En un famoso trabajo sobre la esencia del ensayo escribió Adorno: «La ley más íntima del ensayo es la herejía’. Herejía que debe de estar presente en dosis suficientes en el último ensayo de Enzensberger, Aussichten auf Bürgerkrieg (Perspectivas deguerra civil), a la vista de las reacciones escandalizadas que ha desatado nada más ser publicado en Alemania. La tesis central del ensayo es atrevida: pasada la situación de páx atómica, el mundo ha entrado en una nueva lógica política: el estado hobbesiano de guerra de todos contra todos.
«Nos engañamos si creemos que reina la paz sólo porque podemos ir a comprar el pan sin que un francotirador nos reviente la cabeza». En realidad, «el nuevo orden mundial [se encuentra] bajo el signo de la guerra civil». No tanto por las consabidas guerras civiles exteriores (Yugoslavia o antigua Unión Soviética) como por otras guerras civiles endógenas: la que denomina guerra civil molecular, que acontece, cada día, en nuestras metrópolis, y a la que califica de molecular por no ser todavía generalizada, sino cosa de minorías violentas, capaces de romper, a placer, el orden social. Por decirlo así, «todo vagón de metro es ya una Bosnia en miniature».
Tanto las guerras civiles lejanas como las moleculares son meras variantes de un tipo nuevo de guerra civil, totalmente distinta a las tradicionales (como la española). El rasgo esencial de esas nuevas guerras civiles es el autismo. Por un lado, el autismo de los combatientes. Al contrario que sus predecesores clásicos, el guerrillero o partisano que luchaba por fines nobles, el nuevo combatiente autista se caracteriza por un rasgo totalmente nuevo y paradójico: su total falta de egoísmo, una pérdida tan total y radical del yo que incluso el principio regulador de la propia supervivencia no funciona.
Los indefensos
Estos clones infantiloides de los grandes movimientos asesinos del siglo (fascismo o estalinismo) sienten un desinterés total por la propia vida. «Podría llamarse a esto la reductio ad insanitatem «. Ese autismo suicida incorpora, por lo demás, una nueva masculinidad: frente al contrahéroe antiguo, que se enfrentaba a un oponente poderoso (Estado, capitalismo), este autista está movido por el principio contrario: cuanto más fácil, mejor. Razón por la que preferiblemente se ceban en los más indefensos. Autismo reforzado por la televisión. Ella convierte al autista en modelo y a la matanza en entretenimiento principal de las masas.
Junto a la personalidad autista aparecen autismos distintos: las guerras civiles actuales ni tienen, ni precisan, Iegitimación «Lo que le concede a esta guerra civil del presente una nueva y monstruosa cualidad es el hecho de que se lleva a cabo, literalmente, por nada. Con lo que se convierte en el retrovirus de lo político». Su causa no son motivaciones económicas (paro), ni raciales (negros/ blancos), ni ideológicas. Su única y última ratio es matar por matar.
Fenómeno perceptible tanto en el caso yugoslavo como en las bandas de extrema derecha ciudadanas. Para Enzensberger, el nazismo de esas bandas es mera mascarada: la cruz gamada o el saludo fascista son mero attrezzo; la germanidad, un eslogan con que llenar vacíos. Y otro tanto ocurre con la guerra civil yugoslava: el carácter nacionalista del conflicto es pura decoración de opereta, basura ideológica que se postula para simular convicciones. De lo que de verdad se trata es del ansia atávica de matar. Cosa que, para Enzensberger, diferencia a los nacionalismos actuales de los precedentes. Mientras el nacionalismo decimonónico supuso, a pesar de todo su pathos chovinista, aportaciones constructivas -constituciones, Estado de derecho, voto libre-, «los actuales sólo están interesados en la fuerza de la destrucción inherente a las diferencias étnicas». El derecho de autodeterminación al que se refieren es el derecho a determinar a quién le está o no permitido sobrevivir en un territorio.
En la forma que tenemos de enfrentarnos a todas esas miserias cada vez más grandes detecta Enzensberger una aporía paralizante: trabajamos con un universalismo moral ilimitado y con unos medios de acción totalmente limitados. Contradicción que sólo deja dos salidas: o el cinismo o el fenómeno farmacológico de la reacción paradójica: nuestro universalismo moral conduce a que personas y sistemas políticos se desentiendan de las miserias cada vez más grandes que nos rodean.
Fuente: https://elpais.com/diario/1993/11/28/cultura/754441217_850215.html