Santiago, abril de 2020.- “Sin duda una alimentación saludable puede ser nuestro mejor aliado a la hora de enfrentar periodos de influenza. Por ello, prestar atención a lo que se come es el punto de partida para fortalecer el sistema inmunológico. Ese es el caso de la miel, un producto natural, de larga duración y fácil almacenaje que posee múltiples propiedades beneficiosas para la salud de las personas”. Así lo explicó el encargado del Laboratorio de Servicios Analíticos para Miel de INIA La Platina, Pablo Ulloa, quien junto a un equipo de especialistas ofrece servicios, con el fin de evaluar la calidad de este alimento.
La miel no sólo es apreciada por su sabor y aroma, sino que también por su alto valor nutricional y su contribución a la salud humana. Desde la antigüedad hasta nuestros días ha sido parte de la medicina tradicional, incluso siendo utilizada como endulzante y preservante natural.
Según detalló el investigador de INIA La Platina, este alimento tiene un valor nutricional elevado, debido a que es una excelente fuente de energía (100 g de miel aportan 306 kcal aprox.). Además, contiene algunas sustancias saludables como colina, crucial para el funcionamiento cardiovascular y cerebral, así como en la reparación y composición de la membrana celular. También, es posible encontrar acetilcolina que actúa como neurotransmisor.
Mientras que su índice glicémico (IG) ha sido descrito como una opción con mayor poder endulzante y más saludable en comparación con la sacarosa, porque su principal monosacárido (fructosa) posee un valor de IG de 19, en contraste con la sacarosa con un IG de 68. Producto de esta característica, es que la miel puede ser utilizada en reemplazo del azúcar en bebidas calientes (ej. té, infusiones, etc.); teniendo la precaución de no someterla a elevadas temperaturas (<40ºC), ya que se genera degradación de compuestos bioactivos termolábiles (polifenoles). Por otro lado, su consumo debe ser de forma controlada y no puede ser suministrado a menores de 12 meses, debido a que puede presentar esporas de Clostridium botulinum, microorganismo productor de la toxina botulínica.
Respecto a sus propiedades terapéuticas, agregó Pablo Ulloa, posee una amplia gama, tales como: actividad antibacteriana (sobre bacterias, hongos, levaduras y algunos parásitos); antiinflamatoria y antioxidante, junto con presentar efectos pre y probióticos que han sido atribuídos a su consumo. Asimismo, presenta beneficios frente a algunos cuadros respiratorios agudos, ya que posee efecto antitusígeno y balsámico, debido a la presencia de diferentes compuestos.
“Todas estas propiedades se relacionan con la presencia y concentración de compuestos bioactivos, como polifenoles, destacando los ácidos fenólicos (ej. cafeico, cumárico, egálico, entre otros) y flavonoides (ej. kaempferol, quercitina, pinocembrin) que provienen directamente de la fuente floral desde donde las abejas obtienen el néctar. En tanto, la actividad antimicrobiana no sólo responde a la presencia de compuestos bioactivos, sino también a sus características fisicoquímicas como son su alta osmolaridad (aw 0.6) y acidez (pH 3.4-6.1), generando un ambiente inhóspito para la mayoría de los microorganismos”, señaló el investigador de INIA La Platina.
La vida útil de la miel no está definida y sus condiciones de almacenamiento son sencillas, considerando sólo un lugar fresco y seco y una temperatura ambiente promedio de 20 °C. “Si bien la miel es considerada como un alimento relativamente estable, debido a su baja actividad de agua, bajo pH y presencia de compuestos antimicrobianos, ésta puede sufrir mínimos cambios en su composición y características sensoriales como aroma, color y aspecto visual (cristalización), después de varios años de almacenamiento, sin embargo, continúa estando apta para su consumo”, dijo Ulloa.