Autor: Gerald Heard
…en esta generación la revolución psicológica (consecutiva a la religión, la política y la economía) ha desalojado, como lo hizo cada una con su predecesora a la antigua fe de los cruzados, dejando a sus acompañantes sin cielo y aturdidos. Porque el individuo se da cuenta que es el conflicto en sí el que se proyecta sobre el mundo exterior y produce la confusión que ahora sufre.
Esta doctrina es ahora tan indiscutible como desesperante. Ya no es más una simple teoría psicológica,. Dependiente para su prueba de la práctica privada entre neuróticos excepcionales. Hay demostraciones en mayor escala. Vemos que donde algunos individuos sufren de neurosis individual, las grandes masas reaccionan en la misma forma por neurosis colectivas. El denominado hombre normal produce el totalitarismo porque no puede vivir sin un fin adecuado para ello, de ahí que trate de crear en su nación un ser en el cual pueda experimentar una solidaridad pre-individual.
A menos que podamos encontrar un fin realmente adaptado a nuestros medios, la única elección que tenemos ahora por delante es una neurosis individual o de masa. Nos retiraremos hacia una fantasía solitaria o de grupo; declinaremos sostener y no fomentar sino una serie de conspiraciones criminales contra la Vida, uno contra otro, causando así nuestra destrucción.
¿Pero qué fin, adecuado a nuestros medios actuales, podemos encontrar? La reacción del individuo muestra claramente lo que pide su alma. Al perder su meta adecuada, en persecución de poderes cada vez mayores, se ha convertido en un neurótico. Deberá encontrar algún estado psicológico en el que escape al torturante contratiempo experimentado por un individuo autoconciente, enfrentado a un universo que no da significado a su conciencia; que tarde o temprano hará que todas sus actividades sean fútiles.
¿Dónde puede encontrar tal estado que no sea una fantasía solitaria o de solidaridad? ¿Podrá seguir o deberá retroceder a un pasado mítico, aunque sea para un ajuste temporal, quizá fatal, de su aflicción?
Es evidente que el hombre es una neurosis y que el hombre, tratando de variar ese estado insoportable, hace que su vida y civilización sólo empeoren al querer escapar a un estado pre-individual cuando la única cura real sería pasar por emergencia a un estado post o supraindividual.
Continuando con esta posibilidad de evolución, ella no será del todo impracticable para la humanidad moderna. Estamos viviendo en la tercera generación desde que la idea del desarrollo inherente formó parte del pensamiento básico de la humanidad instruída. Si hemos llegado a un punto del cual sólo nos puede desembrollar un cambio en la naturaleza humana ¿sería esa una idea imposible de ser considerada por nosotros? Desde luego, eso es llevar la idea de desarrollo físico a lo psíquico. Nadie espera la evolución por cambio físico aún cuando ese método de desarrollo actuara todavía y ello ocurriera a tiempo para establecer una diferencia en la civilización humana…
La evolución corporal ha cesado; podemos decirlo con gran seguridad, pero con la misma certeza podemos afirmar que cuando cesó la evolución física del hombre empezó la mental, y ésta parece haber sido la razón de la primera.
Toda la historia específica del hombre puede interpretarse como síntomas de la evolución mental. Podría ser que si la evolución del hombre es la sombra producida por su conciencia en evolución. en estas circunstancias, habiéndose desenvuelto y cambiado la naturaleza humana por las leyes inherentes al crecimiento, podría evolucionar de nuevo, y así, por una mutación en su psiquis y no en su físico, podría elevarse el hombre de su crisis actual.”
Autor: Gerald Heard