Autor: André Van Lysebeth (1971)
Los Órganos de absorción del prana
«la primera finalidad del método yoga es el control de las energías vitales o pranas (así llamadas porque el aliento vital, prana, es el más importante y más directamente controlable de todos los ritmos vitales). A este fin debemos primeramente establecer el control de nuestra conciencia mental sobre todas nuestras reacciones vitales y emotivas. Esta absorción por el consciente de las energías inframentales nos da la fuerza que le permite al consciente lanzarse en la región de la conciencia suprmamental… » «…Se da el nombre de Hatha-Yoga a las prácticas y disciplinas que permiten el control del cuerpo y de las energías. Aunque no sea sino uno de los medios del yoga, constituye la primera preparación en el camino de la reintegración, el punto de partida necesario para una realización ulterior.»
Alian Daniélou, Méthode de réintégration, pp. 21 y 30.
El prana y las técnicas del pranayama no tendrían ninguna necesidad de ser apoyadas por la ciencia. Para los yoguis, lo esencial es que el sistema funcione y produzca los resultados previstos. Y en este dominio tienen al menos cuatro a cinco mil años de experiencia de adelanto sobre nosotros. Sin embargo, es tranquilizador para el lector cartesiano constatar que en el dominio del prana, cuando la ciencia occidental se ha ocupado de la cuestión, las teorías yóguicas se han visto confirmadas.
¿Qué significa la palabra «pranayama»?
La palabra se compone de «prana» , y de «ayama»que quiere decir longitud, expansión, retención, y también control. «Pranayama» es la ciencia yóguica del control del prana en el ser humano. No hemos escrito «cuerpo humano», porque el pranayama apunta más allá de lo físico. El pranayama es la ciencia más vital, porque, al fin de cuentas, todas las energías que se manifiestan en forma de vida son de orden pránico: conscientemente todo ser vivo manipula el prana, desde su nacimiento hasta su muerte, sin hacer por eso pranayama. La finalidad del yoga es la de intensificar y controlar CONSCIENTEMENTE este metabolismo pránico para decuplicar las energías físicas, mentales, y psíquicas del adepto. Traducir pranayama por «ejercicios respiratorios» o «control de la respiración», daría una visión menguada, ya que el control del aliento no es la finalidad, sino sólo un medio, particularmente eficaz, para llegar a controlar las energías vitales. Nuestro organismo se encuentra en constante relación con el cosmos impregnado de vibraciones energéticas, pránicas. La diferencia esencial entre un objeto inanimado (silla) y un ser vivo (desde la ameba hasta el hombre) radica en que el primero está sometido pasivamente a la acción de la fuerzas cósmicas, en tanto que el ser vivo se apodera del prana, lo transforma y lo utiliza para sus fines propios. Sólo existimos gracias a que extraemos prana del cosmos, extracción que se efectúa mediante órganos especializados. Para los yoguis, y por orden de importancia, los principales puntos de absorción del prana son:
1) las terminaciones nerviosas de las fosas nasales
2) los alvéolos pulmonares
3) la lengua
4) la piel
Los examinaremos comenzando por los menos importantes en lo que atañe al control del prana.
LA PIEL
Es uno de los órganos más voluminosos ya más importantes del cuerpo. Sin ella no podemos vivir, como lo prueba el ejemplo de personas con extensas quemaduras. Pero lo que más conoce el gran público son sus funciones de excreción, y no las de órgano de absorción de la vitalidad.
Por los poros expulsamos toxinas que, de lo contrario, se acumularían en el organismo, pero lo que es menos conocido y nos interesa particularmente es el papel pranico de la piel.
Está -o debería estarlo- en contacto con el aire vibrante de energía; puede absorber importantes cantidades de prana solar, como la afirman las teorías yóguicas. Esto ilumina la heliosis bajo un nuevo ángulo. Entre los yoguis va más allá del simple objetivo de tostarse la piel- tanto más que en la India no existe la ambición de broncearse, sino al contrario, lo que se busca es un tinte claro-. Para los yoguis asolear la piel es absorber energía solar irradiante. En Occidente consideramos que la piel reacciona automáticamente a la acción de los rayos solares. Es cierto, pero los yoguis afirman que es posible influir activamente en esta absorción de energía, acrecentarla y controlarla voluntariamente. Aunque el principal papel de la piel sea absorber prana, también es un órgano de expulsión de prana. El conocimiento de las leyes del control del prana nos permitirá hacer una heliosis activa, valorar nuestro tiempo de exposición al aire y a la luz. ¿Cuándo tendremos vestidos que nos protejan de la intemperie sin aislarnos del prana cósmico? Mientras tanto expongamos nuestra piel al sol y al aire cada vez que se presente la ocasión.
LA LENGUA
«¡Eres lo que comes!» ¡Somos sol condensado! Este grano de trigo, esta hoja de verdura, esta manzana, son energía solar concentrada.
La lengua es un órgano importante de absorción del prana. Una parte no despreciable de la energía del cuerpo se extrae de los alimentos. Para el occidental parece incluso ser la única fuente de energía y constituye su verdadero «carburante». Los yoguis unen el prana al gusto: durante todo el tiempo que un alimento desprende sabor, es señal de que aún hay prana por extraer.( el sabor no es el prana pero indica su presencia) Mastican, pues, su alimento hasta que se hace insípido; en este momento -después de la absorción del prana útil- lo tragan y el sistema digestivo puede asimilarlo como material de construcción del cuerpo. Si no masticamos los alimentos hasta extraerles todo su sabor ( según el yoga no hay otros órganos de absorción del prana en el tubo digestivo), el alimento puede reconstituir nuestro cuerpo físico, pero no cargar al máximo nuestras baterías pránicas.
La energía pránica se absorbe por la lengua, sin ninguna digestión
LA NARIZ
La nariz representa el principal órgano de absorción del prana. El aire es nuestro principal alimento: su privación nos hace pasar en pocos minutos de vida a muerte , su insuficiencia provoca graves molestias fisiológicas. A razón de 18 inspiraciones de un litro de aire por minuto, como término medio, nuestra nariz deja pasar en ambos sentidos unos 13.000 litros cada veinticuatro horas. Comparado con semejante volumen, dos litros de agua y un kilogramo de alimento sólido hacen triste figura.
La nariz no se contenta con acondicionar el aire, limpiarlo de las partículas de polvo, calentarlo, humedecerlo, sino que además mide sus cualidades sutiles. Un mal olor desencadena inmediatamente importantes mecanismos fisiológicos: el cuerpo se pone en estado de alerta, pues cualquier mal olor se considera nocivo. La sensibilidad de los receptores nerviosos del olfato es increíble. Pensemos un momento cuando aspiramos el perfume de una rosa. La cantidad de materia que emana de la flor es tan mínima que sólo los instrumentos de medición ultra perfeccionados de la física nuclear serían capaces de detectarla y medirla y, sin embargo nuestro órgano olfativo reacciona inmediatamente, y de modo perceptible a nuestra conciencia.
No nos contentamos con percibir un perfume: lo identificamos con precisión ; reconocemos de inmediato el perfume de la rosa, del lirio o del clavel.
Los perfumes naturales llevan prana, bioelectricidad. El perfume es un elemento capital -y espirituoso- de la vida de la planta.
Su función es doble: por una parte atrae a los insectos himenópteros que van a coger el néctar y aseguran la fecundidad, y por otra actúa negativamente: rechaza o incluso destruye a ciertos microorganismos o insectos parásitos , a veces a gran distancia. Un perfume agradable nos incita a respirar profundamente porque nuestro organismo «sabe» que nos es favorable.
La aromoterapia, es decir , el tratamiento de ciertas enfermedades mediante olores balsámicos, conoce actualmente un auge creciente. ¡En cierta medida es una superhomeopatía! Hahnemannm, el fundador de la homeopatía, utilizaba al final de su vida disoluciones cada vez más altas: había llegado a hacer que los enfermos olfatearan el producto. Tan sólo las esencias balsámicas naturales son activas; las esencias sintéticas no producen estos efectos.
«Transportada en la corriente sanguínea, la esencia aromática vegetal ionizada embebe o impregna los menores rincones orgánicos, vitaliza poderosamente las células polarizadas y despotencializadas. Aumenta el balance energético, desbloquea el mecanismo de las oxidaciones orgánicas y de la autorregulación, y llega así a los pulmones y riñones donde es respectivamente exhalada y secretada SIN DEJAR RASTRO.» (Dr. Jean Valnet, revista L´ Hôpital, Paris, 1961)
En presencia de una persona en estado síncope, ¿cómo reacciona uno? Corremos en busca del amoníaco y se lo hacemos respirar. ¿A que nivel actúa el gas irritante? ¿En los pulmones? No, porque sólo una ínfima fracción penetra hasta los alvéolos pulmonares; por lo tanto actúa sobre las terminaciones nerviosas de los cornetes de la nariz. Muy pronto la persona comienza de nuevo a respirar. Esto nos demuestra hasta que punto los cornetes de la nariz están en relación con centros nerviosos vitales.
LOS ALVEOLOS PULMONARES
Si los cornetes nasales son el principal órgano de absorción del prana, también los pulmones son sede de importantes manifestaciones pránicas. El paso de oxígeno del aire alveolar a la sangre depende estrechamente de las cualidades físicas, es decir bioeléctricas, de la sangre.
EL PRANA OBEDECE AL PENSAMIENTO
El pensamiento concentrado permite absorber una mayor cantidad de prana. Aquí el Hatha-Yoga, cuya práctica del pranayama constituye una de las claves maestras -con los asanas y la relajación-, se une con el Raja-Yoga -el yoga del control mental-, puesto que es la mente quien puede dirigir voluntaria y conscientemente la absorción, almacenamiento y distribución del prana en el cuerpo.
La absorción y acumulación del prana están bajo el control del pensamiento, porque es este quien rige la práctica del pranayama.
Colaborador: Diego Martíni