La contaminación favorece el ictus
Publicado por Pilar Quijada el Mar 16, 2015
Somos conscientes de que los factores de riesgo tradicionales para el accidente cerebrovascular son la presión arterial alta, el colesterol, la diabetes y el tabaquismo. Sin embargo, solemos pasar por alto la posibilidad de que el aire que respiramos a diario pueda suponer también un riesgo de accidente cerebrovascularsignificativo. Es una llamada de atención de Jeffrey S. Berger, de la Universidad de Nueva York, que ha participado en un estudio que relaciona la contaminación del aire respirado con el estrechamiento peligroso de las arterias del cuello, que tiene lugar antes de los accidentes cerebrovasculares.
El estudio se ha presentado en la 64ª Sesión Científica Anual de Cardiología americana y se publica en la revista de la Asociación Americana de Cardiología. Los científicos analizaron los registros de pruebas médicas de más de 300.000 personas que viven en Nueva York, Nueva Jersey o Connecticut. Y encontraron que las personas que viven en los códigos postales con los más altos niveles medios de contaminación de partículas finas eran significativamente más propensos a mostrar signos de estrechamiento (estenosis) de las arterias carótidas internas, en comparación con los que viven en los códigos postales con niveles mínimos de contaminación.
Las partículas finas contaminantes, también llamados “PM 2,5” tienen diámetros inferiores a 2,5 milésimas de milímetro, 100 veces más delgadas que un cabello humano, y en su mayoría son subproductos de motores de combustión y la quema de madera. Desde hace tiempo están bajo sospecha por su pequeño tamaño las hace “respirables” y que se puedan acumular en el sistema respiratorio. Su tamaño hace que sean 100% respirables, penetrando en el aparato respiratorio y depositándose en los alvéolos pulmonares, incluso pueden llegar al torrente sanguíneo. Además estas partículas de menor tamaño están compuestas por elementos que son más tóxicos (como metales pesados y compuestos orgánicos) que los que componen, en general, las partículas contaminantes más grandes, como las PM10.
Las PM2,5 Se han asociado, cada vez con mayor consistencia científica, con numerosos efectos negativos sobre la salud, como el aumento de las enfermedades respiratorias y la disminución del funcionamiento pulmonar. Los grupos más sensibles –niños, ancianos y personas con padecimientos respiratorios y cardiacos– corren más riesgo de padecer los efectos negativos de este contaminante, según un informe de Ecologistas en Acción.
Desde la década de 1950, señalan los investigadores estadounidenses, los episodios de alta contaminación atmosférica pueden asociarse a incrementos temporales en ataque cardiaco. Y los estudios más recientes han relacionado el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular a la exposición a la contaminación a largo plazo, incluidas las partículas PM 2,5.
“La mayoría de los estudios en esta área se han centrado en el corazón y las arterias coronarias. Nadie ha mirado a otras partes del sistema vascular, en particular, las arterias carótidas,” destaca otro de los investigadores.
Aporte sanguíneo al cerebro
Las dos arterias carótidas internas están situadas a ambos lados del cuello y proporcionan la mayor parte del suministro de sangre al cerebro. Los ictusa menudo se producen cuando la placa acumulada se desprende de una sección estrechada de la arteria carótida y bloquea los vasos bloques más pequeños en el cerebro.
En el estudio, los datos del estrechamiento de carótida se obtuvieron de las pruebas de ultrasonido Doppler, el método de imagen más utilizado, en 307.444 residentes en los tres estados mencionados entre 2003-2008. Las personas con enfermedad de la arteria carótida conocida en el momento de la prueba de ultrasonido fueron excluidos del conjunto de datos. Los datos de contaminación para el período provinieron de la Agencia de Protección Ambiental.
Los análisis mostraron que quienes vivían en los distritos más contaminados en los tres estados para las partículas PM 2,5, eran un 24% más propensos al estrechamiento de la arteria carótida interna, definido como una reducción de la luz de la arteria al menos a la mitad.
Para las personas en buen estado de salud, el nivel de contaminación del aire probablemente no representa un riesgo significativo. Pero para las personas muy jóvenes, de edad avanzada o con otros problemas médicos, la contaminación del aire sí podría ser una fuente importante de riesgo de enfermedad cardiovascular, alertan los autores, que indican que este riesgo es otro motivo más para controlar estrechamente los niveles de contaminación.
Los resultados también apuntan a la contaminación del aire como un factor potencial que podría ayudar a explicar por qué algunas personas, como las que tienen diabetes, parecen ser más susceptibles a los problemas cardiovasculares que otros. De ahí que recomienden que las personas con otros factores de riesgo cardiovascular sería prudente que limitaran la cantidad de tiempo que pasan al aire libre en los días con niveles de contaminación del aire altos.
Los investigadores aclaran que al tratarse de un estudio poblacional fue un estudio de la población no se puede establecer una relación causa-efecto, “pero ciertamente sugiere la hipótesis de que la reducción de los niveles de contaminación reduciría la incidencia de estenosis de la arteria carótida y accidente cerebrovascular“.
Los científicos aún no están seguros de cómo la contaminación del aire contribuye a la enfermedad vascular. Los estudios han indicado que podría hacerlo, en parte, al provocar cambios químicos adversos en el colesterol de la sangre, mediante la promoción de la inflamación, y haciendo a las plaquetas sanguíneas más propensas a formar coágulos.