Un informe científico realizado por investigadores argentinos alertó una crítica situación ambiental que se vive en los campos de las provincias agroganaderas, entre ellas Santa Fe. Se confirmó que el glifosato cuando entra en contacto con el arsénico tienen un efecto sinérgico, potencian su toxicidad, y producen consecuencias muy graves. «Estamos ante un verdadero problema ambiental de salud pública», alertó el informe publicado en la revista científica Eliyon.
Pese a lo alarmante de algunos estudios científicos, muchas prácticas dañinas tanto para el medio ambiente como para la salud de los hombres y las mujeres siguen aún vigentes en muchos establecimientos rurales. Es más, algunas carecen casi de total regulación y control. Un caso emblemático es el uso de los llamados «agroquímicos», entre ellos el herbicida estrella del modelo de agronegocio: el glifosato.
Una reciente investigación -la cual fue publicada en una revista científica y reproducida por Página 12-, advirtió sobre una situación que está muy presente en los campos de varias provincias: los efectos nocivos del glifosato se potencian cuando entran en contacto con el arsénico, un químico que está presente en gran parte de nuestro territorio.
«Los resultados presentados aquí deberían ser motivo de preocupación para los sistemas (responsables) de la salud humana y de la vida silvestre», indicó el estudio, encendiendo las luces de alarma.
¿Cuáles son las consecuencias? Según el estudio, la combinación de ambos elementos produce la disrupción hormonal (aumento en la concentración de hormonas tiroideas), la mayor proliferación celular (aumentan su tasa normal de división celular) y genotoxicidad (daño en el material genético).
«Estos tres marcadores son fuertes indicadores de mayor riesgo ecotóxicológico de procesos de daño en el ADN y/o de los mecanismos de regulación del mismo (llamado daño epigenético), que resultan en una proliferación celular incontrolada», explicó Rafael Lajmanovich, científico a cargo de la investigación.
Es una obviedad en el mundo científico, probado desde hace décadas: a mayor daño genético, mayor probabilidad de contraer enfermedades como el cáncer y malformaciones.
Las muestras analizadas en nuestra región fueron tomadas en 3 sectores de la localidad de Arteaga, dos urbanos y uno es agua del rio Carcarañá. Las tres muestras arrojaron que la presencia de glifosato y arsénico superan un 80% las cantidades permitidas y trazadas como inocuas.
Pero sorprendentemente en una de las muestras, la más cercana a la población y lindera a una empresa de servicios agropecuarios conocida de la zona, aparte de los ya indicados se hallaron muestras de dos potentes tóxicos como lo son: el 2,4 D y metsulfuron.
También se encontró Diclorvos 3000 ppb, Fenitrotion 100 350 ppb, Malation 8000 ppb y Endosulfán, este último en dosis que superan el 500% las permitidas y que también se encuentran en partículas gaseosas como lo es el aire. Cabe destacar que este último está prohibido su uso en toda Europa por considerarlo totalmente cancerígeno.
Esto fue corroborado por la Universidad de Buenos Aires en la facultad de La Plata, en cuya conclusión deja al descubierto la extrema gravedad de lo expuesto y alerta a tomar medidas de manera inmediata para proteger a la población en un radio de 5 kilómetros, estipulando que todas las napas freáticas a 40 metros de profundidad se encuentran en la misma situación de contaminación.
Alertando también de las emisiones gaseosas que surgen de los últimos tóxicos detallados y su extrema peligrosidad. Instando a los diferentes municipios y comunas a tomar los recaudos para salvaguardar la salud de la población e instando a denunciar penalmente esta situación ya que infiere en delitos penales de alta gravedad.
Continuado con los datos, citamos informes que se presentaron durante el año, uno respecto a las plantas cerealeras en zonas urbanas, y otro en relación a lo que brindaron estudios del ambiente en la localidad de Chabás.