Las pestes y pandemias han moldeado la humanidad a lo largo de su historia. Su influencia ha sido muy variada y en ocasiones se ha expresado de maneras insospechadas, pues genera cambios en diversos ámbitos de una sola estocada: sociales, políticos, económicos, culturales… Por ejemplo, la peste negra que asoló principalmente a Europa a mediados del siglo XIV se tradujo en un vuelco social que debilitó el feudalismo y a su vez terminó generando el caldo de cultivo para el Renacimiento.
La pandemia que tiene paralizado el mundo en este momento no será la excepción. O por lo menos, así lo piensan filósofos, escritores, economistas, ecologistas, feministas…
Las posturas son diversas, algunas se contradicen, pero en todas hay un común denominador: el mundo está en un momento crucial y las decisiones que se tomen marcarán el transcurrir de los próximos años.
Una de las respuestas más rápidas a los sucesos fue la de la siempre ágil pluma del filósofo esloveno Slavoj Zizek, que publicó esta semana el que seguramente sea el primer ensayo sobre coronavirus: ‘¡Pandemic! Covid-19 shakes the world’ (‘¡Pandemia! Covid-19 sacude el mundo’). El libro tiene como tesis que la actual crisis sanitaria desnudó las debilidades de las democracias liberales. Pero, en particular, entre sus múltiples ideas plantea una particularmente polémica pero ‘triste realidad’: “necesitamos una catástrofe”.
Dice que “la cuestión no está en disfrutar sádicamente la expansión del sufrimiento en tanto sirve a nuestra causa; por el contrario, la cuestión es reflexionar sobre el triste hecho de que necesitemos una catástrofe para ser capaces de repensar las características básicas de la sociedad en la que vivimos”. Pero ahí está el punto, ya es una realidad, ¿cómo revertirla a nuestro favor?
EL TIEMPO escogió columnas, entrevistas y textos de seis personas que aportan a la comprensión del mundo desde diversos ámbitos y que mantienen a la razón como principal herramienta para encontrar respuestas a las incertidumbres del transcurrir de la vida.
Esta es la visión de ellos sobre la covid-19 y cómo nos cambió y nos cambiará.
Un golpe tipo ‘Kill Bill’al capitalismo
Slavoj Žižek
¿El coronavirus tiene la capacidad de derribar el capitalismo? El filósofo esloveno Slavoj Zizek publicó primero una columna de opinión en el portal ruso RT y luego lanzó el ensayo ‘¡Pandemia! Covid-19 sacude el mundo’. En estos, Zizek plantea que la actual crisis dejó en evidencia las debilidades de las democracias liberales, y que esto desencadenará en un efecto político que puede ser o la barbarie o alguna forma de comunismo reiventado. Para explicarlo, escoge como metáfora una escena de la película de Quentin Tarantino ‘Kil Bill’, en la que la protagonista mata a Bill con cinco golpes específicos.
“La epidemia de coronavirus es una especie de ‘técnica de los cinco puntos para explotar un corazón’ dirigida al sistema capitalista global. Una señal de que no podemos continuar por el camino que estábamos recorriendo hasta ahora, de que un cambio radical es necesario”.
Sin duda, el coronavirus está quebrantando cada vez más el funcionamiento fluido del mercado mundial, entonces se pregunta, “¿Acaso no es todo esto una clara señal de que necesitamos una reorganización de la economía global para que deje de estar a merced de los mecanismos del mercado? Por supuesto, no estamos hablando aquí de comunismo de viejo cuño, sino simplemente de alguna clase de organización global que pueda regular y controlar la economía, así como limitar la soberanía de los Estados cuando sea necesario”.
La emergencia viral y el mundo de mañana
Byung-Chul Han
Nacido en Seúl (Corea del Sur) en 1959 y residente en Berlín hace 35 años, Byung-Chul Han, autor de ‘La sociedad del cansancio’, publicó en el diario ‘El País’ de España una columna sobre la crisis sanitaria titulada ‘La emergencia viral y el mundo del mañana’. En esta, el filósofo contrasta las medidas y los resultados dispares obtenidos en Asia y Europa, entre explicaciones culturales sobre cómo se ha enfrentado esto en China, dice: “En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado”. Pero, sobre todo, destacó que contradice a Zizek: “El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia.
La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos nosotros, personas dotadas de razón, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”.
La covid-19 no salvará el mundo del calentamiento
Meehan Crist
El coronavirus ha provocado un cierre asombroso de la actividad económica y una reducción drástica en el uso de combustibles fósiles. A corto plazo, la respuesta a la pandemia parece estar teniendo un efecto positivo en las emisiones. Pero a largo plazo, ¿el virus ayudará o dañará el clima? Meehan Crist es escritora residente en Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia y una reconocida columnista en diversos medios.
En una muy compartida columna que publico recientemente en ‘The New York Times’ busca responder a esa pregunta, y resalta que la amenaza del coronavirus es temporal, mientras que la amenaza de las olas de calor, las inundaciones y las tormentas extremas que provocan la pérdida de vidas humanas permanecerá con nosotros durante años. “Nuestra respuesta a esta crisis de salud dará forma a la crisis climática en las próximas décadas”, sentencia y después de una disertación sobre si es bueno o malo concluye: “ Los humanos son parte de la naturaleza, no están separados de ella, y la actividad humana que perjudica el medioambiente también nos perjudica.(…) Quizás la verdadera pregunta no sea si el virus es «bueno» o «malo» para el clima, o si las personas ricas tomarán menos vuelos en avión, sino si podemos crear una economía funcional que apoye a las personas sin amenazar la vida en la Tierra, incluida la nuestra”.
La solidaridad global, el camino hacia la victoria
Yuval Noah Harari
El escritor israelí Yuval Noah Harari es, sin duda, una de las voces más escuchadas en el mundo. Y recientemente sobre la pandemia ha escrito múltiples columnas, una de las más interesantes y divulgadas es la que escribió para ‘Financial Times’ titulada: ‘El mundo después del coronavirus’.
En esta plantea que las decisiones que las personas y los gobiernos tomen en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo en los próximos años. No solo a los sistemas de salud, sino también a la economía, política y cultura. “Debemos actuar rápida y decisivamente. También debemos tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. Al elegir entre alternativas, debemos preguntarnos no solo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué tipo de mundo habitaremos una vez que pase la tormenta”, dice, y concluye que la humanidad debe tomar una decisión: “¿Recorreremos el camino de la desunión, o el camino de la solidaridad global? Si elegimos la desunión, no solo prolongará la crisis, sino que probablemente dará lugar a catástrofes aún peores. Si elegimos la solidaridad, será una victoria no solo contra el virus, sino contra todas las futuras epidemias y crisis que podrían asaltar a la humanidad en el siglo XXI”.
El virus no discrimina, nosotros sí lo hacemos
Judith Butler
“La desigualdad social y económica asegurará que el virus discrimine”, señala en el portal Verso Judith Butler, filósofa y teórica de género estadounidense, y explica que “el virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo”.
Entre sus reflexiones expone que es probable que en el próximo año seamos testigos de un escenario doloroso en el que “algunas criaturas humanas” afirmarán su derecho a vivir a expensas de otros, volviendo a inscribir la “distinción ilegítima entre vidas dolorosas e ingratas”, es decir, aquellos quienes a toda costa serán protegidos de la muerte y esas vidas que se considera que no vale la pena que sean protegidas de la enfermedad y la muerte. La filósofa pone como ejemplo las elecciones estadounidenses, en las que el sistema de salud se usa para un lado como para el otro.
Entonces, se pregunta: “¿por qué no entenderlo como una obligación social, una que se deriva de vivir en sociedad unos con otros?”, y señala como un absurdo que se deba convencer al pueblo estadounidense de que “queremos que nadie niegue la atención médica al resto”.
La extracción de los cuerpos de la maquinaria liberal
Franco ‘Bifo’ Berardi
El filósofo italiano Franco ‘Bifo’ Berardi publicó una crónica repleta de reflexiones en Caja Negra Editora, en la que expone que este es “un virus semiótico”. Advierte que por primera vez sucede una crisis que no proviene de factores financieros o económicos, sino del cuerpo. “Lo que provoca pánico es que escapa a nuestro saber: no lo conoce la medicina, no lo conoce el sistema inmunitario. Y lo ignoto de repente detiene la máquina. (…) Bloquea el funcionamiento abstracto de la economía, porque sustrae de ella los cuerpos”.
Y extiende su reflexión al capitalismo, dice que hace tiempo que este se encontraba en un estado de estancamiento irremediable, pero “seguía fustigando a los animales de carga que somos, para obligarnos a seguir corriendo, aunque el crecimiento se había convertido en un espejismo triste e imposible”.
Señala que aunque ya no es posible una revolución contra el sistema porque “la subjetividad está confusa”, el virus se convierte en una revolución puramente implosiva, una revuelta de la pasividad, de la resignación. “Resignémonos. (…) Literalmente: no hay nada más que hacer. Entonces, no lo hagamos”. Es decir, el estado de parálisis del mundo es la mejor forma de cambiar el sistema.