Age related deficit in olfactory function have been of increased interest in recent years. In part, this interest stems from a number of intriguing associations related to aging and olfaction in man. For example, there are data demonstrating a significant relationship between olfactory dysfunction and various age related neurodegenerative disorders including Alzheimer’s disease, Parkinson’s disease and Huntington’s chorea. In addition, an important interaction exists between olfaction and nutrition in the elderly, and there is an enhanced awareness of the significance of olfaction in cognition and memory recognition processes.
Los déficit relacionados con el envejecimiento de las funciones olfatorias ha sido de creciente interés en los últimos años. En parte, estos intereses surgen de un numero de asociaciones intrigantes relativas a el envejecimiento y el sistema olfatorio en el hombre. Por ejemplo, hay antecedentes que demuestran una significativa relación entre disfunciones olfatorias y varios desordenes degenerativos de envejecimiento incluyendo la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y el chorea Hungtinton. Además, existe una importante interacción entre el olfato y la nutrición en la tercera edad, y hay una aumentada concientizacion del significado del olfato en la cognición y el proceso de reconocimiento de la memoria.
Pistas de Alzheimer se encuentran en la nariz (The New York Times, 5 de Septiembre, 2000)
Actualmente, los científicos piensan que encontraron otra pista para detectar la enfermedad de Alzheimer precozmente. En un artículo del mes de Septiembre de la revista American Journal of Psychiatry, los investigadores dicen que los problemas en la identificación de aromas puede indicar un Alzheimer temprano, pero solo cuando los pacientes no se dan cuenta de que hay algún problema con su sentido del olfato. En muchos casos el sentido del olfato se pierde con la edad.
El Dr. D. P. Devanand, que trabaja en Instituto de Psiquiatría del estado de Nueva York, basó su teoría en un estudio de 90 pacientes que sufrían de problemas cognitivos de memoria.
Los investigadores siguieron a 77 pacientes por dos años y descubrieron que 19 desarrollaron Alzheimer.
Los pacientes fueron sometidos a una serie de pruebas de tipo multiple-choice donde se exponían a 40 aromas, entre ellos maní y mentol, y se les pidió que los identifiquen.
Luego de analizar los resultados, el Dr. Devanand observó que aunque un mal sentido del olfato no es un predictor de Alzheimer, aquellos pacientes que tuvieron malos resultados en las pruebas, pero decían que no tenían problemas en su sentido del olfato, parecían mas factibles de desarrollar la enfermedad.
Fuente: D.E.Dluzen (1996)