‘ para mejorar la vida de las personas que sufren la enfermedad», expresó el médico Robert Quon del Dartmouth College, coautor del estudio. En concreto, la obra escogida fue la Sonata para dos pianos en Re mayor K.488, la cual también es conocida por ser una potente aliada de cara a fomentar la actividad cognitiva o la concentración, aunque los investigadores están todavía tratando de desentrañar por qué.
Los cieníficos instalaron sensores en el cerebro de los pacientes a través de implantes para monitorear la aparición de descargas epileptiformes interictales (conocidas por sus siglas en inglés como IEDs), las cuales son pequeñas alteraciones eléctricas cerebrales que se dan con una intensidad baja, manifestadas en perturbaciones en el comportamiento del paciente o en la cognición y sin convulsiones. Así, los científicos descubrieron que las IEDs disminuyeron después de tan solo 30 segundos de escucha, con efectos reseñables en partes del cerebro asociadas con la emoción.
A la hora de ver la respuesta del cerebro durante la exposición auditiva a esta pieza de Mozart, descubieron que los efectos aumentaban durante las transiciones entre fases musicales más largas, es decir, aquellas que duraban 10 segundos o más. «Los hallazgos sugieren que las frases más largas pueden crear una sensación de anticipación en el paciente, creando una respuesta emocional positiva», concluye Quon.
Una partitura mágica
La Sonata en Re mayor K. 488 de Mozart ya ha sido objeto de estudio por parte de los científicos a la hora de ver los efectos que produce en la mente humana. De hecho, en 1993 se descubrió que las personas que escuchaban durante 10 minutos esta pieza mostraban una mejora en sus habilidades de razonamiento espacial. Los científicos tenían la hipótesis de que pudiera servir para calmar la actividad cerebral de alta intensidad que se produce en las crisis epilépticas. Es la primera vez que se desglosan los efectos en relación a la estructura de la canción, que «está organizada por un contraste de temas melódicos que poseen una armonía propia subyacente».
Lo más llamativo es que, al igual que en estudios anteriores, los pacientes no mostraron cambios en la actividad cerebral cuando se les expuso a otros estímulos auditivos o piezas musicales que no eran la Sonata en Re mayor, incluso aquellos que figuraban entre sus géneros musicales preferidos. Por ejemplo, se les expuso a obras de Wagner durante 90 segundos sin que su actividad cerebral cambiara. Esto es por lo que la obra de Mozart, más allá de su incuestionable calidad artística y musical, tiene una serie de cualidades que la convierten en una pieza de música con carácter terapeútico.
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