El aprendizaje solidario gana terreno

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Más de 3600 proyectos de escuelas se pusieron en marcha el último año en escuelas de todo el país
«Nos sentimos cómodos y bien sabiendo que otras familias están recibiendo la ayuda y están contentas con lo que hacemos. Nos sentimos útiles para solucionarle a nuestra comunidad algunos problemas que tiene.»

Con frescura y satisfacción, esas fueron algunas de las expresiones transmitidas por alumnos de distintos puntos del país, que participan en su escuela de proyectos educativos solidarios, una experiencia creciente en los últimos años. El vicepresidente de la Nación, Daniel Sicioli, y el ministro de Educación, Daniel Filmus, distinguieron 30 de esas experiencias con el Premio Presidencial Escuelas Solidarias, entre más de 3600 proyectos que se presentaron en esta edición.

Federico, de 5 años, tiene un fresno americano; Emanuel dice que juega en la plaza y que tiene un ceibo que -según explica- es la flor nacional. Y Valentín cuenta que le da cascarita de huevo o manzana a la lombriz que vive en un tambor. Son los pequeños del Jardín de Infantes N° 904 de la localidad bonaerense de Los Toldos, que convirtieron con los docentes un baldío inundado en la plaza de una comunidad rural.

Los chicos, descendientes de mapuches, plantan árboles y cultivan flores en el jardín, cuidan la plaza e incluso explican a los visitantes las características del sitio que está en tierra mapuche y ya integra el circuito turístico de Los Toldos. «La experiencia, que empezó en 2005, es con todos los chicos del jardín, desde los 2 años. Los chicos se apropiaron del proyecto y cuentan con la participación de sus familias», comentó a LA NACION Nora Tolosa, maestra y directora del jardín.

«Se siente la importancia de poder hacer algo por la gente», expresó Josefina Aguirre, de 14 años, de la Escuela N° 485 La Estancia, de Catamarca, que participa de la experiencia de la biblioteca de pueblo, cuyos objetivos son la alfabetización, la promoción de la lectura y la capacitación.

«Arreglamos los libros; los acomodamos; salimos a leerles a los viejitos», comentó Gustavo Aibar, de 13 años, que participa con entusiasmo de la experiencia. «Cuando me hice cargo de la dirección de la escuela no había libros ni hábitos de lectura. La Estancia es un pueblo de 362 habitantes que no tiene medios de transportes ni TV ni hospitales. La escuela, además de ser educadora, cumple una función social», indicó Gloria Robles, directora del colegio, que impulsó la experiencia.

Ambos casos mencionados están entre los seis primeros premios que recibieron $ 10.000 pesos cada uno. Los cuatro segundos premios fueron de $ 7000, hubo cuatro menciones de honor, de $ 6000, y otras 16, de 4000 pesos. Varias instituciones integraron el jurado, entre ellas la Fundación Diario LA NACION.

La Escuela Especial N° 1 de General Roca, de Río Negro, lleva adelante, desde el pretaller de albañilería, un proyecto educativo y comunitario de construcción de viviendas para familias de su comunidad. Ariel Llanquiñanco, de 14 años, participa desde hace dos años: «Me gusta que salgamos a ayudar a familias humildes que necesitan un techo y no lo tienen», comentó. Su compañero Jonathan Manquelef indicó que sin techo no se puede vivir.

El proyecto surgió en 2003 a partir de un relevamiento en la zona norte de General Roca para detectar problemas habitacionales. «Primero nos propusimos erradicar las letrinas y luego, hacer las viviendas. Participó una organización no gubernamental y ahora trabajamos con otra escuela y un instituto de formación docente», comentó Luis Antoli, maestro de actividades prácticas del colegio.

En Tucumán, Ivana Pérez y Silvia Fecha son dos alumnas de tercer año del polimodal de la Escuela de Comercio Banda del Río Salí, que integra el proyecto de educación para la salud, por el cual visitan escuelas y centros de salud con talleres sobre temas de lactancia, paternidad y maternidad responsable, higiene personal, nutrición, tabaquismo, alcoholismo, entre otros.

Los alumnos trabajan con los docentes y los médicos que los asesoran. «Todo empezó como un proyecto de investigación sobre diarrea y desnutrición infantil», explicó Nilda Albarracín, docente coordinadora del proyecto. «La experiencia me sirvió como orientación vocacional. Decidí que quiero estudiar medicina», expresó Fecha, con un inocultable entusiasmo.

Completan los seis primeros premios la experiencia del Colegio del Salvador, de gestión privada, de la ciudad de Buenos Aires, que produce materiales didácticos para centros de apoyo escolar, huertas familiares y escolares en contextos de pobreza, y la radio móvil para comunicar a pobladores y promover la cultural local que llevan adelante adolescentes de las escuelas rurales de la Familia Agrícola Santa Lucía, Anahí, Coembotá y Jahá Katu, de gestión social, de la provincia de Corrientes.

Por Laura Casanovas
De la Redacción de LA NACION

Autor: Laura Casanovas
Fuente: La Nacion. 
Web: 
http://www.lanacion.com.ar



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