La palabra “fobia” proviene del verbo griego phobéomai que significa “yo temo”. Se la define también como “aversión” apasionada contra algo. De modo que la palabra fobia condensa dos significados. Por un lado alude al miedo y por otro significa también oposición y repugnancia intensos.
Para Freud, el desarrollo de la fobia, consiste en un intento fallido, de solucionar un conflicto de ambivalencia edípica: el amor hacia el progenitor del sexo opuesto y el amor y hostilidad hacia el progenitor del mismo sexo. La excitación que se pone en juego, dirá este autor, es una excitación de características incestuosas y la angustia que se experimenta es la de castración. Por eso este conflicto de pasiones debe ser desalojado de la conciencia.
Como en principio, la angustia surge en la conciencia sin que se perciba ante qué, para lograr controlar ese afecto tan penoso, se pone en marcha un mecanismo psíquico que va a dar origen a los síntomas fóbicos. Este proceso consiste en proyectar en un objeto del mundo exterior las emociones sentidas como peligrosas. Esta elección no es de ningún modo azarosa. El objeto elegido se presta adecuadamente para descargar el odio y la hostilidad. De este modo, la amenaza y el peligro ya no provienen de las emociones internas, sino de las impresiones que despierta ese objeto exterior. El fóbico comienza a defenderse de ese objeto externo, como si realmente le pudiera hacer daño. Ahora, la primitiva angustia que surgía sin que se percibiera ante qué se transforma en miedo, un miedo concreto frente a un determinado objeto. Es así que, el desarrollo de angustia queda ahora racionalmente justificado. Sin embargo a los ojos de un observador desprevenido constituye un miedo absurdo hacia un objeto que en si mismo es “inofensivo”.
Cabe señalar que, en este intento, por solucionar un conflicto de ambivalencia, en realidad se recorre una vía equivocada porque el conflicto en sí, no se resuelve. Sería el recurso de quién, sintiéndose débil y atemorizado, intentaría por esta vía evitar todo contacto que amenace con despertar las “tentaciones”.
Podemos observar que se configura de este modo con la fobia un particular estilo de vida en el cual se sustenta la creencia de que los temores e inhibiciones no provienen del mundo interno sino que tienen que ver con un objeto del mundo exterior que deviene “peligroso” que es el que ahora resulta hostil y el que recibe “injustificadamente” una investidura que en realidad no le corresponde. De este modo,la fobia deviene una lucha interminable: un intento a medias logrado y a medias fallido de evitar el contacto justamente con aquello que en definitiva simboliza lo que inconcientemente tanto se teme y se desea.
Autor: Dra. Mirta Obstfeld