Las nanopartículas que se acumulan en las personas que viven en ciudades contaminadas pueden disparar enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer
El aire contaminado que respiramos en muchas ciudades y áreas suburbanas del mundo causa problemas de salud muy diversos. Los daños más estudiados hasta ahora están relacionados con los pulmones y el corazón.
Los datos difundidos por la Organización Mundial de la Salud indican que la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 3,7 millones de defunciones prematuras.
La preocupación por la mala calidad del aire aumenta ahora como consecuencia de un estudio que demuestra la presencia de nanopartículas de óxidos de hierro procedentes de la contaminación en el cerebro de personas que han vivido en zonas contaminadas.
Los autores del estudio -que se publica esta semana en la revistaPNAS(de la Academia de Ciencias de Estados Unidos)- indican que la entrada de estas nanopartículas tóxicas en el cerebro puede provocar estrés oxidativo e incrementar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
La presencia en el cerebro humano de nanopartículas de magnetita (mineral de hierro constituido por óxido ferroso-diférrico) fue demostrada por primera vez en un estudio científico publicado 1992. Los datos conocidos hasta ahora indicaban que estos pequeños fragmentos de óxidos de hierro podrían tener un origen biológico (por ejemplo, la proteína conocida como ferritina).
Estudio en cerebros de México y Manchester
El estudio que publica esta semana en PNAS el equipo internacional encabezado por Barbara Maher, investigadora de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), indica en cambio que las nanopartículas de magnetita que han localizado -de forma “abundante”- en el cerebro de personas que habían vivido en zonas altamente contaminadas -como las ciudades de México y Manchester- “coincidían con precisión” con la forma de las partículas de este óxido de hierro que se encuentran en el aire contaminado, producto de procesos de combustión (incluidas diversas industrias y los vehículos que queman hidrocarburos) y fricción de materiales (como el que produce el tránsito de vehículos).
Los nueve firmantes del estudio, adscritos a centros universitarios de Reino Unido, México y Estados Unidos, han analizado la presencia de nanopartículas magnéticas en muestras de corteza prefrontal de 37 cerebros de personas fallecidas en México y Reino Unido. El estudio ha detallado la mineralogía, morfología y composición de las nanopartículas magnéticas con ayuda de técnicas de espectroscopia electrónica de pérdidas de energía, microscopía electrónica de transmisión de alta resolución y espectrometría de dispersión de energía de rayos X.
Los responsables de esta investigación sugieren que después de entrar por la nariz o la boca, las pequeñas partículas de magnetita procedentes del aire contaminado puede llegar al cerebro a través del bulbo o lóbulo olfatorio.
“Este descubrimiento es importante porque las nanopartículas de magnetita puede responder a campos magnéticos externos, y son tóxicas para el cerebro”, donde pueden producir las moléculas dañinas conocidas como especies reactivas de oxígeno (ROS).
Los autores utilizan un lenguaje típicamente científico para sugerir una posible relación entre la presencia de estas partículas contaminantes y el riesgo de padecer enfermedades como el Alzheimer.
“Debido a que una mayor producción de ROS está causalmente vinculada a enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, la exposición a este tipo de nanopartículas de magnetita derivado de pequeñas partículas presentes en el aire contaminado debería ser examinado como un posible peligro para la salud humana”, indican los autores en el resumen de su estudio.